Espacio de opinión de Canarias Ahora
Mi vecino es un maltratador
Sí, ya lo sé. Parece que en las últimas semanas mi vecino se excedió en sus formas. Parece que en las últimas horas está sacando un rostro más agresivo del habitual. Dicen que roció con agua caliente a sus hijos rebeldes. Que primero los rodeó, luego los roció con agua caliente y al final le tiró gases y balas. Dicen que los agredidos huyeron cuando el sol no había salido, en la oscuridad de la noche, los cobardes siempre atacan cuando no hay luz.
Pero le insisto, se trata de un problema doméstico. Me cuenta usted que mi vecino no es un padre violento. Bueno que sí lo es, que también maltrata a su familia. Pero que lo que usted quiere denunciar no es el caso de un padre que pega a sus hijos. Que en realidad es un ladrón que hace 35 años se metió en una casa que no es la suya. Que desde entonces se aprovecha de las riquezas de esa casa, que ha provocado el éxodo de buena parte de los antiguos dueños de esa vivienda y que, además, ha traído a su gente a ocupar la mayoría de las habitaciones.
Viene usted a decirme que no hay negociación posible entre el asaltador de una vivienda y su primer habitante, el que levantó la casa. Me cuenta que la cosa es muy sencilla. Se trata de que toda la comunidad se implique. Que todos los vecinos protestemos porque hay un señor que se metió en una vivienda y está maltratando a los que allí vivían, y se está quedando con su comida, con sus bienes. Y está haciendo desaparecer a los primeros habitantes.
Sostiene usted que lo ocurrido en las últimas horas supera todos los límites. Que el silencio de la comunidad ha dado alas al forastero agresivo, que ha sacado tanto pecho que se puso más violento que nunca, y si a algún vecino se le ocurre tocar en su puerta para preguntar que de dónde vienen esos gritos, el forastero no abre la puerta y sigue machacando a los que están dentro de la casa.
Me cuenta usted que ya está bien. Que resulta impresentable que en esa vivienda hay unos señores extranjeros viviendo a cuerpo del rey, con vacaciones pagadas por la comunidad y ajenos a los abusos de mi vecino maltratador. Me pide usted que mis vecinos y yo dejemos de mirar para otro lado. Que estamos hablando de muertos, de torturados, de desaparecidos. Que todo eso está ocurriendo aquí al lado, a menos de una hora en avión. Que si no me da vergüenza de estar tan callado. Que si no me siento cómplice de lo que está pasando tan cerca. Que si no me he leído la declaración internacional de los Derechos Humanos.
Me dice usted que los agredidos también son mis vecinos y que estoy obligado moralmente a defenderlos. Tiene usted muchos argumentos que echarme en cara. Y yo, la verdad, es que empiezo a sentirme un imbécil después de estar repitiendo durante los últimos 35 años la excusa de siempre : oiga, es que yo quiero llevarme bien con mi vecino.
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Juan GarcÃa Luján
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