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Por donde van los tiros

José A. Alemán / José A. Alemán

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No meto en el mismo saco a la ultraderecha y a las víctimas del terrorismo, faltaría más, pero sí creo que han sido engañadas de mala manera. No tiene otra explicación que la manifestación del otro día arremetiera contra el Gobierno porque no quieren etarras ni allegados de candidatos en las próximas elecciones. Lo que está muy bien, pero mejor estaría si no se ocultara que la decisión sobre si las candidaturas en cuestión están contaminadas o no corresponde a los jueces. Salvo, claro, que se le exija al Gobierno que dicte decretos anulando los fallos judiciales: entonces estaríamos hablando de otra cosa.

La violencia etarra siempre le ha venido bien a la ultraderecha para agitar, aunque en esta ocasión resulte alentador que se limitara a gritar “¡Rubalcaba a prisión!” lo que, sin duda, resulta más soportable que aquel “¡al paredón!” de ordenanza en otros tiempos.

Y como éramos pocos, parió Aznar. Nada que objetar a las que largó sobre Gadafi ya que, al fin y al cabo, todos somos conscientes de la hipocresía occidental al denostar a quien no hace tanto era un amigo tan extravagante que hasta le regaló un caballo. Sólo apostillaría que trata Aznar de legitimar, poniéndola ante el espejo de la intervención en Libia, lo de Irak. Con olvido, nuevo engaño, de que, al margen de lo que pueda parecerle a cada uno de nosotros el despliegue contra Gadafi, lo de Irak no contó con autorización de la ONU y se hizo contra la voluntad de un número muy significativo de españoles, por no decir la mayoría. El atentado de Atocha fue una de consecuencia por más que lo nieguen los peperos. La intervención en Libia podrá parecernos bien o mal, pero cuenta con el respaldo de la legalidad internacional. Es lamentable tener que recordar estas cosas a cada momento, pero el PP juega con la flaca memoria que atribuye a la opinión pública con un estilo único para retorcer la realidad hasta que le encaje.

Con todo, lo peor de Aznar son sus esfuerzos por desacreditar en los foros extranjeros a Zapatero y a su Gobierno sin importarle dañar a los intereses de España. Ya en alguna ocasión ha tratado de desalentar a inversores extranjeros por lo que no me sorprendió que afirmara, en la Universidad de Columbia, que España no está en condiciones de pagar la deuda exterior. Eso, en boca de un ex presidente del Gobierno, es una llamada a que los inversores pasen de España en el intento deliberado de crearle las mayores dificultades al Gobierno. Indica, para mí, algo más significativo: a Aznar le importa tres pitos que esas dificultades acaben pesando negativamente sobre las espaldas de la gente de la calle, que es la que habrá de soportarlas .

El PP se lanza a degüello en cuanto ve la menor posibilidad de que el Gobierno levante cabeza. La utilización del terrorismo en la lucha de partidos tiene el mismo objetivo: que el fin de ETA (del “Movimiento Vasco de Liberación”, según Aznar cuando no negociaba, qué va con los terroristas) no se produzca con Zapatero en La Moncloa. Necesitan los peperos ganar para gobernar, por supuesto; pero también para meter en el dique seco a la fiscalía anticorrupción, acabar de limpiar la Justicia de jueces incordio, borrar del mapa asuntos molestos como el Gürtel y apretar el acelerador de las privatizaciones y de la liquidación de lo que no lo se cargue Zapatero del estado de bienestar. Por ahí van los tiros. Si no lo creen, fíjense. No hace falta salir de las islas para comprobarlo. Que hasta Rodrigo Rato salió asombradito del nivel neocón del empresariado canario en su reciente visita.

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