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Sanidad en crisis

Román Rodríguez / Román Rodríguez

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Los comienzos de la nueva consejera, Mercedes Roldós, no han sido precisamente esperanzadores, y de persistir en sus reiterados errores puede llegar a hacer buena a la anterior responsable del departamento, lo que no deja de tener mérito. No es fruto de la casualidad que el director del Servicio Canario de Salud (SCS), Ignacio Abásolo, no cumpliera ni siquiera tres meses en su cargo.

El cierre de los servicios de urgencia, las listas de espera, las huelgas de los trabajadores de la Sanidad y el consecuente descontento de los ciudadanos y las ciudadanas, que son los más perjudicados por esta pobre gestión, son el día a día de la sanidad canaria. Hoy, sin duda, la Sanidad es el servicio público más cuestionado.

Y no sólo se movilizan los profesionales de la Sanidad, también lo hacen los usuarios de distintos municipios, incluso impulsados por ayuntamientos donde cogobierna el PP. Y al incremento de la generalizada crispación han ayudado, y mucho, desafortunadas declaraciones de la consejera de Sanidad, empeñada, por lo que parece, en echar gasolina al fuego.

Transferencias

Canarias dio un salto enorme con la asunción de las competencias en materia sanitaria en 1993; que se tradujo en la creación de una red sanitaria, con la multiplicación de los centros de salud por todos los rincones del Archipiélago y la construcción de modernos hospitales, como el Hospital Doctor Negrín, el Hospital General de La Palma y el de El Hierro, y la ampliación del Hospital Insular y de la Candelaria.

La gestión canaria de la Sanidad también supuso la puesta en marcha de un adecuado sistema de atención a las urgencias ?que hasta entonces simbolizaban, lamentablemente, el pañuelo saliendo de la ventanilla de un coche, mientras se dirigía a un centro hospitalario con un herido grave-, la consolidación de las plantillas de los profesionales y la aprobación de la Ley de Sanidad de Canarias y del I Plan de Salud.

Se superaba así la situación anterior, cuando Madrid dirigía los destinos sanitarios, caracterizadas por la más absoluta descapitalización y las insuficientes infraestructuras. Y comenzamos, a partir de las transferencias, un proceso que nos llevó a los parámetros medios de atención sanitaria estatales y que repercutió en la valoración ciudadana sobre la sanidad, muy alejada de la actual desconfianza.

Es cierto que en la última década ha tenido lugar en Canarias un importante crecimiento demográfico, por demandas de nuestro modelo económico. Como también lo es el incremento de la esperanza de vida de la población y su mayor utilización de los recursos sanitarios, producto de nuestro mayor nivel de desarrollo. Pero no vale agarrarse a esa realidad ?que también comparten otras comunidades autónomas- para despejar balones y no asumir las propias responsabilidades. Si todo es culpa de la inmigración y el crecimiento poblacional, como gustan de decir Paulino Rivero y los suyos, ¿cómo se explica el deterioro sanitario en La Palma, estancada poblacionalmente en el último decenio?

Recursos

Tampoco sirve la disculpa de las insuficiencias presupuestarias. Nunca el servicio público sanitario contó con tantos recursos. Cierto es que siempre habrá más demanda asistencial o nuevas necesidades tecnológicas, pero con lo actualmente existente se puede hacer mucho más de lo que se hace. Y no se trata de trata de lavarse la cara, como hizo la anterior consejera, con un Pacto por la Sanidad, que quedó en una mera plataforma propagandística, completamente vacía de contenidos y de estrategias de futuro, como se puede comprobar con los conflictos actuales.

El evidente desbordamiento que sufren nuestros servicios sanitarios es asimismo consecuencia del papel secundario que la actual administración canaria atribuye a la sanidad. En la anterior legislatura, con la señora Julios al frente, y en los superados cien días de la actual, hemos asistido a la desidia del Gobierno de Canarias para hacer frente a los problemas de desarrollo y gestión de la Sanidad, dando la espalda a los hombres y mujeres de esta tierra, priorizando otras acciones distintas al desarrollo de nuestro sistema sanitario como instrumento de cohesión social.

Existe un grave problema de liderazgo en la Sanidad. No hay firmeza alguna por parte del Gobierno de Canarias en la defensa del sistema público sanitario, clave del Estado de Bienestar, ni voluntad de trabajar desde el diálogo para alcanzar consensos y estimular a los profesionales del sector, lo que ha conducido a la huelga convocada para el próximo 23 de noviembre. Todo ello concurre para que la Sanidad sea hoy un problema y para que se haya retrocedido significativamente en el camino avanzado por el Archipiélago en la convergencia con España y con Europa en materia sanitaria. Y mientras esto sucede, Rivero y Soria, presidente y vicepresidente del Ejecutivo, permanecen escondidos y ajenos a los auténticos problemas de la ciudadanía.

* Román Rodríguez es presidente de Nueva Canarias.

Román Rodríguez *

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