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¿Quién sostiene a Soria?

José A. Alemán / José A. Alemán

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Ignora que a principios de los 90 estaba el Ayuntamiento de Las Palmas tan en el piso que fue preciso olvidar el más vale malo conocido que bueno por conocer, recomendado por el pragmatismo sentencioso. Los políticos que acabarían reunidos con ATI en CC y los que aportaba el penoso PSC habían caído tan bajo al frente de la corporación que debía correrse el desaconsejado riesgo del bueno por conocer. En ese contexto, Soria aparecía inédito y como la posibilidad de poner orden. No había “alborozo” sino imposibilidad de adoptar posicionamientos ideológicos. Esa situación es la que yo describía entonces resumiéndola en la idea de que Soria no había ganado las elecciones municipales sino que las perdieron los otros; con todo merecimiento, por supuesto. Sólo el desconocimiento explica que se confundieran aquellos comentarios con jubilosas albricias tipo llegada del Mesías.

No tardó Soria en desenmascararse. Pudo disimular un tiempo mediante la propaganda y los apaños con CC, vía Mauricio. Que el tándem Mauricio-Soria planeaba hacerse con el dominio político y económico de Gran Canaria fue pronto un dato manejado; y con igual presteza fueron represaliados quienes lo señalaron. Dejo para la siguiente secuela de Entender Canarias el relato pormenorizado y documentado de estos manejos.

Por aquellos días comenzó a hablarse de “upenización” de CC. Mauricio se disponía a romper con el sector nacionalista al que debía su presencia en el Congreso para sustituirlo por los votos del PP concertados con Soria. Ése fue el origen de la escisión de CC de la que surgió Nueva Canarias. El tándem contaba con la complicidad de ATI, que lo dejaba hacer en las islas orientales, reservándose las occidentales. Un reparto del botín recubierto de labia nacionalera para que la gente de buena fe no se fijara en los negocios, de los que algunos han acabado en escándalos.

En 2004 todo estaba dispuesto para rematar la jugada, sólo pendiente de que Rajoy ganara las elecciones generales. Mauricio daba por descontado que habría de nuevo Gobierno del PP y descuidó los contactos en el Congreso con el PSOE. Así, la inesperada victoria de Zapatero lo cogió mal puesto y el tinglado se resquebrajó. Sin Rajoy en La Moncloa, poco tenía que ofrecer Soria, que se convirtió en un obstáculo para las relaciones con Madrid que quería Adán Martín, quien acabó echando al PP del Gobierno. El tándem Mauricio-Soria se disolvió como un azucarillo. Las elecciones de 2004 fueron el principio del fin de aquel proyecto de dominio.

Y llegamos a la desangelada etapa de Paulino. Éste no lo tiene tan fácil como Adán con López Aguilar apuntado a bruto. Habría mucho que hablar, pero a efectos de Soria ocurre que los mismos votantes que lo encumbraron privaron al PP de la mayoría en el Ayuntamiento de Las Palmas, la que ostenta ahora el PSC; e impidieron la de Soria en el Cabildo creando las condiciones para el apaño de psocialistas y Nueva Canarias. En cuanto a CC, ya saben, fue barrida de la isla.

Si Adán Martín nombró consejero de Hacienda a Mauricio para salvarlo del naufragio, que le alcanzó en las elecciones de 2007 en las que no salió ni concejal, Paulino acogió a Soria: ninguno de los dos presidentes tuvo en cuenta lo que se pensaba mayoritariamente de ellos en la isla de origen y quedó claro que la voluntad grancanaria no cotiza en la política autonómica en lo que le concierne directamente. Las consecuencias de ese desencuentro convierten las alusiones del lector a la “pérfida Nivaria” en chorrada para su consumo doméstico.

Todo el proceso se debe a las circunstancias políticas grancanarias que no perciben quienes no ven sino enemigos a combatir más allá de Añaza. A esas circunstancias se añade la ineptitud del Gobierno que ha recortado aún más su margen de maniobra. Los votantes grancanarios corrieron a gorrazos a CC-PP que ahora los gobierna desde el Ejecutivo autonómico. Insiste el lector en que Gran Canaria ve mal el Gobierno de Paulino porque es “de Tenerife”. Pero lo cierto es que a la ineptitud añade notable incapacidad para resolver la incongruencia de que una isla, Gran Canaria, sea gobernada por las mismas fuerzas que ha rechazado en las urnas. Resolverla implicaría una reforma electoral que no quieren. El cortocircuito definitivo anda cerca.

Son Paulino y ATI-cc, no los electores grancanarios, quienes mantienen a Soria en el escenario como pago de la factura de permitirle conservar la presidencia. Mauricio acabó dejando la política y mucho me temo que la política acabará dejando a Soria.

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