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Arriba España, abajo Soria, a la derecha el acueducto de Segovia

Cristóbal D. Peñate / Cristóbal D. Peñate

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El periódico madrileño, exagerando un mensaje de Soria enviado mediante el móvil a María San Gil, en el que en broma le escribió “¡Arriba España!” después de indicarle que ya había leído su propuesta españolista para la ponencia política del congreso del PP, llegó incluso a editorializar sobre el tema, tras publicar una información abriendo el periódico en la primera página y escrita por el vicedirector (vaya cursilada), Casimiro García Abadillo.

Soria, que en Canarias gobierna con CC, fue obviamente menos duro con los nacionalistas que lo que pretendía San Gil en la ponencia que preparaban juntos, y por eso chocaron frontalmente. La vasca es del sector duro del PP, del que cree que los nacionalistas son demonios, al igual que Franco creía que los comunistas eran diablos con cuernos, rabo y olor a azufre.

Ha sido tan desproporcionada la noticia que El Mundo ha sido una vez más el hazmerreír de la prensa patria. A veces más que El Mundo parece un remedo malo del sensacional El Jueves. ¿Cómo se puede hacer correr ríos de tinta y publicar un editorial por una nimiedad de esas características?

Soria demostró tener sentido del humor y cintura política, sorprendentemente y sin que sirva de precedente, mientras que San Gil se mostró tal cual es: una mujer inflexible, intolerante, españolista y encima ahora chivata. Virtudes como la valentía y el sacrificio no están siempre reñidas con la estupidez. Su comportamiento ha sido ridículo al ir con el cuento al periódico que hoy nadie sabe muy bien dónde se sitúa ideológicamente.

María San Gil, como Esperanza Aguirre, está ahora en la oposición sistemática a Rajoy cuando hace tan sólo dos meses lo defendía a ultranza. Tras estos bandazos inexplicables está demostrando ser una veleta de la política española. Además, los resultados logrados en Euskadi por el PP son cada vez peores.

El editorial de El Mundo es propio de El Jueves si no fuera porque lo que dicen lo piensan de verdad, sin ironías ni sarcasmos, sin humor.

Soria, harto de los caprichitos de San Gil, quitó hierro al asunto de los nacionalismos y de los centralismos de Estado con una invocación a la patria. Arriba España, como vociferaban los franquistas. ¿Le traicionó el subconsciente? San Gil, aunque no lo crea, es también una nacionalista española.

Soria va a aprender de esto, aunque difícilmente burro viejo aprende idiomas. Hace unos años le hizo unos favores tremendos a Pedro José Ramírez y a su mujer cuando fue alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, sufragando una exposición en el Centro Atlántico de Arte Moderno a Agatha Ruiz de la Prada. Fue la primera y única vez que se pagó en el CAAM una muestra de una diseñadora con dinero público. Por no hablar de las adjudicaciones del mobiliario urbano de la ciudad y del invento de 'Los grancanarios del mundo', que costó al Cabildo la nada despreciable cantidad de 600.000 euros que se embolsó el periódico de Ramírez.

Ya cuando Soria fue presidente del Cabildo de Gran Canaria se trajo a la isla a un periodista ultraliberal, como él, para dar unas conferencias. Soria lo presentó como ejemplo de gacetillero cabal, certero y coherente. El periodista se llamaba Casimiro García Abadillo. Hoy se estará arrepintiendo de las lisonjas gratuitas.

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