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Sáhara y Palestina, unidad de destino

Carlos Juma / Carlos Juma

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Por boca de la propia Barceló nadie le puso el menor impedimento para llegar a su destino pero no tardaron nada los miembros de seguridad marroquí en ir al hotel en el que se hospedaban para llamarlos a declarar en comisaría de policía, llevando consigo las maletas y pertenencias.

Cuatro horas en comisaría, sentaditos, con agua y un café por persona a espera de que llegara el elefante blanco para hacerles algunas preguntas. En la sala había un “tualet”.

Evidente que no hubo preguntas sino que se les expulsó por la acreditada peligrosidad demostrada hacia el reino de Marruecos y la alteración de orden público que suponía la presencia de los tres periodistas.

En consecuencia, traslado al aeropuerto y desde allí a Gran Canaria.

La notoriedad del periodismo en cualquier problema, y a pesar de que algún pseudo profesor de ética afirme que el periodista no es notario de la actualidad, debe ser que es tan evidente que la presencia del periodismo pone de los nervios a la parte criminal de un conflicto que, si tiene en las manos el poder, que no la autoridad, de impedir su trabajo, de manera inmediata pone en marcha el tinglado para expulsarlos del lugar del conflicto.

Los judíos sionistas en Israel son maestros en este arte y de ellos aprenden todos los regímenes dictatoriales que encubren en sus miserias los actos criminales que le son consustanciales. Asesores judíos tiene el monarca, gracias a la católica expulsión de árabes y judíos de nuestra España Imperial.

La que se avecina con el vecino es un futuro que ya está escrito en las páginas sangrientas de Oriente Medio y no hay nada nuevo que descubrir.

La acción de Marruecos es en todo equiparable a la de la entidad sionista de Israel.

Aquí hay una “democracia” (de chiste, vamos) igual que allí (“pícamelo menúo”). Demos gracias a Dios. Aquí manda un descendiente de Ali, sobrino del Profeta Muhammad (q.l.p.s.s.e.) y allí un gobierno cogido por las entrepiernas por radicales judíos maestros en el arte de darse leñazos contra un muro.

Aquí hay intereses muy poderosos como para dejarlos en manos del, según los ocupantes, analfabeto pueblo ocupado, petróleo, gas, fosfatos, pesquerías?.. y allá un enano desafiante que vigile la barbarie árabe y asuma el control de toda la zona para que podamos gozar de las ventajas de exterminar los combustibles fósiles en nuestro cochecito, leré, leré.

Allí, judíos sionistas, colonizadores, masacran a la población civil, la criminalizan y la hacen responsable de cualquier alteración de su orden público, suyo de ellos, como por ejemplo la defensa de la vida y libertad y sus legítimos y reconocidos derechos de soberanía sobre su propio territorio.

La actuación de los colonos es en todo equiparable en uno y otro lugar.

Y en ambos conflictos, los ocupantes aseguran intereses de terceros y se aseguran a si mismos largos períodos de reinado dictatorial, con fórmulas aparentemente democráticas pero que no otra cosa que la máscara de unos carnavales sangrientos.

Aquí se paga el peaje del freno del extremismo y terrorismo islamista, cuestión a dilucidar por los resultados (ataque a la casa de España, oh casualidad), y los tocamientos impúdicos de bolas a los que responde cierto sector de la sociedad española empeñada en hacer ensaladas con mucho perejil. Enseñan los colmillos y entreabren la puerta por si a España se le ocurre actuar con un par de cojinetes.

Aquí se nos llena la boca alegando la defensa de las libertades saharauis y sus derechos mientras nuestro gobierno le vende armas a Marruecos y a la entidad sionista, ambas especialistas en masacrar civiles y aterrorizar a la población sometida a ocupación.

Aquí todo lo que sea contrario a la actuación del rey del baloncesto, tocabolas, es una agresión a la legalidad vigente y para Palestina todo cuanto haga la entidad sionista está ajustado a la ley, ¿qué ley, pregunto yo?

Aquí la potencia administradora se lava las manos tal cual lo hizo en 1947 la Gran Bretaña en Palestina y dejó abandonado a su suerte a los palestinos. Para lavar conciencia se crea un organismo de la ONU , la UNRWA, para ayudar a los refugiados.

En el Sáhara, España se manda mudar, aunque administrativamente mantiene sus responsabilidades con territorio y población,- aquella entrañable provincia de Africa, que diría Franco-, y la ONU se refresca la hipocresía con la MINURSO.

El derecho internacional se lo pasan por el forro de las entretelas, unos y otros, España, Estados Unidos, Francia,-adalid marroquí al que vuelven la mirada y piden su amparo-, y demás miembros de este cuerpo serrano, jamón de pata negra que se sirve en la mesa de los poderosos. Migajas para los desgraciados.

A fin de cuentas, hay dos mundos.

Uno que aplasta y otro que trata de no ser aplastado.

Contra el que agrede está reconocido el derecho de la legítima defensa, y todo lo demás es bobería.

Las consecuencias de tirar piedras a los tanques son muy conocidas y habrá que atenerse a las mismas. Negociar sobre cadáveres lejos de la tierra en conflicto es un ejercicio más de la hipocresía del mundo que aplasta y sus cómplices.

“Quién comprende una mirada no necesita una larga explicación” (proverbio árabe).

¿Has visto los ojos de los niños saharauis y palestinos? Entonces para que más.

Carlos Juma

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