La vivienda en modo Singapur
El método chino que hace candidata a esa civilización para la hegemonía planetaria consiste en imponer el consenso. Claro que esto comporta represión y falta de libertad.
Pero los chinos o sus dirigentes creen de forma decidida que el capitalismo occidental no monopoliza el concepto de economía de mercado. Separados del axioma donde el mercado es imperativo de eficacia y de libertad, allí han formateado esa economía de mercado de forma que el mercado lo regule todo menos al mismo mercado que lo regula el Estado.
La vivienda digna es un derecho constitucional de todo español y se me ha ocurrido pensar que en Canarias podíamos ser líderes en la satisfacción de ese derecho que es una ambición y es un anhelo irrenunciable. El objetivo es satisfacer un derecho principal y conformar una sociedad de pequeños propietarios, una buena forma de redistribución de la riqueza.
Se trata de disponer de un gran parque de viviendas público construido por o con la iniciativa privada. En el fondo subyace la diferencia entre redistribución y predistribución. Con esta segunda forma, podemos reducir las desigualdades con la eficacia que deriva de convertir a tantos ciudadanos en propietarios. Si alguien se toma en serio lo que aquí se escribe estará ejerciendo un liderazgo o encabezando una ocurrencia. Al modo Singapur.
En Singapur disponen de un organismo público que regula todo el proceso de construcción y gestión del parque de viviendas. Este organismo que ya hecho al 90 por ciento de su gente propietarios se nutre de una fuente similar a la seguridad social nuestra y de ciertos impuestos colaterales
Para ello hemos de partir de una premisa básica. No haremos un plan de viviendas más, sino que tras la redacción de más de media docena de esos planes en Canarias hemos de satisfacer ese derecho aplicando una suerte de método chino al problema de la vivienda en Canarias. Política de vivienda ficción.
Ya sabemos, porque es indesmentible, que la iniciativa privada es insuficiente y la pública ineficaz para este menester. Y dejando atrás los números de oferta y demanda de satisfacciones que se concretan en un déficit, incluso haciendo abstracción de si pretendemos satisfacer el derecho en forma de alquiler o en la forma de propiedad. Eso sí, esta reformulación del problema debe tener la virtud de interesar modos intermedios entre la propiedad y el alquiler, más allá del cohousing y nuevos productos como la titulización de ese activo que es la vivienda. Iríamos a una nueva relación entre el parque público y sus propietarios
Así las cosas, formulo una tesis: hemos de crear las condiciones objetivas para que la actividad de construir viviendas se beneficie de los vientos a favor de la iniciativa privada que es donde soplan los vientos más fuertes y anidan los recursos más creativos de la sociedad.
Podemos pretender que construir viviendas sea un sector de la economía productiva rentable y no especulativo por estar bajo la atenta mirada del gobierno. En una sociedad con economía poco diversificada, tierra de monocultivos, podemos inaugurar una nueva oportunidad para crear riqueza.
Obvio es decir que un presupuesto básico es disponer de una marco financiero y fiscal que anime a ejercer esta actividad como producto innovador. Hemos de atraer a este segmento de oportunidades a muchos. Que el mismo pálpito emprendedor que anima a abrir un restaurante o cualquier negocio, anime a incorporar emprendedores que quieran construir viviendas. Todos esos emprendedores serán bienvenidos a un sector donde los avatares financieros no sean motivo de disuasión. Esto no es frecuente, pero es posible a través de los presupuestos de la comunidad autónoma que vacune nuestra iniciativa a los caprichos de ese Leviatán de nuestros días al que llaman de forma casi onírica“ los mercados”, asegurando la acción sostenible de nuestra política de vivienda.
Ahora hemos de poner a contribución el suelo. El suelo no puede ser razón que se interponga en nuestros propósitos. Y de igual forma como hemos añadido al inventario de figuras urbanísticas los planes de modernización para el sector turístico que pueden modificar y acaso retorcer el planeamiento existente, podemos imaginar planes especiales que habiliten cualquier iniciativa de tamaño suficiente y que puedan romper las costuras del planeamiento vigente si se confirma que tiene por resultado un espacio urbano mejor y una resultante ambiental más viva e intensa, poco consumidora de territorio.
También hemos de abrir el debate entre construir viviendas para un modelo de ciudad o de un modelo de isla. Cabe pensar que lejos de ensanchar polígonos urbanos podemos ubicar viviendas en pueblos que han sido dotado de equipamientos y conexión. Aquí hemos de decidir entre un modelo de relación, un estilo de vida y un esquema de convivencia convencidos de que muchos rincones de cada isla seleccionados con acierto ofrecen igual marco de ventajas y conveniencias que el ámbito metropolitano. Una forma de aprovechar la enorme inversión ejecutada en villas y pueblos de la geografía canaria.
Y como la administración ralentiza y cualquier organismo o medio propio creado para dinamizar la tarea se contagia de la burocratización que hoy es consecuencia de un pandemónium de normas e incertidumbres, podemos arbitrar la presencia de agencias privadas que desde que se activa una iniciativa y con la cercana vigilancia de la administración, dirija el proceso de la gestión hasta la entrega de la vivienda al ciudadano. Las iniciativas y la inversión no deben someterse a listas de espera.
Por último, es claro que si los aquí vivimos tenemos cubierto el derecho a la vivienda, hemos conseguido una sociedad de pequeños propietarios. Por eso las viviendas así generadas pueden titulizarse por el gobierno de forma que ese activo pueda utilizarse en los mercados financieros para en forma de tenencia flexible, atender a coyunturas familiares, más allá de la hipoteca que es la soga que siempre llevaba consigo aquel personaje de ficción por si tocaba ahorcarse. Se trata de tener una vivienda para disfrutarla, pero también como recurso ante coyunturas personales o familiares.
Es claro que esta propuesta se incardina en la heterodoxia, pero la alternativa cero es la mansa sumisión al reloj de arena que suministra viviendas siempre insuficientes y observa como pasa la vida de tantos sin tener satisfecho ese anhelo tan principal. La alternativa cero también es pasar por el trago del gobierno anterior de demandar viviendas vacías para su incorporación al parque público de viviendas y recibir la respuesta de ochenta y cinco titulares de viviendas desvencijadas.
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