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Despilfarro de recursos hídricos en Canarias

Fátima Campos García

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Afortunadamente la democracia es cada vez más participativa; cada vez más políticos escuchan a sus votantes más allá de las fechas que validan o revocan su gestión de cuatro años.

No voy a extenderme en la importancia del agua en Canarias, es recurrente recordar la necesidad de este preciado recurso para el equilibrio del sistema socio-ecológico.

En estas islas hemos hecho de la debilidad fortaleza, se han desarrollado todo tipo de tecnologías encaminadas a obtener agua potable por múltiples vías, incluso condensando el mar de nubes, como ya hace nuestro bosque de laurisilva; somos referente mundial en tecnologías de desalación desde hace décadas.

Otra cosa bien distinta es el cierre del ciclo del agua para su reutilización después de su uso; ahí sí que podemos mejorar mucho y con urgencia. No hace falta recordar que el agua en Canarias es dinero.

Cuando decidí estudiar la gestión del agua en Canarias, encontré un enorme potencial en las llamadas aguas residuales, que en el mejor de los casos, se vertían al mar por los emisarios submarinos con la excusa de la deficiente calidad del efluente, obtenido en la depuración, en vez de cargar los acuíferos.

¿Encarece tanto el coste de una correcta depuración? Parte de ella podría infiltrarse en el terreno (subsuelo) y cerrar así su ciclo de vida siendo útil a los ecosistemas insulares, al regadío y desarrollo agrícola.

Un escaso 28% del agua residual depurada se aprovecha en las islas, con el agravante que más del 50% de la captación del agua viene por desalación; todo ello supone un despilfarro inadmisible de agua y energía, siendo ésta fundamentalmente fósil y, por tanto, generando ingentes emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que agravan los efectos del Cambio Climático. En la Semana Internacional del Agua organizada en Amsterdam (2013), los asistentes a mi conferencia no daban crédito a estos datos.

Existen muchas tecnologías para depurar el agua, por desgracia se implementan sin caracterizar correctamente las condiciones particulares que confluyen en cada caso. Acaban copiando diseños que fallan en el dimensionado, cantidad y diversidad de la carga orgánica, climatología, y así, se van añadiendo nuevos problemas a las circunstancias iniciales: ruidos, olores, lodos y un efluente sin calidad suficiente para cargar el acuífero.

Hay esperanza para la depuración dentro de la calificación “natural”, eso no significa que todas las tecnologías de depuración natural sean saludables u óptimas por sí mismas.

Existe un debate social propiciado por la frustración que supone no recircular en óptimas condiciones el agua que ha tenido un uso antrópico: diseño centralizado o descentralizado, tecnología convencional o natural, gestión pública o privada…mientras el agua sigue perdiéndose en al mar, y en muchos casos contaminando el litoral; se prefiere seguir desalando agua de mar o salobre, sin pensar en sus altos costes ambientales -el estrés salino en el medio marino debido a la salmuera-, en vez de depurar “correctamente”.

Descrito a grandes rasgos este sinsentido, tomamos como ejemplo la isla de Tenerife y la actual problemática de la depuración en la Isla Baja -municipios de Garachico, Los Silos y Buenavista-, aunque podría ser cualquier otra isla del archipiélago; en este caso hay sensibilización social, cansada de vertidos, legales e ilegales, lodos, ruidos, olores y gestión opaca del recurso. Con excusas peregrinas pretenden justificar las innumerables incidencias concurrentes en el deficiente tratamiento de las aguas residuales de la zona.

Hubo debates técnicos con participación de la ciudadanía, movilización de asociaciones y plataformas implicadas en la aplicación de la Directiva Marco del Agua según establece la Unión Europea. Los criterios para elegir las tecnologías posibles no suelen ser transparentes para el ciudadano y deberían estar disponibles para cualquiera, es decir, a la luz pública; hay prejuicios sobre la oportunidad o no de ciertas tecnologías que no cuentan con la validación del Consejo Insular de Aguas, sin saber bien por qué, sin una evaluación objetiva de los costes de infraestructuras, mantenimiento y gestión de residuos.

Es paradójico que Canarias cuente con un sistema de depuración natural único, refrendado con más de quince años de funcionamiento ininterrumpido, con analíticas sistemáticas elaboradas por laboratorios certificados, tecnología 100% local, con apoyo institucional pero sin suficiente peso específico para legitimar su validez insular, parece que los números no son suficiente. 

Las depuradoras promovidas y financiadas por el Cabildo de Tenerife, en el Parque Rural de Teno, son jardines naturales, regeneran agua aprovechando las leyes físico-químicas que degradan la materia orgánica, recirculando en el entorno los residuos transformados en nutrientes, sin combustible, sin emisiones, sin olores, sin ruidos, un espacio recuperado para la ciudadanía. Estos sistemas de depuración natural son diseñados 'ad hoc', nunca iguales, como un traje a la medida; la zona ocupada y su entorno se revalorizan como área verde, generadora de biomasa, oxígeno y paisaje, favoreciendo el disfrute a los lugareños y visitantes.

Si tienen alguna duda acérquense, en Tenerife, a Masca, Los Carrizales, al Albergue de Bolico, etc. y pregunten a los vecinos (https://youtu.be/HfXCuKNMRok). Basándome en mi formación académica y en el conocimiento adquirido gracias a mis relaciones internacionales sobre humedales artificiales, el dimensionado y los rendimientos del sistema de depuración realizado en Teno muestran excelentes resultados, muy por encima de diseños implementados en otros lugares del mundo.

¿Qué criterios se establecen para elegir una tecnología u otra? ¿No deberían basarse en el conocimiento científico a partir de datos objetivos? 

Los ciudadanos tenemos derecho a la mejor tecnología de depuración, independientemente de su procedencia, pensada para nuestro entorno, clima, paisaje y necesidades: los hechos hablan por sí solos. Estamos perdiendo beneficios económicos y ecológicos, oportunidades de empleo, revalorización e innovación del sector primario. 

La administración está tan anquilosada que aún prefiere buscar justificación al diseño de emisarios antes que aceptar la evidente calidad de la tecnología local; ¿será eso el problema?

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