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Toca Congreso del PSC

José Carlos Gil Marín / José Carlos Gil Marín

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Bien es verdad que para cambiar hace falta ilusionar, y que al PSOE canario, con su día a día interno, le cuesta centrarse. López Aguilar ilusionó a su manera, pero su apuesta era un órdago a la grande que necesitaba mayoría absoluta para gobernar. Y no la consiguió. Cierto es que se topó con la injusta ley electoral canaria, que desde sus elevados topes mínimos para participar en el recuento de escaños y su atípica “triple paridad” ha dejado fuera del Parlamento canario casi el 20% de sus votos ciudadanos. Pero esa ley fue implementada gobernando el PSOE en Canarias, en 1982. Y aunque el mapa electoral canario haya cambiado desde aquella época enormemente, no se puede echar la culpa únicamente a lo que antes le beneficiaba, tan sólo porque hayan cambiado los actores políticos partidistas. La ley electoral influye en que el PSOE no gane elecciones en Canarias, pero también influyen otros motivos, como sus divisiones internas, sus tensiones relativas a primarias que se anulan (pensemos en Lanzarote o en Tenerife), o la ausencia de candidatos ilusionantes? Faltaría más autocrítica, y más democracia interna. Por ejemplo: ¿Por qué tiene que ser el Secretario General de un partido o el presidente de un partido el candidato a presidente de Canarias de ese partido? El artículo sexto de la Constitución española establece que el funcionamiento interno de los partidos políticos deberá ser democrático. Y un régimen de primarias o asambleario para la elección de candidatos sería lo más parecido a ello? Algo en lo que debería pensar “ad futurum” el equipo sucesor de López Aguilar.

Vladimir Ilich Lenin caracterizó estructuralmente al auténtico liderazgo político, que debería ser “la tribuna de la gente, capaz de aprovechar cada acontecimiento, por pequeño que sea, con el fin de exponer ante todos sus convicciones y sus reivindicaciones democráticas, a fin de explicar a todas y todos (su)importancia histórica”. Es ésta una reflexión que da aún hoy en día para mucho. El PSOE canario, en esta nueva etapa, debería pensar en ello de aquí a un 2011 ya no tan lejano. Si el PSOE canario quiere dejar de ser alternativa y llegar a ser gobierno, cosa que no sucede en las islas desde 1993, debería olvidar viejos clichés, viejos estereotipos, viejas dualidades. Porque en política de partidos la suma es una virtud. Y no importan los nombres. Importan las estrategias. El equipo elegido, deberá, pues, junto a la necesaria y acérrima crítica opositora, defender las causas alternativas legitimadas y la democracia interna partidista. Y defender también dosis de constructividad programática; esos deberían ser sus referentes. Esos deberían ser los referentes de todo partido que aspire a gobernar democráticamente.

José Carlos Gil Marín

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