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De la sopa de letras a la Lizarra transversal
Ante ese panorama y con la gran preocupación histórica de que Nabarra formara parte del cuerpo político vasco, en el hotel Maisonave de Iruña, firmamos el 8 de Mayo de 1977 lo que se conoció como el Compromiso Autonómico para ir en la candidatura del Senado junto al PSOE y la ESEI de Goyo Monreal. Toda una Lizarra transversal donde destacaba la figura del histórico Manuel de Irujo, que nunca había podido ser diputado por Nabarra en tiempos de la República, junto a Ramón Rubial, Mitxel Unzueta, Federico Zabala, Iñaki Oregi, Luís Alberto Aguiriano, Ramón Bajo, Goyo Monreal, Enrique Iparraguirre y Juan Mari Vidarte entre otros. Aquello hizo posible que el 19 de junio de 1977, cuatro días después de las elecciones, se reunieran en Gernika 27 parlamentarios vascos, navarros incluidos, bajo la presidencia de edad de D. Manuel de Irujo, con objeto de fraguar un programa de acción común en las Cortes, redactar un proyecto de Estatuto, incluso tratar de que éste fuera otorgado por el gobierno antes de que comenzaran a sesionar las nuevas Cortes.No, no es broma lo que cuento. Esto se acordó hace treinta años en Gernika. Otro gallo nos cantaría en la actualidad si algo parecido sucediera hoy, aunque, ayer como hoy, seguimos teniendo de fondo el ruido ensordecedor de la violencia, hoy, de momento, quemando coches y autobuses públicos en nombre del Pueblo Trabajador Vasco.Para el Congreso de los Diputados el PNV tuyo al acierto de ir solo, Juan de Ajuriaguerra, le dijo a Joaquín Ruiz Jiménez a José María Gil Robles a Anton Canyellas y a Vicente Ruiz Monrabal, los otros cuatro dirigentes de los partidos que formábamos el Equipo Demócrata Cristiano del Estado español que juntos, si, en la precampaña, pero no revueltos, ni en la campaña ni en las papeletas. Y aquel interesante proyecto de centro que gobernaba en Europa fracasó estrepitosamente, ya que no obtuvo ni un solo diputado mientras el PNV lograba ocho, tres en Gipuzkoa (Arzalluz, Bujanda, Monforte), cuatro en Bizkaia (Ajuriaguerra, Aguirre, Sodupe y Vizcaya) y uno en Araba (José Ángel Cuerda).Habíamos ido a aquellas elecciones con un cartel horrible lleno de fotos individuales de todos los candidatos, porque Ajuriaguerra nunca quiso que nadie sobresaliera sobre los demás porque decía que un partido era un equipo y no plataforma de nadie, y con el slogan “Fuerza, Eficacia y Honradez”, puesto por él, al decirnos que eso era lo que debería distinguir al nacionalismo vasco. Fuerza, porque sin fuerza en política no se hace nada, más que chillar en los aledaños. Eficacia, porque había que preocuparse del día a día del ciudadano y resolverle sus problemas y honradez, ante cuarenta años de latrocinio y de saqueo.El caso es que cantamos victoria aquella noche en la tienda de Zubiri mientras las urnas decían que la UCD de Suárez iba a pilotar aquella primera legislatura. Habida cuenta que el Lehendakari Leizaola permanecía con su gobierno en el exilio de Paris se acordó cumplimentarle mientras se enviaba un mensaje a la sociedad: el Lehendakari estará en el exilio mientras no obtengamos un estatuto similar al logrado en 1936. Y, en relación con la Amnistía, cumplimos nuestra promesa. A los tres meses, las cárceles estuvieron vacías. Fue ETA quien se ocupó nuevamente de llenarlas. Como siempre.
Iñaki Anasagasti
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