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Eligio, como Saturno, devora a su hijo

Federico Utrera

Madrid —

Conozco y sigo a Eligio Hernández desde hace más de 20 años, visité incluso el austero camastro en el que dormía junto a su despacho de la Fiscalía General del Estado en la madrileña Glorieta de Rubén Darío. Y su enorme mansión en Tenerife, donde me brindó su confianza y amistad, que yo le había entregado previa, espontánea y desinteresadamente defendiéndolo cuando arreciaban los oleajes por la ilegalidad de su nombramiento. Muchos compañeros de profesión tacharon de locura mi simpatía a contracorriente porque “el Pollo del Pinar” terminó siendo pasto de los leones del Congreso. “Un desprestigio para la carrera”, llegó a decir Juan Ortiz, portavoz entonces de la Asociación de Fiscales. Veinte años después, a lomos de 13 TV, como Felipe, Guerra, Leguina y Corcuera, a los jubilados de oro del PSOE el destino les devuelve aquella puñalada trapera que ellos le dieron a los históricos de Suresnes: son sus propios hijos los que, como en el franquismo, están provocando la ruptura política a sabiendas que ésta puede ser también familiar. Ha ocurrido en Madrid con Ramón Espinar, el joven y preparado senador de Podemos, que nada tiene que ver con Ramón Espinar (padre), histórico dirigente socialista madrileño que terminó sus días… imputado por el uso de las tarjetas “black” de la Caja Madrid de Miguel Blesa y Rodrigo Rato (Bankia). Le piden varios años de cárcel.

Que el abogado Eligio Hernández se ponga al servicio de José Manuel Soria no es lo peor de esa cadena de insensateces en la que ha caído esta vieja guardia del PSOE que cada vez más avergüenza a la inmensa mayoría de la militancia de su propio partido. El poco tino del letrado Eligio eligiendo a sus clientes ya pasaba por defender a corruptos urbanísticos de Tenerife, a Joan Laporta (ex presidente del FC Barcelona de filiación política independentista), al médico Enrique Meléndez y sus “polvos mágicos”, al magistrado José Antonio Martín, condenado y sancionado también por corrupción… “Todo abogado que se haga rico ejerciendo la abogacía es porque ha robado”, llegó a decir en uno de sus ya tristemente habituales exabruptos. Ahora son sus propios hijos los que le ponen el espejo a la madrastra del cuento. Obviamente, como le sucedió a Ramón Espinar (padre), el hijo de Eligio se hizo de Podemos. En este caso Eligio Hernández Bolaños es concejal de “Sí Se Puede” en Santa Cruz de Tenerife, y por lo que se oye y llega a los madriles, uno de los más brillantes del Consistorio.

Ocurrió a la muerte de Franco: muchos socialistas del PSOE habían roto políticamente con sus padres: los de Chaves eran coronel y jefa de la sección femenina, el del andaluz Griñán miembro de la escolta del Generalísimo, el de Pepe Bono dirigente de la Falange, el de Sonsoles Espinosa, esposa de Zapatero, profesor en la Academia Militar de Avila, y el de Rubalcaba suboficial del Ejército del Aire franquista. El de Bermejo, ministro de Justicia, era alcalde en la dictadura, el de Cristina Almeida, legionario, los dos abuelos de Leire Pajín eran jefes del Movimiento y el progenitor de Carmen Romero, médico de Carrero Blanco. El propio Cebrián (padre) trabajaba en el diario “Arriba”. Fueron muy valientes sus hijos rebelándose democráticamente contra sus padres, como hoy lo son los de Eligio o Espinar y tantos otros. Esta “segunda transición”, como la llama Albert Rivera (Ciudadanos) trae las mismas inercias que la primera. El mundo gira y se repite, solo cambia el atrezzo.

En una de las más afamadas pinturas negras de Goya que pueden admirarse en el Museo del Prado se ve a Saturno devorando a su hijo. La historia, como la pintura, es una inercia. Son certeros los que acuden a la psiquiatría para enjuiciar las palabras, gestos y decisiones de Eligio: no es que vaya a perder otra vez el juicio –el judicial me refiero– sino que las actitudes saturnianas según Freud revelan melancolía y autodestrucción. Es ese sitio que el padre quiere ocupar por encima de su vástago para redimir sus fracasos y amortiguar los tumbos que le ha dado la vida. He visto temblarle las piernas a Eligio cuando hablaba en el Consejo de Estado, pero ahora no le tiembla la voz para pedir que gobierne… ¡Rajoy! Ponerse al servicio judicial de Soria era cuestión de tiempo. Hoy es ese Cronos que destronó a su padre Urano hasta que fue desplazado a su vez por su hijo Zeus. Ya no tenemos una Teogonía que, como el griego Hesíodo, nos explique estos fatales dramas familiares, pero ese horror caníbal de fauces abiertas y ojos en blanco, esa cara desencajada y voz en grito que tan bien sublimara el poeta Leopoldo María Panero en otro de sus poemas, puede aplicarse aquí: mediante cuentos de terror como metáforas, Panero desvelaba en “El lugar del hijo” su infancia junto al padre autoritario que parecía no tener otro propósito que oscurecer la biografía independiente de su vástago. Eligio es hoy el Saturno de la política española y mucho me temo que, esta vez con su deseo, impulso y aquiescencia, va a volver a ser noticia nacional… para engordar así la decepcionante lista de su clientela.

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