Espacio de opinión de Canarias Ahora
Zapatero se viró guirre
Es lícito sospechar que al PP le preocupa el pacto y no les cuento si tiene éxito. De ahí la carajera del miércoles. Los dos partidos batallan para mejorar sus expectativas electorales y reducir las de su antagonista y si a Zapatero interesa que la economía comience a dar señales de vida, a Rajoy todo lo contrario: piensa que la crisis lo acerca a La Moncloa.
Aclaro antes de continuar que la personalización en Zapatero y Rajoy es por economía de lenguaje. En realidad, poco importa lo que puedan sentir uno y otro en su fuero interno, como individuos ya que, aunque los líderes impriman su sello personal a sus formaciones, lo determinante son las estrategias partidistas generadas por los conglomerados de intereses que están detrás de los partidos; estrategias que los líderes suelen compartir, si bien pueden no estar de acuerdo en todo y aceptarlas para conservar el liderazgo.
Quiero decir que Rajoy puede desear tanto como cualquiera la superación de la crisis, pero lo que nos interesa es que acepta la estrategia del PP basada en que se demore y hacer cuanto sea posible para conseguirlo mediante, por ejemplo, el “no” sistemático a cualquier iniciativa gubernamental, el uso de las tintas más negras para pintar la situación, el recurso a la ocultación o a la descalificación de los inicios de mejoría y el desprestigio de la solvencia de España en el exterior. No siempre la dinámica de la conquista del poder coincide con los intereses del país y creo que éste es el caso.
Al PP le aterra que le salga bien la jugada a Zapatero. Acudió a negociar con el Gobierno obligado por el qué dirán y el miedo a quedarse solo. Sin dejar de torpedear el encuentro, de mostrarse reticente y de restarle importancia a las conversaciones con el envío de representantes de segunda fila. Así se entiende el número del miércoles en el Congreso en que volvieron los peperos a tirar de la lucha antiterrorista. Se había llegado al acuerdo de dejar de utilizarla en el debate político, pero era lo que tenían a mano para meter bulla y entre otras barbaridades afirmaron que Zapatero nombró a Rubalcaba ministro de Interior por recomendación de ETA. Agüita.
No sé si el encontronazo parlamentario introducirá tensiones que dificulten las conversaciones. Tampoco si restará relevancia mediática a las conversaciones económicas. Pero nunca podrá decirse que el PP no lo ha intentado.
En cuanto a Zapatero, quiere que se vea el principio del fin de la crisis y le viene bien la torpeza del PP cerrado en banda y dando la impresión de que cifra sus esperanzas en que cuanto peor, mejor para ellos. Los “no” sistemáticos a cuanto salga del Gobierno le han permitido lanzar su propuesta de acuerdo y meter a Rajoy en un brete; porque si no se sienta a la mesa corre el riesgo de visualizar su soledad parlamentaria si los demás firman. Por cierto: Rajoy habla con frecuencia de la soledad de Zapatero, pero lo cierto es que éste ha ido capeando temporales mientras el PP no consigue entenderse con las demás fuerzas; su reconocimiento de que no presenta una moción de censura al no disponer de votos suficientes para ganarla es significativa.
Zapatero ha aprovechado el sentir general de que las fuerzas políticas pacten para lanzar un envite a Rajoy, quien ha enseñado demasiado su juego con tantos “noes”. Su esperanza es que no haya acuerdo; su fallo, no calibrar a Zapatero. Lo presentó al principio como un papafrita y llegó a creérselo. No reparó en que salir de León, hacerse con el liderazgo psocialista y saltar a La Moncloa requiere ciertas habilidades, no poca astucia y una dureza considerable para pisar sin reparos las aspiraciones de otros y subir. Lo consideraron un Bambi o un penene y cuando se dieron cuenta estaba encaramado arriba.
Dicen que un político sólo piensa en las próximas elecciones y que un hombre de Estado lo hace en las siguientes generaciones y me da que Zapatero intenta pasar por lo segundo. No descuida las elecciones, pero trata de transmitir la imagen de hombre de Estado cuando afirma, mucho últimamente, que tiene su mirada puesta menos en el día a día que en los que vendrán detrás.
Para mí Zapatero es un enigma, no me acaba de convencer y no sé si tendrá sustancia de hombre de Estado, que es lo que se necesita ahora cuando nada volverá a ser como antes y es preciso aceptar con los cambios de futuro. Lo que tengo claro es que el PP cometió el error de considerarlo un simple accidente, un pobre pajarito ingenuo y se le viró guirre.
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