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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera
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Así nos va

Carlos Juma / Carlos Juma

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Aquellos que se distinguen por la contundencia de una vida ejemplarizante, por sus capacidades y por la gran carga de valores, entre ellos la humanidad, quedan apartados de la vida dedicada al afán de servicio hacia sus compatriotas por los que se agrupan en clubes o estratosféricos estrados en los que toman la decisión más adecuada para el pueblo; es decir, para ellos mismos. Separan estos simios con rara habilidad “los buenos de los malos”, los que les interesa como sumisos o sicarios de los que manifiestan la lealtad a un partido político, agrupaciones de pulso y púa, colegios profesionales o asociaciones de vecinos, sin obviar la critica razonable y constructiva.

Y estamos ante una democracia con el “corazón partío”. Todos cuantos apostamos por ella, estamos inundados de una ira justa porque los partidos políticos, fundamento y sostén de cualquier democracia, han usurpado para sí el don de impartir Justicia, de Legislar, y algunos con suerte hasta de llegar a ser Ejecutivos de más de cuarenta y cinco millones de españoles. Ahí es nada.

Legislar lo que se dice legislar, pues ya me dirán ustedes que hacen personajes con cestos pedreros llenos de lo propio en el llamado Senado (que confunden con el cenáculo) o aquellos que toman sus responsabilidades, incluso la de votar, por el pito del sereno, o lo que es peor se van al lugar de interrumpido sonoros chorros aduciendo una urgencia miccional o que le duele el bajo vientre. Para qué comentar los vacíos “reposaculos” y las vacaciones de meses de duración, - pobrecitos míos-, dejando al cuidado de una España necesitada de transfusiones de sangre noble la llamada Diputación Permanente de verano.

De la Justicia se han apropiado por dos razones, una porque hay un sistema judicial que no sabemos si es honrado pero que, como la mujer del César, deberá parecerlo y dos, por la clara connivencia político-judicial, de cenas íntimas sin el menor sonrojo. Y como la excepción confirma la regla, digo yo que hay personal al servicio de la Justicia que no esconde la cara, que son honestos, que hablan con una claridad asombrosa o que dictan autos que son verdaderas joyas.

Esta es la sensación predominante de la sociedad en la que estamos insertos. No le diré que hable con tal o cual persona de a pie, ya lo he hecho yo.

Seguimos mezclando el culo con las témporas; los pilares básicos de cualquier democracia que se precie de serlo, concretamente la nuestra, la es-pa-ño-la, tiene las columnas inclinadas como las que soportan la mezquita de Córdoba, aunque por diferentes razones. Aquellas se inclinan para esquivar los leñazos que le lanza el periodismo, y las otras para expresar arquitectónicamente que sólo Dios es Perfecto.

A mí eso de que un abogado, sin ejercitar una oposición se convierta en juez no me convence. Méritos acumulan en gran cantidad los parasanitarios pero eso no les convierte en médicos. Y hay magníficos conductores sin carnet pero como te trinquen vas a la cárcel.

La ley del Talión, preludio de la proporcionalidad del delito con la pena, ha ido transformándose, afortunadamente, en la legislación acorde con los tiempos que corren, es decir, a más corruptos sean los reos antes se les absuelve, a poco que roben unas gallinas más tiempo de prisión les caen, y guay de ti como se te ocurra pisar una especie protegida, pongamos que hablo de los carcamales de Madrid (tesorería del reino), de Soria (criadero de fétidos salmones) o de Valencia ( “campo” que es tierra de flores de luz y de sol).

Y que decir del Ejecutivo, pues que más que ejecutar, aplica unas medidas absolutamente desquiciantes, producto de una irredenta costumbre de darnos caramelos para que callemos.

Está muy bien ayudar a los desfavorecidos y a los que precisan de otros para existir desde una Justicia distributiva garantizada por el Gobierno de España. ¡Bravo!

Pero y que has hecho con las Eléctricas, ¿por qué se ordena el cierra una central y se compra energía mismamente nuclear a Francia? Para que sirven los contadores, ¿para estimar o para leer los números de kilowatios? Ya hablaremos de la bórica agua canariensis (RAE: Sólido blanco, en forma de escamas nacaradas solubles en el agua, que se deposita en aguas de origen volcánico y tiene usos industriales y antisépticos).

Hace nada de tiempo se cobraba una burrada por el aparcamiento del coche con un mínimo, independientemente del tiempo que estuvieras. Pero claro llegó Robin Hood y dijo que solo había que cobrar- apropiarse de lo justo-, y ¿cuál es la diferencia en torno a lo antedicho?

Me gusta el genérico Todos, que cada cual celebre su condición y gustos sexuales en su casa, que se hable sin tener tan mala educación como para preguntar si es homo, hetero o transexual, que me digan cual es la razón que penaliza a un exhibicionista y no la exhibición del día del orgullo gay, que quién quiera tomarse unas copas hasta emborracharse lo haga en su casa o en los bares, y tres cuartos de las otras drogas, porque “rara avis” es mear en el comedor o dormir en la cocina, me gusta que los locos tengan un lugar digno donde cobijarse, rehabilitar su conducta si fuese posible y alejarlos de ésta sociedad, no por la sociedad sino por ellos mismos, diana de burlas, reposo de moscas y desinhibidos que lo mismo ayudan a una viejecita a cruzar la calle que asesinan a sus padres en plena paranoia.

Me gusta mi ciudad como era, cálida y cordial, educada y de buenos modales y que dejen las pirámides y mamotretos para Tutankamón. No me gusta la hostilidad de lo que apuran su velocidad para atropellarte o darte un susto de muerte, los médicos corruptos, los que no se comprometen,- tan alejados de los magníficos galenos que nos honran con su esfuerzo-, los hospitales deshumanizados llenos de kilométricos pasillos ni los policías que se hacen los bobos cuando hay que estar y que luego te clavan el jornal de una semana por ir en bicicleta por Las Canteras o por una simple cagada del perrito.

Todo tiene su excepción y de todo hay en la viña del Señor pero nunca ha sido más cierto aquel aforismo de que “lo malo acontece porque los buenos callan”.

No es de recibo que los asesinos, violadores y otros delincuentes de similar categoría tengan beneficios penitenciarios o que rancios comunistas de siempre no duden en lanzar improperios contra la gente de bien, cobrando el salario de “liberados” y colocados en la lista de proetarras al parlamento europeo. Y tres cuartos de los que se amparan en siglas para caminar bajo palio y apestan como los sepulcros blanqueados.

No echo de menos tiempos pasados pues no se llora sobre la leche derramada y es que, además, tenemos pendientes en la memoria de nuestra España que debemos recordar unos y otros, a tantos comisarios políticos franquistas y rojos que señalaron con el dedo, delatando a quienes habría que fusilar, disfrutando, hoy día, como los nazis, en la hipocresía de una silla de ruedas y se yerguen cuando creen que nadie los ve. Queden los muertos en paz pero sus verdugos vivientes no deben seguir en la impunidad de la ancianidad con una mente lúcida. Antes de perdonar hay que reconocer o hacerles reconocer sus graves conductas delictuosas y para eso está la Justicia, para tipificarlas.

Me inquieta que lo que se estimamos como herencia de nuestros padres es sólo un préstamo de nuestros hijos. Todavía nos creemos dueños del mundo, y los estúpidos, dueños de la Humanidad, aquellos explotan recursos naturales, y éstos los valores los transforman en Fondos de Inversión. Así nos va...

Carlos Juma

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