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Decisiones estratégicas

José Miguel González Hernández

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Suelo ver una pintada en un muro que dice “…pregúntate si lo que estás haciendo te llevará donde quieres estar mañana…”. Se le atribuye a Walt Disney, al cual lo podríamos catalogar como el rey de la fantasía. No obstante, más allá de compadecernos por el frío que estará pasando en la actualidad, nos vale como reflexión para escribir unas líneas. Hoy hablaremos de las implicaciones que hacemos en el presente para posicionarnos (o no) en el futuro.

Ya sea para decidir qué vas a comer hoy o el camino por el que transitarás o, incluso, una política presupuestaria determinada que mejore la distribución de la renta, la verdad es que, en todo proceso de toma de decisiones generas efectos. Y algunos deseados pero otros indeseados. Por eso, hay que saber qué es lo que implica lo que vas a hacer. De este modo, para predecir el futuro hay algo mejor que una bola de cristal. De hecho, te la puedes ahorrar, salvo que la necesites como adorno. Para predecir el futuro debes que incorporar una cantidad ingente de información que te permita establecer todas las circunstancias posibles. Así y todo, puede que no atines al cien por cien porque se te haya escapado alguna. Así que lo ideal es generar prospectiva.

En este sentido, los escenarios te ofrecen opciones y alternativas a la hora de establecer decisiones estratégicas y, por ende, la planificación necesaria. Porque puedes ir improvisando, pero salvo que tengas un talento infinito, en algún momento del tiempo y del espacio, debes parar, pensar y decidir. Analizar el curso de cada una de las acciones, trasladando la opción global a opciones locales, ya sean complementarias o sustitutivas, han de configurarse como el esquema básico de actuación. Porque no solo vale con estimar qué es lo que va a suceder. Lo que vale es decidir a dónde queremos llegar. Es de esa forma cómo se pondrán todos los elementos necesarios para alcanzar, no un futuro cualquiera, sino el futuro deseado o, en su defecto, el posible.

Una vez simplificada la complejidad de la realidad para poder hacer ejercicios de laboratorio sobre la base de una selección de las variables que entendemos como esenciales y específicas, formalizamos la construcción de escenarios. Éstos son una modelización de una situación futura esperada que contiene una situación inicial de base sobre un diagnóstico efectuado, una descripción de las diferentes trayectorias de acuerdo con su probabilidad de ocurrencia, ya sean tendenciales, optimistas, pesimistas o escandalosos, edulcorado todo ello por las situaciones de azar imponderables. Por último, aparecerá el horizonte del tiempo y la definición de la situación futura definitiva.

Será la forma de construir una herramienta indispensable para orientar las decisiones estratégicas. La improvisación está muy bien para sentirse libre de vez en cuando, sin ataduras relacionadas con los convencionalismos pero, sin llegar a estar en una situación de “parálisis por análisis”, si no sabes dónde está el interruptor de la luz y para qué sirve, te pasas la vida a oscuras.

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