Tiempos de aflicción

Las escalofriantes cifras de las comparaciones, entre el año precedente y el actual, habiendo sido ayudadas 800.000 personas, y en el año transcurrido, se han incrementado en 150.000 personas, oscilando la tasa en una mitad de españoles y la otra de inmigrantes los socorridos. Habiéndose gastado en el señalado año: 31 millones, y en el presente, se ha sumado el 25% a esa cantidad. Y además del perentorio y sustancial yantar, se solicitan otras ayudas colaterales, como el pago de hipotecas, que están en riesgos de ser embargadas, libros de textos para estudiantes, recibos de agua y luz, gastos para higiene, alquileres, etc. Dichas prestaciones dinerarias se han duplicado en dos años. Y ante tantas demandas, lastimosamente, el ente humanitario, se ve impotente para atenderlas todas. Lo mejor y positivo es que todavía existen gentes conscientes y solidarias, que aportan cantidades monetarias para atender estas vitales necesidades, contando Cáritas con un 90% de sus ingresos.

Muchas de las angustiadas gentes que acuden a solicitar la caridad y compasión de Cáritas, lo hacen con la máxima pesadumbre de su ánimo y contra su ética, engulléndose la hiel de su orgullo, al tener que pedir las urgentes ayudas alimentarias o económicas, para subsistir básicamente. Con las lógicas y lamentadas expresiones de haber caído en ese doloroso trance y denigro para tantas personas. Ya son muchos los integrantes de familias de jóvenes afectadas, que llegan a sumar casi 300.000; y los hogares que malviven sin ningún ingreso en la casa. Y se agrava con el aumento de la pobreza en España, que ya se sitúa en el 20,8%, en la que la exclusión y la pobreza van galopando hacia el deterioro absoluto de las mínimas autoestimas, acabando en la incredulidad y decrepitud de sus valores como persona y de cuestionarse: para qué vivir así.

Es inefable, que los sucesivos gobiernos de este país, no han demostrado la valentía que se requiere, y son muy temerosos de requerirles sus tributos, como todo ciudadano, a esa parte más favorecida de la población, que también tienen la obligación de sufragar los gastos del país. Y estos son los aviesos de la economía sumergida, el fraude fiscal, la subida de impuestos a las rentas más altas, la fuga de capitales a paraísos fiscales, el impuesto de patrimonios, las tasas a la banca (que no disminuye sus réditos gananciales), los impuestos a los bienes de lujo, etc. O el pésimo ejemplo, de la señora Cospedal, del PP, que tiene la desvergüenza y deshonradez de cobrar del erario público 254.000 e., sin que se le aplique la Ley de Incompatibilidades, (y estos pretenden gobernar el país, aviados estamos). Brillan todos ellos con luz propia y campean a sus anchas, con todos los privilegios de señoritos distinguidos e intocables. Este país lo siguen sosteniendo, en todos sus gastos, las clases medias y los asalariados, que ninguna culpa tienen de los lunáticos avatares de esta enfermiza crisis, inventada por los neocons y el capitalismo salvaje que padecemos.

Por la vía de urgencia, ha tramitado el Cabildo de Gran Canaria, la cuantía de 300.000 e. para paliar las urgencias de alimentos y demás miserias, que se están produciendo en la isla, a consecuencia de las carencias de trabajos para tanto gentío, dadas: a Cáritas, San Juan de Dios y Casa de Galicia. Y tiene el triste record nuestra Autonomía, de ser la que más personas copan las listas de desempleo de la Nación, con el 29%. Y con 118.000 familias sin que les entre al hogar un solo euro, por tener a todos sus miembros sin empleo.

Mayor continuidad tendrá el próximo año esta pandemia de paro laboral, en las lacerantes economías, que no amainarán, en el que aún se prevé el cierre de más empresas, y por lo tanto, de más personas sin empleo y bajo el umbral de la pobreza. Y, no nos engañemos: aún cambiando de Gobierno, no tiene solución inmediata. Hasta que las aves de rapiña, de altos vuelos y baja estofa moral, de las finanzas globalizadas, se sacien de tantas ganancias.

Teo Mesa