Espacio de opinión de Canarias Ahora
Voy al baño, zorra
Por si fuera poco, a estos empresarios tampoco les hace ninguna gracia que sus empleadas se queden embarazadas. Como a una rumana se le ocurrió la disparatada idea de quedarse encinta, una encargada la recriminó y la advirtió que allí se venía a trabajar y no a tener hijos.
La encargada debía ser un poco tonta porque si no deja que sus empleadas sean madres, ¿a quiénes va a explotar la empresa el día de mañana? Si las esclavas del siglo XXI no paren esclavitos, empresas como Agronativa de Cieza sucumbirían inmediatamente.
Todo este disparate es en buena medida consecuencia de la crisis económica galopante que padecemos. Los empresarios se envalentonan y explotan a sus trabajadores como nunca. El que no quiera las migajas se va a la calle, que siempre habrá otro que coja el trabajo sin rechistar.
Esta historia real salía a la luz el día siguiente de que un juez dictaminara que llamar zorra a la exesposa no es un insulto ni por asomo. Yo no sé si él llama a su mujer de esa forma tan cariñosa, pero tengo para mí que la inmensa mayoría de las mujeres no se sentirían muy felices con ese tipo de expresiones machistas y descalificatorias. Todo un despropósito.
El juez interpretó que el ex marido, que había expresado a su hijo su deseo de ver a su mujer dentro de una caja de pino, la denominó zorra por no llamarle astuta. Hay jueces que son más ingenuos que Bob Esponja. Aunque hay un punto en el que lo ingenuo se funde con lo malévolo. Desgraciadamente ya no sabemos dónde empieza uno y dónde acaba otro.
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