Espacio de opinión de Canarias Ahora
La técnica de la mezquindad
Es verdad que Aguilar no escatima los palabros, que le fluyen rápidos y abundosos muy lejos de la economía de lenguaje isleña llena de eufemismos y en la que la frase más terminante y conclusiva es la exclamación “¡son todos unos zarandajos!”; suficiente para el buen entendedor.
Los comedores de ajos se pican y ofenden, pero son muchos los que pensamos que iba siendo hora de que alguien dijera a estos sujetos lo que se piensa de ellos.
Dado que los incondicionales de CC-PP me acusarán de subjetivo y cosas peores, me voy a los hechos objetivos que tratan de ocultar.
El primero es que Aguilar derrotó ampliamente en las autonómicas a Paulino y a Soria. Es legal y legítimo, por supuesto, que los dos se juntaran; pero no es de recibo que digan haberle vencido cuando salieron tan con el rabo entre patas que curioso será ver cómo se agarran al Gobierno canario hasta el 2011 para sobrevivir tras el 9-M que les pinta mal.
Otra de las especies de CC-PP es que en Madrid no quieren a Aguilar y que se vino para acá a regañadientes. Es cierto que presentarse a las autonómicas no era plato de su gusto. Cada cual es dueño de sus y expectativas y por ahí no iban las suyas; pero las encuestas auguraban con él los resultados que se produjeron y se sometió a la disciplina de partido. Sigo pensando que hizo mal, pero es su vida.
Es mentira que no lo quieren en Madrid. Extraña malquerencia hacia quien aparece en la cúpula federal del PSOE y tuvo protagonismo en la presentación del programa electoral nacional. En realidad, lo consideran un valor en alza avalado por su labor en el Ministerio de Justicia y haber sido uno de los ministros de Zapatero con mejor nota en las encuestas.
Guste o no guste, que no gusta, a CC-PP, es inútil ocultar lo que se sabe. Nos están ofreciendo nacionaleros y populares un recital de aquella mezquindad de que hablara en su día el pintor Manuel Millares. Toda una técnica, sí señor, practicada no por el pueblo llano sino por quienes están en el poder (con jota), recelosos de quienes puedan alborotarles el corral que tienen por suyo. Así llevamos toda la vida y así quieren que sigamos. Pero ya está bien.
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