Silenciada crisis

A no ser que el remedio consista en ahondar más en las contradicciones y en aplazar el desastre que se nos viene encima recurriendo –si es que se puede, todo hay que decirlo- a los vuelos de bajo costo. Digo que si se puede, porque las compañías que se dedican a esa vaina afinan muy bien las distancias de sus rutas para que sean rentables. Y Canarias, oigan, está muy lejos de todas partes. El negocio, para estas latitudes, no parece tan claro. Pero, es que, ¿cómo combinar la anhelada y políticamente tan reiterada captación de un turismo de calidad y de alto poder adquisitivo, con esa petición actual del sector de que se procure, por todos los medios e instancias, convencer a las líneas de bajo costo para que nos sitúen entre sus objetivos?... Al turista de calidad y con dinero le importa un pito el precio del pasaje –y del hotel- cuando quiere viajar a un sitio que realmente le interesa. Tendríamos que preguntarnos –llegados aquí- qué diablos le brindamos de interesante y atractivo a ese potencial mirlo blanco de cliente para que se decida a visitarnos, al margen del clima y algunas parcelas de paisajes. Estamos pues, a estas alturas –crisis silenciada o crujiente recesión- suspirando por lo contrario de lo deseable: pidiendo que vengan montones de europeos de chola y pulserita del todo incluido, en lugar de estar trabajando por la calidad del destino y haciendo lo posible par que aunque nuestro número de visitantes disminuya, su desembolso sea mayor y su grado satisfacción nuestra mejor publicidad en el exterior. Ese turismo de billete tirado no va a solucionarnos la crisis ni va a aportar gran cosa a nuestra economía –no se van a dejar un euro fuera del hotel-, aunque, eso sí, engorden el triunfalismo estadístico oficial. Finalmente, parece que me pongo pesado con el tema, pero la verdaderamente pesada es la puñetera realidad- la mudez gubernamental no es más que ceguera: o cambiamos, pero lo más pronto posible, no ya el modelo turístico, sino el modelo económico en general de estas Islas, o nos aguarda en una esquina muy cercana del tiempo, más que una crisis silenciable, una etapa de ruina absoluta de la que será peliagudo que nos recuperemos en años. Siempre nos ha pasado aquí con los munocultivos, llámense cochinilla o turismo de masas.

José H. Chela