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Reflexiones sobre la política actual por José Luis del Castillo Olivares Marrero
Pero, ¿qué ha pasado?
- Los dos compartimentos, que debían de ser como vasos comunicantes que se conjugaran en armonía, han pasado a ser estancos, de tal manera que el primero sigue currando y pagando impuestos, pero el segundo, instalado en la poltrona que le produce sordera, legisla y gestiona no para el bien de la sociedad española, sino para conseguir votos que lo perpetúen en el poder.
- Para conseguir los votos no dudan en engañar, en hacer promesas que no cumplen, en premiar con los impuestos de todos a las C.C.A.A. que son más afines a ellos, y castigar a las que le son menos. Hacen leyes que crean rebumbio social, dividen a la sociedad y producen confrontación, pero no legislan sobre lo que verdaderamente es importante, bien porque no saben, o bien, porque no se atreven a tomar medidas que pueden resultar impopulares y restarles votos.
- Están puestos por el pueblo para que los represente, y para hacer lo que el pueblo les pide, pero lejos de ello, en su ensimismamiento y autocontemplación, instalados en su estatus de hiperpoderosos, gobiernan para ellos mismos según marcan las consignas del partido al que pertenecen, que al final se reduce a una sola persona: El Presidente del partido en un caso, y el Secretario en el otro.
- En muchos casos, instalados en sus intocables cargos, en teoría por cuatro años pero en la práctica casi vitalicios, se corrompen, se aprovechan de su privilegiada situación para hacer grandes negocios y medrar como todos vemos que lo hacen. Además de enriquecer a sus “amiguetes”, verdaderos comparsas que, metidos de lleno en sus juegos, siguen sin dudar lo más mínimo el son que les marcan, para participar ellos también del botín.
- El gran drama es que no existe oposición. O mejor dicho, la oposición es igual. Da lo mismo a quien votemos, porque al final gobierne quien gobierne lo hará de idéntica manera. Lo que falla es “el sistema”, huele a podrido. “El sistema” caducó hace tiempo.
- Pero aun así “el sistema” ha seguido y sigue creciendo, como una gran bola de nieve que convertida en un monstruo atajamos ya, o nos traga a todos como un alud que se nos echa encima.
En resumen, el compartimento de los políticos se ha convertido en una casta aparte, intocable, arrogante, poderosa y altanera, que no gobierna para el bien del pueblo, sino para mantener su estatus y su poltrona. Parasitan como un ejército de garrapatas el esfuerzo y el trabajo de los trabajadores mediante los impuestos, que luego utilizan en gran parte para el beneficio suyo y de sus partidos. Para más INRI la legislación es muy deficiente, sin abordar los problemas de autentico calado que preocupan al ciudadano, y puedan sacar adelante al País. Por su parte, el primer compartimento, el de los currantes, el de los votantes, en definitiva el pueblo llano, ha perdido la confianza en sus gobernantes, todos les parecen iguales, creen que esté quien esté y venga quien venga va a ser lo mismo, nadie va a cambiar nada; el pueblo está defraudado y desesperanzado. Pero parece que ahora está buscando algo que cambie “el sistema”.
Por eso, y por haber oído muchas voces y opiniones que solicitan un cambio en “el sistema” ya, pidiendo algunas de ellas una ruta crítica que deba seguir el partido político que queramos, voy a exponer a continuación un decálogo que pueda servir de ayuda para encontrar entre todos, el trazado del camino que deseamos.
Libertad de elección real del ciudadano con su voto: No a la dictadura votada. Contabilizar el voto en blanco. Cada cuatro años los ciudadanos somos llamados a acudir a las urnas para ejercer nuestro derecho al voto, hecho que nos venden como la fiesta de la Democracia, y nuestra gran oportunidad para dirigir el devenir de la nación durante el siguiente periodo de mandato. Pero si lo analizamos detenidamente, los ciudadanos sólo podemos elegir lo que los políticos quieren que elijamos, que en definitiva y a la postre se convierte en la elección de PSOE o PP, y para mayor desgracia, una serie de partidillos “comparsas” que por la suma de los votos pueden convertirse en auténticos mandatarios del País, sin siquiera haber obtenido una confianza mínima considerable. Esto es lo que han dado en llamar partitocracia en sustitución de la democracia, es decir, lo que hacemos es votar a unos partidos que nos vienen impuestos. Acercándonos todavía más en nuestro análisis, hallamos que ni siquiera votamos partidos sino personas, o sea, que nuestra elección va a ser simplemente Zapatero o Rajoy- a fecha de hoy-, con un equipo seleccionado por ellos mismos a su antojo y conveniencia, sin que los ciudadanos sepamos quienes son esas personas que lo forman, ni porqué están ahí; esto es lo que yo denomino la dictadura votada, porque aunque presenten programas electorales previos, es a las listas que nos presentan hechas a las que tenemos la obligación de votar, nos gusten o no, sin posibilidad de escoger otra opción o de manifestar que no nos gusta lo que hay y queremos otra cosa, dando carta blanca a esos “señores” para llevar a la nación por los derroteros que han trazado ellos mismos con sus equipos (que ellos mismos han elegido), a veces auténticas iluminaciones y paridas. Eso sin tener en cuenta el tópico de que las promesas electorales se hacen para no cumplirlas.
