Romance en Góndola

Porque es vox populi, de Veneguera a Arguineguín y en toda la isla bien informada, que el alcalde de Mogán, Francisco González (PP), y la ex concejal Onalia Bueno (PP), principales imputados en la trama junto al empresario Santana Cazorla -en Grupo Europa y Jorge Rodríguez no se ha profundizado-, tuvieron una relación sentimental. Un romance en Góndola, que, lejos de convertir la investigación en un “plató de televisión” al más puro estilo chikilicuatrero de Paulino, arroja luz sobre crisis políticas, comportamientos presuntamente delictivos y formas indecentes de la acción de un gobierno municipal.

Así lo consideró el grupo que ha dirigido la operación Góndola. Porque, obviando conversaciones seguramente mucho más íntimas, figuran en el sumario algunas de marcado carácter personal, en las que el trasfondo de la acción delictiva permite entender cómo se manejaba en Mogán una pareja que no era nada el uno sin el otro. Sobre todo el uno sin la otra. El propio alcalde se lo confiesa a su concejal el 1 de septiembre de 2006, a las 12:52 horas, cuando a Onalia, en Granada, le entran dudas “ante tanto esfuerzo, yo que sé un montón de cosas” y deja traslucir lo que ya pretendía: dejar la política y dedicarse a sus negocios inmobiliarios, montados presuntamente gracias a su condición de concejal.

Tras una larga retahila imprecisa de Onalia, que Paco no entiende y a ella le molesta que, en vez de escuchar sus preocupaciones e inquietudes intente convencerla de seguir adelante, quemada como está por su papel de fontanera en el ayuntamiento con demasiadas envidias por su poder, el alcalde confiesa a la concejal que acaba de tener una conversación con su padre, que también fue alcalde, como el padre de Onalia, a cuenta de chismes que durante el verano han trascendido. La madre del alcalde había llamado a la suegra de éste para criticar que, durante la ausencia de González, “Onalia tiene todo esto revuelto, Onalia es igual que el padre y tal y cual”.

“Llamé a mi madre y le pegué un vainazo Onalia, le dije, déjate de alegar”, justifica González a Bueno antes de la significativa confesión final: “Me senté con mi padre y con mi madre, fui expresamente a sentarme con los dos, y les dije ”Papá dejáte de historias que todo esto está pactao ¿entiendes? [...] Le digo “Papá olvídate que Onalia no quiere nada y Onalia, te voy a decir una cosa, te voy a decir una cosa yo sin Onalia no llego a ser alcalde nunca ¿entiendes? Y yo si soy alcalde es por Onalia. Pero es que Onalia si no está conmigo tampoco va a ser nada y somos un equipo y lo tenemos todo pactao, ella hace el trabajo sucio y es injusto que la hagas pagar por hacer el trabajo sucio ¿entiendes?”.

Onalia y Paco rompieron a las pocas semanas. Ya en noviembre, cuando son advertidos de que la policía les puede estar investigando, no se hablan. En enero de 2007 fueron detenidos. Llegaban meses clave para las elecciones del 27 de mayo. Onalia se erigió públicamente en chivo expiatorio del PP, al mismo tiempo que José Manuel Soria ratificaba la candidatura de Francisco González “porque no ha robado ni matado”. Cuentan en Mogán que las perspectivas electorales para el PP iban de capa caída en los primeros meses de 2007. Onalia estaba fuera de juego, incluso jugando con los investigadores y sus fuentes en el municipio a tirar de la manta, insinuando que podía dirigir la góndola desde la Pequeña Venecia que da nombre a la operación a la mismísima calle Génova.

Hasta que fue recuperada para la causa. Onalia se volvió a subir a la góndola pepera para dirigir la campaña como sólo ella sabe hacerlo. Con la ristra de presuntos delitos electorales que pesan sobre su actuación. Y con el premio final de un alto cargo como concejala en la sombra, al frente de las empresas municipales, que generó de nuevo durante el año pasado uno y mil desencuentros con el equipo de gobierno oficial de Paco González. Hasta que la obligaron a bajarse otra vez del barco.

¡Vaya tropa!, Manolo. Y eso que no ha llegado todavía el bollo, del cogollo, del meollo.