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Defraudado, decepcionado, no derrotado

Rafael González Morera

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Escribió mi admirado Iñaki Gabilondo en los inicios de los ajustes, recortes, y retrocesos que interpretó Rodríguez Zapatero al recibir la carta/orden de Ángela Merkel indicándole que se debía bajar los pantalones y respetar más a los mercados que a la gente de a pie, un artículo que intituló con tres D, que tengo en mis archivos, y cuyo encabezamiento era Defraudado, decepcionado, no derrotado.

Estoy con el mismo ánimo de Gabilondo, especialmente después de los espectáculos que nos está brindando la Justicia española, primero con la rectificación a toda velocidad de la sentencia sobre los impuestos de las hipotecas, y ahora “eligiendo” al nuevo presidente de Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, con el dedicidio de los partidos PSOE y PP, antes de que incluso se constituya el nuevo CGPJ, cuyos veinte miembros son los que deben elegir a su presidente según reza en la Constitución Española.

Lo de rezar me viene como anillo al dedo, porque Teodoro García, número dos del Partido Popular, ha dicho que se debe rezar el padre nuestro por las mañanas, y yo sigo con estas canas en mi agnosticismo dudoso, mi incertidumbre y perplejidad religiosa que me hizo refugiar en esta corriente que tuvo a uno de sus mayores exponentes en el filósofo Bertrand Russell, que me causó gran predisposición desde que lo leí en mis años jóvenes.

Reconozco que es más práctico ser agnóstico y dudar, que ateo y negar tajantemente la existencia de Dios, no sea que de nuevo me vuelva a equivocar como lo he hecho tantas veces en asuntos terrenales, y me tenga que enfrentar a la hora de mi muerte con San Pedro y San Pablo, y no es lo mismo dudar que negar para poder asaltar el reino de los cielos con ciertas disculpas porque muchos agnósticos declarados estamos más cerca de la creencia en el verdadero Dios que muchos creyentes convencionales que divinizan a un cuerpo que no existe a quién llaman Dios.

Dejando disquisiciones filosóficas que no es lo mío, desciendo a otras consideraciones terrenales, y volviendo a Canarias sigo agnóstico políticamente hablando en varios aspectos que me corroen el alma y la mente, y es que no entiendo que es el asunto/trasunto del juez Salvador Alba, y elevando más el tiro, tampoco cómo siguen sin encontrar el auto de Fernando Clavijo, que ahora anda entre grúas y poniendo a parir a la Justicia Canaria, cosa que no es edificante en todo un presidente archipielágico, que eso puedo hacerlo discutiendo con mis amigachos en una terraza de Las Canteras, off course.

Con respecto a Salvador Alba, me dicen algunos amigos jueces, fiscales y abogados, que tenerlos tengo, que es mejor guitarrista y cantante que juez, y la prueba del nueve de su vocación como cantautor es que en su biografía se refleja que incluso cantó para costearse sus estudios. Ya se sabe de sus componendas con José Manuel Soria para tratar de cargarse a la jueza Victoria Rosell, y ni siquiera cantando y tocando la guitarra ha podido con ella, y ahora se enfrenta a un juicio en el que se le acusa nada menos que de cohecho, prevaricación, negociaciones prohibidas a funcionarios públicos, falsedad documental y revelación de secretos, y todo eso tocando la guitarra y cantando en guateques con los amigachos, tales y cuales. Con la influencia de Soria cuando este estaba en el machito, intentó ser vocal del Consejo General del Poder Judicial y también presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, pero sus artimañas contra Rosell le han abocado a una situación bastante complicada.

Otro asunto/trasunto que me tiene sorprendido/atribulado es el del consejero de Sanidad, José Manuel Baltar, con cosas poco edificantes, no diría que punibles porque no soy juez, pero si muy discutidas y analizadas por la oposición al Gobierno de Fernando Clavijo (PSOE, Podemos, Nueva Canarias) y por la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública. Entre otras lindezas y bagatelas se le acusa de que su anterior empresa, el Grupo San Roque, se había llevado un 40 por ciento más de intervenciones quirúrgicas, y hablando en términos crematísticos, según los datos del propio Ejecutivo canario, en las concertaciones de los últimos seis meses del año, el grupo hospitalario del que procede Baltar facturó al Servicio Canario de Salud 4,67 millones de euros, más del doble de lo que ganó en el mismo periodo de 2016 (2,17 millones de euros) con el socialista Jesús Morera al frente del departamento sanitario.

En términos porcentuales, el gasto del Servicio Canario de Salud en operaciones derivadas de los dos hospitales públicos de referencia de la isla de Gran Canaria, el Doctor Negrín y el Universitario Insular Materno Infantil, hacía los dos centros de San Roque, en la capital y en Maspalomas, se disparó un 115 por ciento, y de oca a oca y tiro porque me toca.

Y de Fernando Clavijo, no sé qué decirles, porque todo apunta a que presuntamente ha delinquido en el caso Grúas, y encima en el caso Corredor perdió su auto por Las Mercedes, pero lo más preocupante que en su defensa numantina, a ultranza, José Miguel Barragán haya declarado que “todo está atado y bien atado”, emulando al más puro franquismo. Entre col y col, la lechuga que menos me ha gustado es que Clavijo presidiera la mesa en el Parlamento de Canarias con motivo del homenaje a Juan Carlos Alemán, uno de los socialistas más auténtico te lo juro por mi madre y gran amigo de un grato recuerdo. Recuerdo que cuando hace años cubría la información parlamentaria para Diario de Las Palmas, nos echamos más de un café y alguna que otra comida cerca de Teobaldo Power, y era todo un placer charlas con Juan Carlos. Para no entrar en detalles periodísticos ya publicados, direles que una cosa que ha causado asombro es la afirmación de Clavijo de que ha presionado a la Fiscalía para potenciar su defensa, y dos piedras de la antigua calle de La Carrera y una famosa ensaladilla alemana.

Fite tú, presionar a la Fiscalía no lo pude hacer cuando Jaime Mayor Oreja me puso una querella por dos artículos en donde describía su interés para que siguiese en acción la ETA, que era la forma de potenciar sus negocios de las empresas de seguritas que tenía con su familia, y que aún tiene pero a la baja porque ya no hacen falta guardaespaldas para los políticos en Euskadi. Decepcionado, defraudado, pero no derrotado, le comento a algunos amigos que he estado pensando en dejar de escribir. Y la mayoría me dicen que no, no es eso, que siga dando la tabarra, pero uno que le votaba al PP y ahora simpatiza con VOX, con cierta mala leche me apunta que quizá lo mejor es que sólo escriba de fútbol. Cuestión de pelotas.

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