Reaparece Gui-Gui

No haré historia de las vicisitudes de Gui-Gui hasta este momento en que Jaime Cortezo trata de venderlo y el Cabildo de comprarlo. Pero si en 1988 la Caja lo vendió por 40 millones de pesetas ahora Cortezo pide más de 6.000 millones; también de pesetas. No digo la leche porque ésta no ha subido tanto con la crisis. Por esa cantidad dice el Cabildo que no podrá comprar y me lo creo.

La información es de las que agradecen los escribidores. Porque se explica sola. No es preciso sacarle punta pues el simple relato lo dice todo. Si la suma que ahora se pide es la justa, está a precio real de mercado, o bien éste se ha disparatado o La Caja lo regaló hace veinte años. No tiene más vueltas.

Si, por el contrario, el precio fijado no se ajusta a mercado, estaremos ante un caso de extrema avaricia empresarial, cosa que tampoco es nueva; excusando el modo de señalar, por cierto. Habría que preguntarse, además, qué papel jugaron o no quisieron jugar los políticos en aquella primera venta.

Lo que parece claro es que el Cabildo no está en condiciones de soltar semejante pastón. Pensaba tirar de los fondos europeos para actuaciones en el litoral, como ya hiciera con la playa del Cabrón que, en mis tiempos juveniles periodísticos había que rebautizar en los papeles como “del Carbón”; una cabronada cartográfica y topográfica, sin duda, que palidece ante lo de Gui-Gui.

Y como aún queda espacio preguntaré la razón de que se abandonara en su día la expropiación de Gui-Gui por el Gobierno canario. Dicen que por razones formales; o de falta de formalidad, cualquiera sabe, que todo pudiera ser. En cualquier caso, el lugar cuenta con una especial protección medioambiental, lo que hace tan sorprendente el precio pedido como la expropiación no consumada. Permanezcan atentos a la pantalla.