Soria como obsesión

Soria se equivocó al calcular los ingresos del REF y ha exigido a las corporaciones que le devuelvan el dinero que les adelantó en función de ese mal cálculo suyo. Y quiere que lo hagan a la voz de ¡ya!, lo que resulta complicado por lo que los Cabildos le propusieron hacerlo poco a poco en lugar de acogerse al principio de Santa Rita, lo que se da no se quita que les pedía el cuerpo.

Pero el muy consejero no aceptó la propuesta y decidió como medida de presión para que entren por su aro no abonarles en adelante las mensualidades. En definitiva: creó el problema y ahora lo agrava con procedimientos de dudosa legalidad.

Se nos ha criticado nuestra obsesión con Soria. No la discutiré porque para qué volver a explicar que nos mueve la preocupación de que nos lleve al desastre. Conocida es su larga y fea estela de asuntos raros que lo han hecho cuasi fijo de plantilla en los Juzgados; no menos sabido es que dejó el Ayuntamiento de Las Palmas y el Cabildo de Gran Canaria en las últimas; por lo que se le premió dándole la oportunidad de hacer lo mismo a escala regional. Hace poco habló de subir los tipos del IGIC a determinados productos y tuvo que envainársela. Y ahora le corta el dinero a los Cabildos.

Podrán decir sus defensores que la tenemos cogida con él, pero está claro que es él quien viene a por nosotros. Si bien, para que no digan, le reconoceré su logro del banderón de Gran Canaria porque no recuerdo ningún otro.

Soria, en definitiva, le ha generado a las corporaciones locales un agujero de aquí te espero y todavía tiene la poca vergüenza de ponerse farruco. Que actúe así en su partido, donde presiona y amenaza para poner al frente a Australia Navarro en el próximo Congreso insular, no es asunto que importe mucho; allá los militantes si lo admiten. Pero esa utilización de los dineros públicos nos afecta a todos y es sencillamente intolerable.

No estaría mal que los reformadores del Estatuto de Autonomía planteen devolver a los Cabildos su capacidad recaudatoria para ponerlos a resguardo de sujetos como éste. Ya sé que Paulino carece de capacidad para juzgar la ineptitud ajena, pero imagino que algo se le alcanzará de este ser que no puede ser.