- Por eso creo que el ciudadano debe tener la posibilidad de manifestar en las urnas lo que le gusta y lo que no, y poder decir que no quiere nada de lo que le están obligando a votar. Aunque la abstención sea muy representativa del descontento de la población con sus políticos y la política que aplican, esta puede estar condicionada por varios factores que no la hacen valida para ser tenida en cuenta como voto, pero el voto en blanco sí puede ser contabilizado como un voto más, y cuando estos superen en número a las papeletas que los partidos oficiales hayan presentado, querrá decir que el ciudadano no quiere lo que se le está ofreciendo, y habrá que buscar otra opción.
- Listas abiertas. Si estamos pidiendo una capacidad real de elección para el ciudadano, lo lógico es que tenga entre quién elegir, y saber porqué lo hace. Creo en las listas abiertas; me parece que conocer el perfil, los méritos y la trayectoria personal y profesional de aquellos que nos van a dirigir, nos sería de gran ayuda a la hora de decantarnos por unos o por otros. Además, tener que presentar un curriculum elevaría probablemente la valía de nuestros representantes. Estamos hartos de oír por todas partes, que para desempeñar cualquier cargo o función en cualquier ámbito se exige una serie de titulaciones, capacidades o méritos, excepto para político. A ministro de España puede llegar cualquiera, independientemente de sus méritos, sólo con saber bailarle el agua al que corresponda en ese momento. Ejemplos hay varios y de todos conocidos. No quiere decir esto que no crea en la inteligencia natural, y que no pueda haber casos que sean capaces de altos designios con preparaciones menos notables, pero por números y estadísticas, la probabilidad de manejar un cargo con más acierto, es mucho más alta entre aquellos que tienen mayor formación y mejor trayectoria. Por tanto, la listas abiertas nos darían la posibilidad de conocer a aquellos que nos van a dirigir para escoger a los que más nos gusten, tendríamos menos posibilidades de equivocarnos en nuestra elección y, de una vez por todas, elevar el nivel de nuestros políticos.
Disminuir notablemente el número de políticos, y por ende de asesores políticos.
Y cuando digo políticos no me estoy refiriendo al congreso de los diputados y senado que, aunque nos cueste creerlo, son la flor y nata de la política española, sino al de todos y cada una de las ciudades y municipios de todo el País. ¿Os habéis preguntado alguna vez cuantas personas hay en España viviendo de la política?, y ¿Os habéis preguntado alguna vez cuantos de ellos están preparados para desempeñar la función que se les ha encomendado? Seguro que sí. Y ¿No os habéis escandalizado? Seguro que sí. No se cual es el numero exacto de personas que viven de la política en toda España, pero estoy seguro de que es mucho mayor que el necesario. Por otra parte, sabemos también que muchos de ellos carecen de capacidad y conocimientos para desempeñar los cargos que ostentan, por lo que necesitan de asesores, muchos asesores, que además deben ser de su cuerda, para hacer lo que una persona con cualificación haría con menos dinero, en menor tiempo, con menores posibilidades de error, y con muchos menos asesores. Por ello urge ahorrar en políticos y asesores, en su número y en sus errores.
¿Y cuales son los políticos que habría que quitar? Pues justamente los menos cualificados. ¿Y como sabemos cuales son estos? Porque como hay listas abiertas y conoceremos sus curriculum, se podrán eliminar a aquellos que no alcancen la preparación y méritos adecuados para el cargo al que aspiran, (en realidad al que han sido propuestos por el cabeza de lista), y quedaran los que “a priori” estén mejor dotados.
