La portada de mañana
Acceder
La guerra entre PSOE y PP bloquea el acuerdo entre el Gobierno y las comunidades
Un año en derrocar a Al Asad: el líder del asalto militar sirio detalla la operación
Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal
Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

¡Siento que me voy a poner en contra del mundo entero!

Beatriz Gimeno / Beatriz Gimeno

Las pistas estaban imposibles. Había máquinas trabajando pero nevaba con más intensidad de la que podían combatir. Lo mismo ocurrió en Madrid dos días después. Si cae una nevada así en zonas donde casi nunca nieva tan fuerte, ¿cómo no va a haber embotellamientos en la carretera?; y? ¿cómo van a salir los aviones si no pueden despegar? ¿Quién tiene la culpa de que nieve de esa manera? Sí, ya sé, siempre se pueden hacer las cosas mejor, y a todo esto se suma una huelga encubierta. Pero tengo la sospecha de que, por mucho mejor que se haga, hay cosas que no se pueden evitar. Los aviones no pueden despegar con esa nieve sin poner en riesgo la seguridad. Francamente, mientras esperaba sentada en el suelo en París, prefería que mi avión no volase a que volase inseguro. Si hay que esperar, se espera. No pasa nada, es un día, o dos. ¿Qué importancia real tiene que uno esté un día al año cuatro horas en la carretera o sentado en el suelo del aeropuerto? Y sí, también sé que para alguna gente puede ser una tragedia: trabajos que se pierden, asistencias imprescindibles?pero son los menos. Lo más que nos ocurre a la mayoría es que tenemos que esperar en condiciones incómodas, cambiar planes, soportar la tensión, la frustración.

Masa rabiosa

Grave sería que hubiese desgracias personales, que las carreteras fuesen tan malas que un vehículo derrapase y hubiese muertos o heridos; que la presión fuese tanta que los aviones despegasen en malas condiciones y se accidentasen. También sé que a veces no se trata bien a los pasajeros y eso habría que corregirlo pero el otro día, mientras esperaba mi avión, me compadecí del personal de la compañía que trataba de calmar a cientos de enfurecidas personas que parecían dispuestas a linchar a esa persona que no tenía la culpa de nada: ni de que nevara, ni de que la compañía no contrate más gente?Hay que tener en cuenta que cuando se produce un caos de esta magnitud, pocos empleados tienen que enfrentarse a una masa enfurecida. Pocos tratando de atender a miles; es imposible, también doy fe de ello; estaba allí. Puede que las compañías no hagan lo que debieran, pero la masa rabiosa que vi ese día daba miedo y tengo que decir que también entre los pasajeros se pierde la educación y se insulta a los empleados. A veces se llega incluso a situaciones cercanas a la violencia.

Incómodas nada más

Creo sinceramente que nos hemos convertido en una sociedad que no soporta la más mínima contrariedad; que no entiende que a veces nieva, o llueve, o que hace más frío o calor de lo normal y que eso puede tener alguna consecuencia incómoda; una sociedad que tiende a pensar que los poderes públicos son los responsables de todo, incluido el tiempo atmosférico o las contingencias inesperadas e imprevisibles. Me gustaría decir que en la vida pasan cosas y que algunas son graves e irreparables y que otras son incómodas nada más. Tenemos mucha suerte de vivir en un lugar en el que una nevada enorme e inesperada causa horas de atascos, que pasamos metidos en nuestros coches, o enormes retrasos en los aviones. Puede que lo que digo no sea compartido por nadie. Pero aquella noche, sentada en el aeropuerto de París, cansada, helada y con ganas de llegar a mi casa, esto fue lo que pensé.

(*) Beatriz Gimeno es escritora, ex presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales y articulista de elplural.com Beatriz Gimeno *

Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Etiquetas
stats