Enrocarse contra Garzón cazador

Nada que objetar a la utilización de los mecanismos previstos en la ley para recusar a un juez e incluso para utilizar la coincidencia del magistrado de la Audiencia Nacional con el ministro de Justicia en una cacería el fin de semana pasado. Parece mentira que los políticos y los jueces no aprendan a prescindir de costumbres que están contaminadas por hábitos del pasado y las cacerías o monterías colectivas son una de ellas. Si les gusta cazar, podrían ir solos o en grupos de amigos íntimos sin relación con otras personas que entienden en asuntos sensibles, sobre todo porque las secuelas que dejó en el imaginario colectivo la extraordinaria película de Berlanga, “La Escopeta Nacional”, no se borra fácilmente. Imaginarse a Baltasar Garzón y a Mariano Fernández Bermejo vestidos de fin de semana de El Corte Inglés con una canana y una escopeta en ristre es una imagen que invita a la desconfianza. Tal vez porque las monterías se vinculan siempre a gentes de derechas, que matan liebres o jabalíes como un trámite para hacer negocios o gestar influencias.

En todo caso, la ley y los procedimientos judiciales tienen vías de defensa para quien se siente tratado con parcialidad. Pero para denunciar una campaña contra el PP deberían empezar por demostrar que los delitos no existen.

Mariano Rajoy, probablemente, ha salido por donde ha podido. No le quedaban muchas más gateras para esquivar la avalancha que se le viene encima y con la foto de la plana mayor de su partido con gesto indignado puede ganar 24 horas. Pero si los detenidos siguen siendo amigos íntimos de Alejandro Agag y cantan ante el juez para salvar el pellejo involucrando a más gente, la cosa tiene mal remedio por la vía de la indignación con las cacerías. Hace falta algo más que la torpeza del magistrado y el ministro para cerrar este caso.

* Periodista, analista político y articulista de elplural.comelplural.com

Carlos Carnicero*