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Canarias: una reforma electoral para su gente

Concepción Monzón

El pasado 16 de enero, una vez celebrada la ponencia sobre el sistema electoral en el Parlamento de Canarias, conocimos por la prensa la propuesta de acuerdo puesta sobre la mesa. Tenemos un sistema electoral con un enorme déficit democrático, haciendo que el voto de las canarias y canarios valga más o menos según la isla en la que vivan. Lo que nos coloca a la cabeza de todos los ránquines que miden la desigualdad en el valor del voto.

Nuestro sistema electoral se comporta así porque fue ideado para mantener el poder de la oligarquía en las islas. Esto ha convertido al Archipiélago en un reino de Taifas, en un puzle pensado para impedir a toda costa su unidad.

Les pongo un ejemplo; pensemos en nuestros Cabildos Insulares (siete en total) y Ayuntamientos (ochenta y ocho). Al votar a estas instituciones se cumple la máxima democrática de una persona, un voto. Es decir, tu voto al Cabildo de Gran Canaria, vivas en el municipio que vivas, vale igual que el de cualquier otro elector. Y lo mismo sucede a nivel local, donde tu voto vale lo mismo seas de la zona que sea. Entonces ¿por qué cuando votamos al Parlamento Canarias no se cumple esta misma regla independientemente de dónde residas? ¿Por qué tiene que primar el territorio sobre las personas? ¿Por qué en lugar de cohesionarnos, el sistema enfrenta a las y los canarios?

Volviendo a la propuesta a la que ahora se ha llegado, es importante saber que esta se basa en una bajada de los porcentajes que rigen el reparto de escaños en nuestra tierra. Pero que esta ni siquiera alcanza los porcentajes que originalmente fueron definidos por nuestro Estatuto de Autonomía en el año 82, que catorce años después fueron duplicados por el PP y Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados. Como lo leen, los nacionalistas modificaron nuestro Estatuto en Madrid para elevar sus topes al 6% autonómico y 30% insular que poseen en la actualidad. Además nos dicen que se avanza en el modelo de doble circunscripción, al potenciar el carácter archipielágico mediante la implementación de un sistema de restos, (9 diputados), y se otorga un escaño más a la isla de Fuerteventura, porque hay más población, hasta llegar a los 70. Pero la realidad es que al aplicar a esta propuesta, los resultados de las elecciones de 2015, los tres partidos que han gobernado Canarias durante décadas mantendrían las mismas proporciones que con el sistema actual… todo esto para que al final todo siga casi igual.

¿Esta es la reforma que pide la ciudadanía? ¿Los canarios y canarias realmente piensan que la solución para corregir nuestro injusto sistema electoral pasa por ampliar a diez diputados más? ¿Este es el debate más diputados?

Este acuerdo, sencillamente, no va a suponer una mejora sustancial de nuestro sistema electoral. No es una propuesta de cambio real, y tengo el convencimiento de que aún hay posibilidades de seguir trabajando en una propuesta que mejore realmente la proporcionalidad y represente mejor el sentir de toda nuestra gente. Por eso me sorprende el triunfalismo, que algunos han manifestando valorándolo como un gran avance para la democracia en canarias.

Nuestro pueblo sabe perfectamente lo que nos estamos jugando. Esta modificación tiene que cambiar la realidad política de Canarias, si no, será un auténtico fraude para la ciudadanía. Por eso es tan importante que apelemos a la responsabilidad, y sobre todo a la honestidad, la transparencia y la claridad en las negociaciones por parte de todos los grupos.

Estamos ante una oportunidad única de mejorar una herramienta que no ha redundado en el beneficio de todas y todos los canarios. Sólo con un sistema electoral que refleje nuestra realidad, podremos plantar cara desde las instituciones a problemas tan graves como el paro, la corrupción, la pobreza y el insularismo.

Por esa razón resulta tan llamativo escuchar a la vieja política decir que este acuerdo no les gusta. No le gusta al PSOE, ni al PP, ni tampoco a Nueva Canarias, que reconocen lo injusto de nuestro sistema actual en la traducción de escaños. Pero es que con esta propuesta, CC seguiría obteniendo el mayor número de escaños a pesar de ser el tercer partido en votos. ¿Por qué mantienen entonces sus reticencias a rebajar de verdad los topes y mejorar la proporcionalidad? ¿Será que se conforman con compartir el poder con el insularismo rancio, antes que apoyar un sistema electoral que sea justo de verdad?

En lo que respecta a Podemos, las mayorías necesarias en el parlamento hace que nuestro voto sea irrelevante, no decisivo. Y creo firmemente que sería un inmenso error dejar de intentar una reforma mejor, renunciando a alcanzar un acuerdo más ambicioso.

Nuestro inscritos nos han marcado, tras celebrar una consulta, dos límites claros: este acuerdo tiene que ser un primer paso, y no puede tener costes para la ciudadanía. ¿Estamos en condiciones de garantizar eso? La verdad, viendo la postura del resto de partidos todo parece indicar que no, ni en lo que se refiere a continuar negociando y mucho menos en relación al coste. Llevamos tres años pidiendo reducción de sueldos de diputados y siempre ha habido un no por respuesta de todos los grupos políticos. ¿Antes no y ahora si? , las matemáticas no engañan.

Tenemos la obligación de ser claros y no defraudar a la ciudadanía. Hemos nacido gritando aquello de que “lo llaman democracia y no lo es”. Lo que significa que nuestra misión es impugnar el sistema, rescatar el Archipiélago de las manos de quienes lo han contaminado, empobrecido. No podemos permitir un acuerdo que solo contribuya a cerrar en falso un debate crucial.

Habitamos en un territorio donde las leyes parecen hechas a medida de unos pocos, con la mayoría de su población devastada económicamente y que esperan de Podemos otra forma de hacer política que sirva para acabar de una vez por todas con esta situación.

La reforma que necesitamos es la que acabe con esos reinos de taifas, con el divide y vencerás que nos ha impedido la cohesión social, política, cultural y económica que anhelamos, que necesitamos. Y ante esa histórica tarea, no hay sitio para los atajos: apostar el cambio en nuestra tierra es defender una reforma electoral para su gente.

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