Teoría de la depresión

La depresión es un estado de ánimo, cuyas motivaciones pueden ser de diversa índole, de motivos muy diferentes. Me he autoanalizado y he llegado a la conclusión que mi estado depresivo no es motivo económico ni familiar. Me las arreglo con los estipendios que aportamos a la economía doméstica mi mujer y yo, tengo dos hijos maravillosos y tres nietos con los cuales se me cae la baba, dos padres que están en los noventa años y que están como dos rosas, y amigos con los cuales me tomo una copa y discuto del sexo de los ángeles, y del color político de las mariposas. ¿Qué me ocurre entonces? Desde que Kraepelin utilizó el término “estado depresivo”, ha habido distintas definiciones y clasificaciones, el Diagnostic and Statisti Manuel of Mental Disorders, considera a estos grupos como “trastornos del estado de ánimo”. La depresión es un estado emocional de abatimiento, tristeza, sentimiento de indignidad, de culpa. A veces pienso que tengo algo de culpabilidad por haber sido demasiado posibilista, que todo lo que pasa en Gaza y los asesinatos de los israelíes, puede que tenga que anotarlo en mi debe. A lo mejor he hecho poco esfuerzo para evitar tanto odio, tanta guerra, tanta sangre, tantos muertos, tantos niños asesinados.

No sé. Me acuerdo de Manolo Padorno, y me doy una vuelta por Las Canteras, hace frío, y pienso una vez más en Palestina, Irak, Afganistán, Chechenia, en Africa continental oprimida y explotada, en el hambre, en las enfermedades, en los niños con los ojos fuera de las órbitas, en las órbitas de los malvados desencajadas disfrutando con la sangre del prójimo. Escucho las últimas noticias de Palestina, y llego a la conclusión que aquí en Canarias, de momento, vivimos como curas, que digo, como obispos, o como Rouco Varela y Cañizares, los jefes de una Iglesia Católica que están muy lejos de los pobres y de los oprimidos, que están con el poder y con el dinero.

Me llama uno de mis nietos, y viene hasta mi despacho, y me hace una pregunta candorosa, ingenua: ¿qué haces abuelo? Y le digo que se me acabó la depresión al ver su cara sonriente, promesa de futuro, de felicidad de vida. ¿Abuelo, y qué es eso de la depresión? Y le digo que nada, que es un absurdo viviendo en Canarias, con la que está cayendo por todo el mundo. Mi nieto sonríe feliz, y nos vamos a la plazoleta de Farray.