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Sanidad presupuestada

José A. Alemán / José A. Alemán

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Si añadimos el incremento de los dineros destinados a los conciertos con clínicas privadas (54.608.306 euros al área de Tenerife y 14.902 al de Gran Canaria) quedan aún más claras las intenciones del Gobierno CC-PP: continuar deteriorando la sanidad pública para potenciar la privada, con mayor poder de momento sobre el Ejecutivo en Tenerife que en Gran Canaria, como reflejan los números.

Están haciendo un uso perverso del sistema de conciertos con el mayor descaro y la muy especial y berroqueña caradura de la consejera Roldós, que está de turno. Ser enfermo de larga duración en Canarias, además de una desgracia, está resultando peligroso con estos gestores de Monopoly. Salvo que el enfermo o su familia dispongan de una saneada cuenta corriente que aguante los virus de la avaricia que contaminan a más de una de estas clínicas; y de dos, si pego a contar. No me parece mal, ojo, la Medicina privada; sí que su negocio principal sean los conciertos con la pública.

Como está uno harto de repetirlo, no insistiré: hay lo que hay; y lo les consentimos por añadidura. Luego, si se forma el lío, la culpa será de Madrid, que deberá cargar con la que le corresponde de verdad y con la de la administración autonómica, que, es fama, lo hace todo bienísimo.

Seguramente es verdad que el Gobierno central debe dinero a la Sanidad canaria; pero no es menos cierto que el despilfarro y el uso sesgado y clientelar de los fondos de que disponen los responsables autonómicos es parte importante del problema. No duele el dinero público.

Me gustaría saber, por ejemplo, qué gastos exactamente se engloban bajo el epígrafe de representatividad y atenciones protocolarias incrementado del zapatazo en un 35,85%. En tiempos eran partidas para que luciera el palmito de los titulares de departamentos y para regalos con que premiar fidelidades.

Por lo que a mí toca, libero a Roldós del gasto de felicitarme la Navidad. Seguro que ni ocurrírsele, pero, por si acaso, renuncio al detalle. Es poca cosa, lo sé; pero muchos pocos hacen un mucho, como decía una entrañable monjita de mi memoria.

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