- Me parece que el ahorro de dineros absoluto por eliminación de sueldos de politiquillos y asesores, más el ahorro de dineros relativo por la evitación de errores que no se cometerían, sería mucho más que considerable.
Sustitución de politiquillos y asesores de los politiquillos, por técnicos con preparación que asuman sus responsabilidades.
Claro, ¿Quiénes se encargarían de ocupar los puestos que dejen vacantes los politiquillos y sus asesores? Pues los técnicos. Ni más ni menos que aquellas personas que por su formación y experiencia son expertos en la función que realizan. Y estos técnicos no estarían sujetos a los vaivenes políticos, con “sustitución/renovación” cada cuatro años, sino que se les respetaría en sus puestos bien ganados por concursos de oposición o méritos.
- Ahora bien, estos técnicos tendrían que asumir como cualquier otro profesional la responsabilidad de los errores que cometan. Hasta ahora hemos visto como en la administración se cometen muchos errores sin que nadie se haga responsable de ellos, y que a ninguno de los que lo comete les cueste nada. Sólo le cuesta a las arcas públicas, o sea, al bolsillo de los ciudadanos. Estamos hartos de pagar con nuestro dinero los errores de los politiquillos, puestos en sus cargos por el cabeza de lista sin que hayan demostrado capacidad para desempeñarlos, y sin que se asuman la responsabilidad de esos errores. De esto que digo también hay sobrados ejemplos. Entonces, tener en cada cargo a la persona que más cualificada esté para ejercerlo, sin que cambie cada vez que quiera el cabeza de lista de turno, y que además lleve asumida la responsabilidad de sus errores como cualquier otro ciudadano, me hace pensar que sería una bocanada de aire fresco para la administración y un descanso para el bolsillo del contribuyente, toda vez que disminuirían los errores que se cometan, y que cuando estos ocurran serían tratados con la responsabilidad que conllevaran.
Dar a cada institución las atribuciones que conlleva, evitando duplicidades, duplicidades y más duplicidades.
A veces da la impresión que las distintas instituciones tienen atribuciones que no les corresponderían, un número de carteras que no encajan en los cometidos que debe llevar a cabo dicha institución; que están como “metidas con calzador”. Parece que cuantas más áreas tenga abiertas una institución, mayor es la partida presupuestaria que pueden reclamar, y probablemente esto sea así, pero por el contrario, también es mayor el gasto por varias razones: 1º, por los propios gastos que lleva implícita esa área, 2º porque esos gastos no corresponden a esa institución, y están mal encajados, “cogidos con alfileres”, 3º, porque como vimos en el punto anterior, están mal llevados por politiquillos sin cualificación, elegidos como tentetiesos agradecidos del cabeza de lista para que cumplan marcialmente con la función encomendada y 4º, porque simplemente se está gastando un dinero en un lugar que no le corresponde, y en consecuencia, está mal gastado. Esto se llama despilfarro, y de eso nuestras instituciones desgraciadamente están llenas.
Por si lo anterior fuera poco, asistimos atónitos a la duplicación de las áreas de trabajo de una institución a otra. En la Comunidad Autónoma en la que vivo tenemos un Gobierno autónomo con sus respectivas consejerías, y SIETE Cabildos Insulares que duplican las consejerías del Gobierno para cada isla, y además las aumentan, siendo el colmo de la desfachatez un Cabildo que tiene elegido un Consejero que cobra como los demás con tareas todavía por definir. Parece que es la duplicación por siete.
- ¿Podríamos calcular tamaño despilfarro? Pues multiplicado por 17 C.C.A.A. imaginad el dinero que ahorraríamos con un cambio en la organización y trabajando todos a una. Señores, la unión hace la fuerza, y en este caso, el ahorro y buen empleo del dinero de los contribuyentes.
Presupuestos generales.
Hechos con la única de intención de conseguir el mayor progreso y bienestar para todos los españoles. No digo que no se tengan en cuenta las C.C.A.A., es más, eso sería un grave error, porque al mejorar cada parte mejora el conjunto en su totalidad. A lo que me refiero es a idoneizar el gasto, evitando el despilfarro, obviando las partidas para gastos superfluos o inútiles fruto de las paridas de los politiquillos, suprimir las duplicidades, y fomentar la desaparición de áreas caprichosas y fuera de lugar.
