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La revolución de las mujeres

Juan García Luján / Juan García Luján

El mensaje de la feminista egipcia Nawal el Saadwi se está repitiendo en otros países como Túnez, Libia, Bahrein, Yemen o Marruecos. No puede haber democracia si se mantiene la opresión sobre la mitad de la población. Los mismos que contaron con las mujeres para organizar las manifestaciones contra los sátrapas, los mismos que las necesitaron para ocupar las plazas, para enfrentarse a ejércitos y policías, montan ahora comités de transición sin contar con las mujeres.

Frente al tópico de la mujer árabe resignada a formar parte de un harem, las mujeres árabes aparecen en las plazas con sus hijos para gritar contra los sátrapas, para mostrar su rechazo a décadas de corrupción y dictadura, pero también de opresión laboral, social y religiosa. Nos llegan noticias que se prestan a la confusión. Cuando leemos “el hiyab vuelve a Túnez” puede darnos la impresión de que las mujeres que se jugaron la vida en la revolución de los jazmines ahora quieren ir para atrás. Enseguida aparecen los análisis eurocentristas para dar lecciones de liberación a las tunecinas.

Cuando el gobierno de Ben Ali prohibió el pañuelo en la cabeza en los lugares públicos no estaba pensando en la liberación de las mujeres, en realidad estaba atacando a la oposición política, sabía que detrás de las protestas de mujeres que reivindicaban el hiyab se escondía la oposición política a su régimen que más fuerza tenía. Ya vimos cómo prepararon a la opinión pública occidental para que aceptar la invasión de Afganistán. Las imágenes de las mujeres con burka llenaron todos los telediarios. ¿Qué queda de aquello? Hoy hay un gobierno fundamentalista al servicio de los países de la OTAN.

En estos días se publican cientos de artículos sobre Egipto, Libia, Túnez, Marruecos?En las tertulias de radio y televisión aparecen expertos en el mundo árabe y en el Magreb con la misma profusión que tras es estallido de la burbuja financiera aparecieron expertos en la bolsa y la banca. Por eso uno se pone selectivo, y prefiero que ahora hablen ellas, las mujeres de esos países que piden la palabra. Me interesa lo que dice la presidenta de la asociación tunecina de mujeres demócratas, Khadija Cherif, o la feminista egipcia Nawal el Saadawi.

Declaro públicamente mi ignorancia sobre el mundo árabe, pero desde el escepticismo observo la euforia en la opinión publicada occidental por las rebeliones en Libia, Egipto y Túnez, y los silencios o las voces tímidas ante las masacres y la dura represión en Bahréin (una dictadura corrupta aliada de Washington que es la sede de la V Flota militar de Estados Unidos), también el silencio ante la represión en la monarquía feudal de Arabia Saudí. A los que dudan del valor de las mujeres tunecinas porque algunas quieren ponerse el hiyab, les podemos decir que ellas deben saber lo que hacen, y ellas saben que no llegará la liberación de las mujeres árabes y las magrebíes con las bombas de la OTAN sobre Trípoli, o con los abrazos de los reyes de España a sus colegas de Arabía Saudí o de Marruecos.

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