El viaje a ninguna parte

El ganador de las elecciones generales de este domingo se dispone a gozar de una relajante Semana Santa -a diferencia de Mariano Rajoy, deshojando la margarita de su dimisión en su apartamento de Puerto Rico, justo frente a la oficina de Correos-, y no porque catalanes y vascos hayan corrido a la voz de ya ante el movimiento de fichas de ZP, sino por el simple hecho de que con 169 escaños, el PSOE tendrá más fácil gobernar que con 164. Es de cajón.

Es en este contexto aritmético donde el fiasco de CC cobra una doble vertiente alarmante para los intereses de la Comunidad Autónoma Canaria. De un lado, Zapatero, por citar en su entrevista la noche del lunes en Telecinco, citó hasta al vecino del quinto izquierda menos al ex grupo canario en el Congreso. Hizo guiños incluso al desastre que ha dejado a IU con los mismos escaños que CC y no se olvidó de los gallegos, que también suman dos escaños en el Grupo Mixto.

CC, por su parte, se lame las heridas como mejor sabe: niega el “cataclismo” que ha supuesto, por ejemplo, dejarse ganar por el PSOE en su propio territorio al no sacar -oficina de Correos mediante- ni un sólo senador en las islas occidentales, y sobre todo ese “pacto de perdedores” de mayo de 2007, que liga su viaje a ninguna parte, casi de por vida, a la suerte del PP.

La pérdida de votos del nacionalismo institucional canario en todas las Islas es generalizada. Y es de nuevo en Gran Canaria donde se focaliza la gran crisis de este invento de 1993 que ha marcado el devenir político de la Comunidad durante tres lustros. Nueva Canarias no ha cubierto las expectativas que le daban un diputado por Las Palmas y ha sido barrida por esta España bipolar, perdiendo más de 13.000 votos con respecto a mayo de 2007, pero lo de CC -campaña brutal aparte, contra NC fundamentalmente- es para cerrar el kiosko y mandarse a mudar.

La estrategia de NC, al menos la pública, ya ha sido trazada por su presidente, Román Rodríguez: llegar a acuerdos con “otros sectores” de CC a excepción de ATI. Es decir, ganarse para la causa de centro izquierda a Asamblea Majorera y ahondar más en la crisis de CC y PIL en Lanzarote a través de su aliado del PNL. Sin embargo, en CC parece que nada se mueve, que el objetivo marcado de hacer perder a NC su diputado le basta y sobra.

Es el viaje a ninguna parte del nacionalismo institucional canario, herido de muerte desde la esquizofrenia del potaje del centro-derecha a la izquierda en la misma casa común, y con la pérdida de una ocasión histórica para recuperar para Canarias el protagonismo del cual gozó en 1996 cuando José María Aznar hablaba catalán en la intimidad. ¿Se imaginan una CC escorada al menos al centro progresista de aquella época siendo importante actor de reparto en la gobernabilidad de Zapatero?

Algo debe moverse ya en el nacionalismo institucional canario. Román Rodríguez ya ha dado ese primer paso al que deberían responder los majoreros. El horizonte de 2011 será el que marque los movimientos y ahora no habrá excusas de la falta de tiempo: ganar un espacio nacionalista de centro izquierda estable y ampliado es más indispensable que nunca. De lo contrario, quienes acusan a NC de ser la pata folclórica del PSOE tendrán tantos argumentos como quienes hacen lo propio con CC con respecto al PP. Ese “hecho diferencial canario” de la España bipolar.