A lo mejor, lo que habría que hacer es que cada C.C.A.A. hiciera primariamente una propuesta de inversiones para el siguiente año, dicha propuesta sería estudiada por el partido en el poder que juzgaría que inversiones son positivas para la evolución y desarrollo de la C.C.A.A. y del País, y cuales serían negativas, aprobando las primeras y rechazando las segundas, y por último presentar el resultado en las Cortes analizando el porqué de una u otra decisión, que sería a su vez discutida y aprobada o rechazada por el conjunto de los partidos representantes de todas las C.C.A.A. y por tanto del País en su conjunto. Probablemente esto sea lo que ahora se haga, la diferencia está en que ahora se hace para contentar a las C.C.A.A. y obtener sus votos, y lo que yo propongo es que se haga con “visión de España”, para su progreso en conjunto como nación única que es, y para el ahorro por despilfarro en sus autonomías. Y el sufrido ciudadano votaría la opción que mejor conduzca los intereses de España, porque al final, estoy convencido, la mayoría de los españoles queremos lo mejor para España en su totalidad.
- Ni que decir tiene, que el dinero ahorrado en los despilfarros deberá invertirse en el bienestar de todos los españoles, según propuesta hecha por el partido que gobierne y la aprobación del resto de la Cámara. En resumen, gobernar para España y no para sus partes, sino a través de sus partes.
Financiación de los partidos políticos, sindicatos etc.
?Y de muchos más. ¿Porqué no se financian ellos mismos con las cuotas de sus afiliados, y ajustan sus gastos a los que sus afiliados les aporten? ¿Será que sus afiliados no le aportan lo suficiente? Tal vez es que no tengan suficientes afiliados, y tal vez sea porque los ciudadanos no estén interesados en su existencia. Pues que desaparezcan. O también podría ser que sus afiliados sí les aporten lo suficiente, pero necesiten mucho más para pagar su elevadísimo tren de vida, sus excesos, o en algunos casos, como hemos sabido, enriquecerse corruptamente. Pongo un ejemplo: yo he estado afiliado a un partido político al que abonaba ,creo recordar, una cuota trimestral de alrededor de 20 euros que era prácticamente el mínimo; dicho partido tiene 700.000 afiliados que a 20 ? trimestrales hacen un total de 14,000.000 ? trimestrales, y por tanto, 56,000.000 ? anuales. ¿Alguna vez ese partido ha justificado como se gasta esa cantidad de millones de euros? Que yo sepa no. Y a lo mejor es cierto que en actos, mítines, campañas etc. se gasten mucho más, es posible, pero lo que no tienen que hacer es sacarlo del bolsillo de los ciudadanos, que dócilmente lo tributan como un impuesto más. Que ahorren dispendios en propaganda y la hagan en la web, que dejen de despilfarrar cada dos años (entre elecciones locales y generales) en enormes campañas publicitarias, que en la mayor parte de los casos no sirven más que para molestar al ciudadano, que en su inmensa mayoría ya sabe a quién le va a dar su voto, y para ensuciar las calles con carteles y fotografías, por cierto cursilísimas, que llenan con inusitada rapidez en dos semanas, pero tardan en limpiar con descomunal pereza muchos meses.
Si ciertamente es necesario un dinero para esa propaganda de partidos, que se haga con mesura, atendiendo al ahorro y no al dispendio, sobretodo justificándolas y dando merecidas cuentas al ciudadano del porqué y donde se hacen los gastos. Creo que hoy en día hay medios por los que se puede llegar a los votantes con mucho menos gasto, y probablemente la misma eficacia. Por su parte, el ciudadano, debe exigir a los partidos políticos más miramiento en los gastos, y debe tener en cuenta a la hora de dar su voto al que haga una campaña más comedida, más atenta al gasto responsable con el dinero de los votantes, y penalizar el despilfarro y el gasto alegre y sin tino de nuestros dineros.
- Lo de los sindicatos, con una representación cada vez más mermada, que cada día demuestran ser más el brazo de un partido político y menos unos representantes de los trabajadores, es sangrante. Yo simplemente me niego a que con mi esfuerzo y mi trabajo se pague esa partida de holgazanes que son los liberados sindicales, que para más ironía, a mí que soy autónomo, no me representan. Los que quieran un sindicato que los represente que se afilien y le abonen una cuota, y que a esa recaudación ciñan sus gastos, pero que no obliguen al resto de la sociedad, que no los queremos y que ni siquiera nos representan, a pagarles un impuesto revolucionario obligatorio.
