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El suspenso en historia de Lars von Trier

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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La idea inicial de los invasores era considerar Dinamarca una suerte de “protectorado modelo”, el cual disfrutara de cierta autonomía frente a las duras condiciones impuestas en otros territorios conquistados. La realidad, tres años después, demostró que, a pesar del nivel de colaboración prestado por una parte de la ciudadanía y las instituciones danesas, la mayoría de los habitantes del país nórdico no estaba precisamente contenta con la ocupación alemana.

Por todo ello, Adolf Hitler se reunió con algunos de sus más directos colaboradores, entre ellos con Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS, para tratar el problema danés. En aquella reunión, celebrada el día 30 de abril del año 1943, Hitler llegó a decir que un soldado alemán no podía pasear con tranquilidad por las calles de la capital danesa sin ser increpado por los civiles que se encontraba a su paso.

Ante tal situación, el canciller pidió que se emplearan todos los medios de los que se dispusiera para cercenar las acciones de la resistencia danesa, cada vez más beligerante. El resultado final de aquel encuentro fue la creación del llamado Peter-Gruppe, una célula antiterrorista camuflada tras la fachada de un supuesto comando comunista, a las órdenes del camarada Stalin.

Una vez finalizada la contienda, y con algunos de sus cabecillas detenidos, se pudo certificar que el Peter Gruppe fue responsable de, al menos, doscientos atentados, los cuales no solamente tuvieron como objetivos a miembros de la resistencia danesa. Sus actividades incluyeron el secuestro, asesinato, colocación de bombas en lugares frecuentados por la resistencia -tanto casas particulares, como empresas y locales- y otras acciones similares.

Los miembros del Peter Gruppe también colocaron bombas en lugares públicos, tales como el teatro Apolo o los jardines Tívoli, en la capital danesa, así como en autobuses, trenes y otros transportes públicos, sin ninguna relación con la resistencia que tanto preocupaba al Führer alemán.

Tal y como ya ocurriera en otros tantos territorios ocupados, la intención de un grupo de estas características respondía al deseo de la Alemania nazi de controlar los designios de quienes caían bajo su dominio y el precio en vidas humanas era algo totalmente secundario.

La lista de víctimas siempre es difícil de calcular, más si se tiene en cuenta el momento en el que se desarrollaron estos acontecimientos, aunque de lo que no hay duda es de que el director danés Lars von Trier se olvidó, de un plumazo, del sacrificio que todas estas personas hicieron en pos de su país.

Lars von Trier, uno de los muchos provocadores contraculturales que pululan por el mundo, no se cortó lo más mínimo al declarar -ante la prensa de todo el globo, congregada en el festival internacional de cine de Cannes- que Hitler le parecía un buen tipo y que, incluso, simpatizaba con él. Solamente le faltó levantarse, brazo en alto y saludar al mejor estilo de las fanáticas tropas de la Schutzstaffel, SS. Seguro que alguno de los que tanto fomenta este tipo de actitud contra-culturales/ subculturales o “underground” le hubiera reído la gracia.

Tras la polémica, el director se disculpó, firmó ?a regañadientes- una especie de “mea culpa” con rasgada de vestidura anexa, pero la cosa no iba a quedar ahí. El problema para el ignorante y bocazas director danés vino, porque en el estado francés hay cosas que no se pueden decir, ni siquiera en broma, y la figura de Adolf Hitler y su infame legado no es algo con lo que se deba jugar, y menos con la frivolidad que demostró Lars von Trier.

Cada cual es muy libre de pensar lo que quiera, pero, a estas alturas de nuestra historia contemporánea, nadie con un mínimo de preparación debería siquiera bromear con la muerte, el sufrimiento y la destrucción que fomentó y articuló la Alemania nazi liderada por Adolf Hitler. Con sus declaraciones, Lars von Trier no sólo ninguneó a sus compatriotas muertos durante los años en los que Dinamarca permaneció invadida, sino al resto de las víctimas que murieron bajo el yugo del régimen del terror impuesto por el Reich alemán.

De lo que no hay duda es de que Lars von Trier, como otros tantos creadores “rebeldes, alternativos y contestatarios” como él, ignoran lo que significa el concepto Crimen contra la Humanidad.

La definición de Crimen contra la Humanidad o Crimen de Lesa Humanidad recogida en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, comprende las conductas tipificadas como asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, encarcelación, tortura, violación, prostitución forzada, esterilización forzada, persecución por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos u otros definidos expresamente, desaparición forzada, secuestro o cualesquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.

Y por estas casualidades que tiene la vida, el Reich Alemán “de los mil años”, liderado por el canciller Adolf Hitler, dio carta de naturaleza a todos y cada uno de los puntos recogidos en dicha definición, de una forma que aún hoy en día cuesta comprender.

Ya sé que la ignorancia es MUY atrevida, pero hay personas que mejor mantuvieran la boca cerrada antes de decir tanta insensatez, a pesar de que ahora el ya expulsado director del certamen cinematográfico francés justifique la decisión como un acicate para potenciar su rebeldía. Vergüenza le tendría que dar ser tan impresentable en vez de ponerse en el lado de las víctimas, las mismas de las que el se olvidó cuando pretendió confraternizar con la figura de un monstruo como lo fue Adolf Hitler.

Eduardo Serradilla Sanchis

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