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Arrogancia y prepotencia de Susana Díaz

Antonio Aguado Suárez

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A Susana Díaz se le ha quedado muy pequeño su cortijo andaluz y pretende poseer otro más grande e importante que abarque a toda España. Para conseguirlo, tiene que adueñarse previamente del instrumento que se lo permita: el PSOE.

En ese sentido, empezó a dar los pasos necesarios, incluido el apoyo facilitado a Pedro Sánchez para que llegara a la secretaría general, aunque condicionando su capacidad de maniobra o prácticamente secuestrándole e imponiéndole entre otras medidas, una ejecutiva de nada menos que 38 miembros (Pedro Sánchez deseaba contar con una ejecutiva ágil, eficaz y operativa, con un máximo de 15 miembros). De ahí vino la dimisión de 17 de ellos, originando una crisis muy grave y forzando la dimisión de Pedro Sánchez al frente del Partido.

Lo malo es que lo hizo de forma tan burda e infame que el PSOE en su conjunto ha salido deteriorado y menoscabado ante toda la sociedad y, en particular, con sus militantes y votantes. El daño ya está hecho, pero se puede agravar si las tesis de Susana Díaz salen adelante y no digamos nada si estuviera ella al frente, persona que yo particularmente con todos los años que tengo de militancia en el PSOE, no podría describirla ideológicamente.

Hasta el final de los ochenta el PSOE contaba y convivía en su seno con respeto y lealtad sólo socialdemócratas (centro izquierda) y socialistas ortodoxos (izquierda). Sus debates enriquecían la vida orgánica y política del partido. Pero al socaire del poder institucional y los cargos públicos, el espectro ideológico (desiológico), se amplió considerablemente. Dirigentes “socialistas” según sus conveniencias solían (y suelen) autoproclamarse a la vez de izquierda o centro izquierda y socialistas o socialdemócratas, contradiciéndoses pues si eres una cosa, no puedes ser la otra. Respeto de verdad a los socialdemócratas, pero no así a los advenedizos oportunistas: socioliberales, socialcatólicos, liberales, socialconservadores, etc. Todos ellos de un tiempo a ésta parte abundan en el PSOE y más los “socialistas amorfos” o chaqueteros (bastantes incluso veteranos encuadrados la mayoría anteriormente como socialdemócratas, siendo el ejemplo más evidente el de Felipe González), que se mueven “según el sol que más caliente”

¿Dónde podríamos encuadrar ideológicamente a Susana Díaz?. Desde luego no como una socialista de izquierda, tampoco como socialdemócrata o de centro izquierda. Si consideramos que es católica practicante (respetable), se le podría encuadrar como socialcatólica y desde esa posición, en caso de hacerse con las riendas del PSOE, no la veo tal y como hizo Pedro Sánchez en la campaña electoral, reivindicar un estado federal y laico, ni tampoco denunciar el Concordato con el Vaticano y que se le acabe los privilegios que desde el franquismo viene gozando la Iglesia Católica. No digamos nada de abolir la salvajada mal llamada “fiesta nacional” o corridas de toros, de la que ella es una gran aficionada. No sé cómo puede compatibilizar esa afición con el catolicismo, cuando el Papa Francisco para los católicos infalible ha predicado “que los animales también van al reino de los cielos”.

Susana Díaz forma parte del prototipo de personas que llegan a la política para medrar y vivir de ella, con 42 años recién cumplidos, es la presidenta de la Junta de Andalucía y secretaría general del PSOE andaluz (juez y parte). Lleva 20 años ostentando cargos públicos y con las estructuras que tiene el PSOE y su funcionamiento, con toda probabilidad le posibilitará continuar a perpetuidad en el desempeño de labores políticas e institucionales.

Ya ella se ve tan segura al frente del PSOE, o influyendo tanto en éste que no puede disimular su soberbia y prepotencia, haciendo manifestaciones en primera persona y arrogándose la propiedad del partido, como taxativamente: “nunca voy a permitir, entregar a precio de saldo mi organización”, o “no voy a entregar mi partido sin dignidad”. Igual que otros muchos dirigentes quiere dar clase de PSOE, pero esa autoridad moral pertenece a las y los militantes que llevando mucho tiempo en la organización, realizando una militancia comprometida y sacrificada, estamos dignamente a las duras y no como ellos que “su compromiso” lo tiene sólo estando a las maduras y cuando dejan de estar en “la cresta de la ola”, como mínimo se marchan a sus casas, otros se van o colaboran con otras organizaciones políticas (Miguel Boyer con el PP), o crean sus propios partidos políticos, siendo de todos el ejemplo más evidente el de Rosa Diez, con UPyD (Unión Progreso y Democracia). Con toda seguridad algo de esto haría Susana Díaz, persona que al margen de la política no ha tenido ninguna experiencia laboral.

Seguro que de haber triunfado Pedro Sánchez y sus propuestas, compartidas por la gran mayoría de la militancia y simpatizantes, Susana Díaz no hubiera dimitido, ni planteado dejar los cargos públicos de los que vive. Ella con sus tesis y cómplices, con toda probabilidad será quien continúe imponiendo el rumbo al PSOE, que le afectará negativamente con deserciones de muchas afiliadas y afiliados y más pérdidas de apoyos de simpatizantes y votantes.

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