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Días para la Historia

José Naranjo / José Naranjo

A estas alturas, a nadie le puede caber ninguna duda de quelos acontecimientos que se están viviendo en el Sahara Occidental en este preciso instante tienen un calado y una trascendencia histórica más que evidentes. Miles de personas, entre ellos personas muy mayores y niños, han tomado la decisión de dejar sus casas y abandonar su ciudad, aquella en la que nacieron y viven, para instalarse en jaimas en el desierto con la firme determinación de aguantar el tiempo que haga falta. Están hartos de ser discriminados por Marruecos, de que les insulten, les humillen, les roben lo que es suyo.

Esta no es una historia de buenos y malos, porque buenos y malos hay en todos partes, en todos los países, en todos los bandos. Y todos tienen sus razones que defenderán con pasión. Pero sí es una historia de Justicia. Será difícil rebuscar en los rincones del mundo y encontrar un pueblo que merezca más que el pueblo saharaui decidir su propio futuro. Han demostrado una capacidad enorme para resistir en la adversidad. Saben que el mundo les ha dado la espalda (hablo de organismos internacionales, estados y gobiernos y excluyo aquí el aliento gigantesco de buena parte de la sociedad civil), pero así y todo han hecho de la resistencia una forma de vida.

Fue sobre el 9 de octubre. Primero unas decenas de jaimas, luego cientos, ahora miles. Los saharauis fueron llegando a Gdeim Izik bajo la única consigna del estamos hartos y no podemos más. Se han organizado. Entre las tiendas hay servicio de seguridad, enfermeros, mecánicos, transportistas... Son como una pequeña ciudad de lona, un mar de jaimas en medio de nada. Pero ni allí les dejan vivir en paz.

Desde el comienzo de esta singular protesta, Marruecos ha mostrado su rostro más implacable. Miles de policías y soldados rodean ya a Gdeim Izik, helicópteros militares sobrevuelan el campamento y entrar y salir de allí es una aventura mortal, como se ha demostrado. Como dice nuestra compañera Laura Gallego, El Aaiún es hoy, ahora mismo, una ciudad sitiada y a Gdeim Izik la rodean muros, alambradas y piedras erizadas de marroquíes. Al desierto le han crecido vallas.

Primero, la intimidación, y, el domingo por la noche, las metralletas. ¿De qué manera se puede justificar lo ocurrido?, ¿alguien piensa, de verdad, que disparar contra civiles indefensos y matar a un niño de 14 años es razonable?, ¿qué ha pasado con el alto el fuego firmado por Marruecos y el Polisario que obligaba a ambas partes a no usar las armas en este territorio?, ¿dónde está la ONU cuando se la necesita, cuando se le había advertido que esto podía ocurrir?, ¿no tenía la Minurso que velar por ese alto el fuego, no era su objetivo principal?, ¿o es que están muy ocupados haciendo turismo en el desierto?

No tengo ni idea cómo puede acabar esta historia. Lo que sí está claro es que Marruecos no quiere testigos. Ayer impidió la entrada a los territorios ocupados a siete periodista españoles. Si sabemos lo que ocurre allí es gracias a los propios saharauis, a asociaciones civiles de apoyo al Sahara y, por qué no decirlo, a la única periodista que está hoy informando desde El Aaiún, nuestra compañera Laura Gallego.

Para GuinGuinBali, un proyecto joven e ilusionante que quiere arrojar luz sobre la realidad de África, las violaciones de Derechos Humanos y las injusticias en general son una prioridad. Lo hemos demostrado escribiendo una y otra vez sobre los vertidos en el Delta del Níger, la difícil situación de gays y lesbianas en el continente, la terrible dictadura de Teodoro Obiang en Guinea Ecuatorial o la discriminación de los bosquimanos. Y el Sahara, tan cerca de nosotros, no podía ser una excepción.

Laura Gallego ha llegado hasta el corazón de este pueblo y de este territorio para explicarnos a todos lo que ocurre, para contarnos la verdad que muchos quieren silenciar. Los lectores de GuinGuinBali, a través de comentarios y llamadas, nos han hecho llegar su calor y agradecimiento por este esfuerzo. Ahí es donde nos van a encontrar siempre. A veces nos equivocaremos, cometeremos errores. Pero creemos que vale la pena. Gracias a todos y gracias especialmente a los saharauis por enseñarnos con hechos que la lucha por la Justicia siempre vale la pena. Y gracias, cómo no, a Laura por hacer su trabajo con coraje y honestidad.

*Jefe de Internacional de GuinGuinBali.

José Naranjo*

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