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Vampiros en La Moncloa
Confianza, pido confianza, dice el presidente. La confianza da asco, pienso yo cuando veo a estos señores de las 37 empresas más importantes del PIB pidiendo mano dura, arengando a Zapatero: ¡ que no le tiemble el pulso, señor Presidente, que los mercados nos están acechando! ¿Por qué no dicen contra quién debe forzar el pulso y dar el puñetazo este gobierno? Lo sospechamos, pero no estaría mal que un día fueran sinceros y lo dijeran clarito. La mano dura es contra lo de abajo, contra los despedidos por estos vampiros, contra los desahuciados de sus casas por estos sinvergüenzas, contra los que dependen de la sanidad pública para sobrevivir, contra los que no tienen dinero para mandar a sus hijos a la escuela privada, contra los que tienen el privilegio de tener un contrato de trabajo respaldado en un convenio colectivo... Ellos son el objetivo de sus reformas económicas.
Un presidente del gobierno rodeado del patriota de Telefónica, que multiplica sus beneficios tras pagar prejubilaciones y despedir al personal en España para poner a operarios en el lejano Perú, desde allí atienden las llamadas de los clientes españoles a precio de hambre. Y qué decir del otro guardaespaldas de la reunión, Emilio Botín, el amo del Banco de Santander.
Ahí están sentaditos como jugando al monopoly. Después de habernos comido a algunos cientos de miles de obreros con la reforma laboral que dejó el despido a precio de menú del día, queremos más sangre. Por ejemplo las pensiones. Cambiemos la edad. Hay que trabajar más años, por el mismo o menos precio. Destruyamos la negociación colectiva. Estos vampiros son insaciables, no se conforman con tener el mango de la sarten, quieren la sartén , el aceite y la propiedad del huevo que vamos a freír .
El otro tema estrella es la reforma financiera: vamos a comernos las cajas de ahorro, no queremos oasis en el desierto, las mismas reglas (no reglas) para todos, todo por la pasta, el lucro, pasemos de fundaciones sin animo de lucro a fundiciones sinónimos de lucro. Estaría bien reformar el sistema financiero para controlar a los especuladores, para poner impuestos a la banca, para cerrar los paraísos fiscales. Pero eso no interesa a los que más hablaron en la reunión de la Moncloa este sábado: Francisco González, presidente del BBVA e Isidro Fainé, presidente de la patronal de la banca.
En menos de un año de crisis la banca española echó a la calle a 10.600 trabajadores y cerró más de 1000 oficinas. Y siguió con su beneficio. Allí estaban Francisco González, presidente del BBVA, asesorando al presidente con recetas para crear empleo después de haber echado a más de 8.500 trabajadores, y Emilio Botín, del Santander, pidiendo mano dura después de haber dejado en la calle a 934 trabajadores.
Para entender esta fiesta de los vampiros en la Moncloa recordemos a Marx (no Groucho, sino el alemán, el peligroso): “El capital es trabajo muerto que, al modo de los vampiros, vive solamente chupando trabajo vivo, y vive más cuanto más trabajo chupa.” En el siglo pasado el mensaje era más directo: se hablaba de lucha de clases, de burguesía y proletariado, de conflicto de intereses. Ahora que Fukuyama decretó el fin de la historia, tras la victoria del capitalismo todo suena a viejo menos el capitalismo mismo. Por eso nos hablan de los ataques de los mercados. ¿Quiénes son los mercados? ¿No tienen nada que ver con BBVA, con Banco de Santander, con Telefónica, con Globalia, con Endesa, con Sacyr, con ACS?? ¡No, no, qué va! ¡Nosotros no fuimos señor presidente! Nosotros venimos aquí a pedirle la llave del banco de sangre, venimos a decirle que el conde Drácula está muy enfadado, y usted debe reaccionar para evitar que se enfade más. Somos los vampiros buenos que estamos dispuestos a tragarnos la sangre que queda antes de que llegue Drácula. De nada, señor Presidente.
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Juan GarcÃa Luján
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