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Canódromo versus Patronato por Laura Martín Pérez

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Y digo esto por dos actuaciones, y confiemos que ninguna más sea necesaria, que ha tenido que llevar a cabo el Grupo Municipal Socialista. Ambas distintas y, a la vez, idénticas.

Cronológicamente hablando, primero fue el envío a la fiscalía del “agujero” detectado en las cuentas de la Comisión Liquidadora del Patronato de Viviendas Francisco Franco. Miles de euros desaparecidos en combate, de no se sabe qué guerras. Dinero, si no más cosas, que estaba destinado a las mejoras de viviendas del propio Patronato y, a la postre, una vez liquidado el mismo, a la gestión del propio Ayuntamiento para beneficio de la ciudadanía del municipio.

La actuación del PSOE es de sobra conocido: investigación interna y, superado el límite de lo que le está permitido a la Administración pública, puesta en conocimiento de la Fiscalía. Puesta en conocimiento, si me permiten: sin acritud, sin alharacas, sin pomposidades, sin calificativos. Estricto cumplimiento del deber ético y jurídico.

Y después llega el canódromo y su comisión de investigación. Y llega después porque surge a iniciativa de la ciudadanía, no por iniciativa del Ayuntamiento. Los tiempos, entonces, vienen impuestos. Se debate en el pleno y se acuerda su creación. La actuación del Grupo Municipal es igual que en caso anterior: estricto cumplimiento de deber ético y jurídico.

En ambos casos, la “careta” del PSOE y del grupo de gobierno municipal ha sido la misma: la transparencia en la gestión, la asunción de responsabilidades, la actuación bajo los principios de la ética política y la evidente, pero desgraciadamente no siempre presente, adecuación a la legislación vigente.

Lo llamativo (lo realmente llamativo) son las distintas reacciones del Partido Popular. En el primer caso, callan. ¿Por qué callan? Dice el refranero que quién calla otorga. Y en el segundo caso, en el canódromo, sin embargo, ponen el grito en el cielo. No se entiende la diferencia cuando una se da cuenta de que, en ambos casos, se trata de averiguar la verdad de lo que ocurrió, independientemente de quienes puedan estar implicados.

Se ha pretendido la muerte anticipada de una comisión de investigación que todavía no ha nacido. Para ello ya se afirma que el pasado no se puede investigar. ¿Por qué no? ¿Pensarán algunos que, perdidas unas elecciones, se terminaron las responsabilidades? ¿Convertirán así los periodos electorales en una suerte de amnistía?

Se ha dicho también que no existe la obligación de comparecer ante la comisión de investigación. Cierto. Pero también es cierto que cuando se pone en duda la correcta actuación política de un individuo o de una colectividad, siempre se ha deseado tener un espacio donde poder defendernos y poder argumentar la razón de nuestras actuaciones. Cualquiera de nosotros que hemos sido objeto de malas interpretaciones o tergiversaciones hemos deseado tener un lugar, un foro, donde poder explicarnos y que se nos escuche para poder defendernos de aquello de “critica, que algo queda”.

Normalmente, no queremos que quede sino que prevalezca la verdad. Entonces ¿por qué es más importante la obligatoriedad de comparecer que la voluntariedad de la misma? ¿No tendrá más valor la presencia voluntaria y honesta que la compelida por la imposición de una sanción? Qué tipo de personas seríamos (o son) los que se mueven por el miedo a una sanción y no por la mera defensa de unos intereses legítimos o de unos valores éticos.

Resulta preocupante que el acatamiento de las decisiones democráticas sólo se produzca ante los jueces, magistrados y fiscales. El sometimiento al poder penal debe ser un hecho. De ahí a la judicialización de la vida política debe mediar un abismo. Algunos están empeñados en evitar otro tipo de controles, los controles políticos de los que democráticamente nos hemos dotado. Con esa forma de actuar intentan conseguir que la democracia, la trasparencia y el buen gobierno queden limitados a lo que es delito y a lo que no lo es.

Me temo que al final lo que pretendan sea convertir al Código Penal en la guía de la actuación de algunos políticos. Y, señoras y señores: hay mucha vida más allá de lo delictivo que entra en el campo de la ética y de los valores.

Laura Martín Pérez

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