Lucha implacable contra la corrupción.
Contra cualquier tipo de corrupción y contra cualquier corrupto. Los escándalos de la corrupción ya ni siquiera nos escandalizan, nos hemos acostumbrados a vivir con ello y a aceptarlos como parte integrante del sistema. Vemos normal la “mordida”, el pasar dinero por debajo de las mesas, untar al político de turno. Contemplamos sin inmutarnos los grandes negocios alrededor de los que tienen el poder. Miramos atónitos como medran muchos mediocres a los que han dado un cargo político, sus nuevas grandes casas, sus nuevos cochazos, sus vidas llenas de lujos, y la desfachatez con la que hacen gala de esa ostentación a sabiendas que aquí nunca pasa nada, al contrario, se autoconsideran audaces, creen que son los que han sabido adaptarse al nuevo sistema, y los demás debemos ser idiotas que desearíamos hacer lo que ellos hacen y no sabemos como. Y lo peor es que nos hemos acostumbrado a verlo así, a aceptarlo con resignación como parte de la vida que nos ha tocado vivir. Cada día leemos en los periódicos algunos de estos casos, los oímos en la radio e, incluso, hasta nos han enseñado en televisión como un Alcalde se lleva un fajo de billetes al bolsillo como pago de una “mordida”.
- Pues ha llegado el momento de decir ¡Basta ya! ¡Ya está bien! ¡No aguantamos más y no vamos a tolerarlo más! Debemos de luchar todos contra la corrupción y los corruptos, no debemos aceptar en nuestra sociedad esos comportamientos, denunciando sin contemplaciones y hasta la extenuación los casos que conozcamos, y exigiendo el castigo que conllevan y el cumplimiento integro de las penas.
Mejorar el sistema judicial.
Porque, evidentemente, sin la colaboración de los jueces toda lucha contra la corrupción es inútil. Si bien las leyes se hacen en Las Cortes y son los Sres. Diputados los que deben hacerlas para luchar contra la corrupción, es el pueblo, somos nosotros, los ciudadanos, los que debemos exigir a nuestros políticos que legislen en este sentido, y premiar en las Urnas a los que creamos que están dispuestos a hacerlo, y votar en contra del que no lo haga. Y si ninguno está dispuesto al cambio, voto nulo y volvemos a empezar hasta que lo consigamos. Yo pienso que si las listas son abiertas, y nos libramos del poder de los “dictadores votados”, tendremos políticos capaces de proponer y lograr el cambio. La independencia del poder judicial, ahora perdida, es fundamental para que la Democracia funcione y recuperemos la confianza en el sistema.
- Así mismo debe serlo la independencia de cada juez, pero ¿Quién juzga a los jueces? Quizás habría que reinventar otro órgano que vele para que las sentencias sean las adecuadas, y haga que los jueces asuman la responsabilidad de sus errores como el resto de los ciudadanos. Tal vez también tendrían que pensar en ello los Candidatos de nuestras listas abiertas.
Mejorar el gasto.
Hasta ahora hemos hecho una serie de propuestas. Veamos: Si conseguimos ahorrar en el sueldo de un gran número de politiquillos, en un número muchísimo mayor de asesores de los politiquillos, si ahorramos en los errores irresponsables de los politiquillos, si ahorramos evitando las duplicidades y las áreas superfluas de las instituciones, si ahorramos en los despilfarros de las C.C.A.A. con presupuestos mas justos y razonables, y si ahorramos en la financiación de partidos políticos, sindicatos y miles de subvenciones sin razón, al final ¿Cuanto dinero ahorraríamos? Sería muchísimo, y esto solamente evitando el malgasto.
- Luego, ese dinero ahorrado serviría para mejorar los Servicios que realmente importan a los ciudadanos, Educación, Sanidad, Transportes y un largo etc. que conllevara al progreso de una sociedad mas justa, más sosegada, que crea más en su sistema y en sus gobernantes, que vea sus impuestos bien gastados? En definitiva una sociedad estimulada, con confianza en sí misma, realizada, optimista y con autoestima. A lo mejor en eso consiste el bienestar social que tanto buscan nuestros políticos.
José Luis del Castillo Olivares Marrero
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