Espacio de opinión de Canarias Ahora
La zona de confort
Ya sea por motivaciones económicas, por razones climáticas, por conflictos geopolíticos, así como por otras innumerables causas, los procesos que afectan e influyen sobre la emigración no son nada simples de afrontar, ya sea desde la perspectiva del buenismo acogedor o de la expulsión contundente, donde la razón humanitaria brilla por su ausencia. Pero para entender el fenómeno, como se le quiere denominar, qué mejor que ponerse en la piel de quien debe hacerlo y las repercusiones que pudiera albergar. Desde peligros en la travesía hasta discriminación en las sociedades receptoras pasando por una situación de supervivencia, no nos puede hacer olvidar que toda amenaza puede convertirse en una oportunidad, tanto para la diversidad cultural como para el enriquecimiento de las sociedades de destino. Por esa razón, una gestión efectiva no requiere de medidas simples y obvias como cambiar de rumbo a los diferentes medios de transportes o meterlos en un avión redirigido y, si te he visto, no me acuerdo. Se trataría, por tanto, de realizar un enfoque integral que aborde las causas subyacentes, brinde protección a los derechos de las personas que se trasladan, así como a las sociedades que las acogen para fomentar la integración, donde la cooperación internacional desempeña un papel crucial. Y ¿por qué? Porque la desigualdad económica es un hecho y, como vasos comunicantes, las sociedades se intentan igualar, teniendo en cuenta que una pequeña élite económica concentra la riqueza y el poder, mientras que la mayoría de la población enfrenta dificultades económicas significativas. Las altas tasas de desempleo, en particular entre la población joven, ofrecen una falta objetiva de oportunidades laborales donde los bajos salarios y la inseguridad laboral son comunes, lo que dificulta el acceso a una calidad de vida digna.
Pero si no te mata el hambre, puede que una bala sí lo haga porque hay lugares que han sido testigos de numerosos conflictos armados, donde estos, a menudo, tienen múltiples causas, que van desde rivalidades étnicas y políticas hasta luchas por los recursos naturales, presionando los desplazamientos porque, qué mejor que buscar la paz como un componente esencial para el desarrollo económico. Y si las armas no te invitan a irte, puede que el clima sí lo haga, teniendo en cuenta que el cambio climático es una realidad, por mayores dosis de negacionismo que se le intente incorporar. La sequía, el aumento de las temperaturas y la desertificación han contribuido a la degradación del suelo y a la escasez de agua y alimentos en muchas regiones. Esto afecta a la subsistencia y provoca migraciones masivas en busca de condiciones de vida más sostenibles. De hecho, según Naciones Unidas, haciéndose eco de datos provenientes del Banco Mundial, casi 220 millones de personas podrían verse obligados a desplazarse por motivos climáticos en el año 2050, poniendo en alerta puntos críticos de migración por causas medioambientales. Esta falta de perspectivas, a la que se le suma una prestación de derechos sociales de dudosa calidad, motiva a muchas personas a buscar oportunidades fuera de su territorio, donde la zona de confort no la tienen en el lugar en el que están, sino que se encuentra en el sitio al que pretenden llegar, entendiendo a dicha zona como un estado en el que una persona se siente segura al conocer y controlar todas las coordenadas, no experimentando ansiedad ni miedo al no asumir riesgos. Por ello acogiendo con más o menos entusiasmo al fenómeno migratorio, pensemos qué haríamos si nos encontráramos en su lugar sabiendo que las decisiones sobre hacer o no ayuno intermitente no son voluntarias sino obligatorias.
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