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Carta abierta al señor Bush sobre el misterio de la vida por Gerardo Rivas

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En primer lugar, quisiera animarle para que no se minusvalore por el hecho de haber llegado a ser “solo” presidente de la nación más poderosa de la tierra. Desconozco cuáles eran sus aspiraciones, pero valorando su paso por la Casa Blanca, considero que debe sentirse extremadamente orgulloso de haber llegado a esta responsabilidad con las capacidades que usted ha demostrado. Renglón aparte, merece la estimación que hagamos los demás. Pero esa es otra historia.

Entrando ya en sus declaraciones sobre el origen del universo y la necesidad de impartir en las escuelas la teoría creacionista, veamos como me sitúo a su altura intelectual para explicarle mi desacuerdo.

Hace muchísimos años, cuando el hombre no tenía conocimientos científicos sobre la vida y el universo, cualquier fenómeno que no entendía lo atribuía a la divinidad que lo explicaba todo. La inquietud intelectual quedaba satisfecha, y a seguir cazando bisontes. Así, por ejemplo, la lluvia era el llanto de un dios triste por el comportamiento del hombre, la tormenta la expresión de su cólera o el arco iris su anuncio de que el diluvio había cesado. Muchas de estas creencias fueron nefastas para el hombre porque éste llegó hasta el extremo de realizar sacrificios humanos, con el único objetivo de aplacar el tempestuoso carácter de sus dioses. Pero cuando el hombre empezó a dar explicaciones racionales a todos estos fenómenos, la creencia en lo sobrenatural fue sustituida por la ciencia.

¿Qué todavía queda mucho por explicar? Pues, en eso estoy de acuerdo con usted, señor Bush. Pero de ahí, a volver al principio de los tiempos y explicar los misterios que quedan pendientes por descifrar, con los mismos cuentos infantiles de antaño me parece trasnochado y anacrónico. Y, en todo caso, teniendo usted la suerte de vivir en un país donde está profundamente arraigada la libertad ideológica y la de expresión, lo sensato sería dejar a las religiones, en el uso de estas libertades, para que expliquen a sus fieles sus teorías acientíficas sobre el origen del universo y respetar el ámbito de la enseñanza que debe quedar reservado al conocimiento racional, crítico y fundamentado.

No se si le habré convencido, pero me queda aún un argumento. Si usted en dos mandatos presidenciales, de cuatro años cada uno, no ha podido acabar con la obra de dios, a pesar del esfuerzo que ha puesto en ello ¿cómo puede pensar que éste creó el mundo de la nada en sólo seis días? Si no le convence este último razonamiento, le confieso que tiro la toalla.

Mis respetos y que su descanso en el rancho tejano sólo sea perturbado por una causa justa.

*Gerardo Rivas es licenciado en Ciencias Económicas

Gerardo Rivas*

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