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Soria debe dimitir por dignidad política
José Manuel Soria está imputado en esta causa, al igual que el secretario general del PP en las Islas, Manuel Fernández, éste último por un supuesto delito de cooperación necesaria, después de que, en octubre de 2008, Carlos Sosa, director de este periódico, le denunciara por un viaje que hizo en 2005 a Noruega a pescar salmón, invitado por el empresario Björn Lyng, ya fallecido.
Soria realizó este viaje meses antes de que el Cabildo de Gran Canaria, institución que por entonces presidía, informara a favor de la construcción de 3.600 camas turísticas en el establecimiento propiedad del empresario noruego. No me canso de decir que en realidad este no es el caso del “salmón”, sino de las camas de Anfi Tauro. La ópera de Salzburgo y la pesca del salmón fue sólo una propina.
En su comparecencia ante la jueza Margarita Varona, Soria dijo que no se explica cuál es la investigación que han hecho los expertos de la Unidad de Delitos Económicos y Financieros, durante las cinco semanas transcurridas después de su primera declaración ante la magistrada y agregó que en los documentos bancarios que ha aportado figura hasta la clave “0284” de la sucursal a la que corresponde la cuenta a la que se cargaron todos los pagos que hizo durante el viaje que se investiga, por lo que dijo que también es “falso” que en ellos “no se especifique la entidad bancaria”.
Respecto a la actuación policial en esta instrucción, que calificó como “una vergüenza y una salvajada”, el Vicepresidente del Gobierno Canario y Consejero de Economía y Hacienda, y presidente del Partido Popular, avanzó que no recurrirá a los tribunales, pese a afirmar que sigue confiando en la Justicia, y consideró que estos hechos sólo pueden explicarse en “las instrucciones recibidas directamente desde el PSOE para dilatar el proceso de investigación.
“Mientras se dilata no se archiva, y mientras no se archiva hay carnaza, y mientras hay carnaza el PSOE tiene una parte de su trabajo realizado”, aseveró José Manuel Soria López, en un ataque directo al corazón de las Fuerzas del Orden. Una postura que desdice sencillamente de lo que siempre trata de transmitir este presunto delincuente, que es un hombre de orden, pero que siembra permanentemente la duda sobre la legitimidad e imparcialidad de jueces y policías. En realidad es un político de total desorden, y pésimo gestor.
Cuando escribo este comentario, las reacciones se suceden de forma vertiginosa. Muchos políticos canarios ya piden la dimisión de Soria, incluso de Coalición Canaria, como es el caso de Manuel Lobo. Desde Tenerife me informan que un sector del Partido Popular se está planteando retirarle el apoyo a Soria como presidente del partido, incluso temen el espectáculo de la reprobación en el Parlamento de Canarias para los días 13 y 14 de este mes. Un cualificado dirigente del PP en Gran Canaria me dice que la situación es insostenible, y el hecho de que Soria haya convocado la conferencia de prensa en la sede del PP en la calle Albareda ha sido para dar una imagen de apoyo a su persona. Nada más lejos. Las horas de José Manuel Soria como político entran en una cuenta atrás. Una cuenta fatídica que sólo él podría aliviar, para él y para su partido, en donde hay mucha gente buena, democrática, que quiere darle un giro y una imagen de forma drástica. Pero mucho nos tememos que seguira enrocado, enclaustrado en su propotencia absolutista.
De sus contradicciones de este último interrogatorio, y la de noviembre del pasado año, sólo habría que resaltar que por fin reconoció que votó afirmativamente en el Pleno del Parlamento en donde se trató de las camas de Anfi Tauro, cuestión que negó en su versión anterior, y también reconoció que hacía las reservas para sus estancias en la urbanización turística a través de Manuel Fernández, secretario regional del Partido Popular, diputado autonómico y asesor del Grupo Anfi. Todo un entramado con encajes de bolillos.
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