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La Europa de Happiness

Juan García Luján / Juan García Luján

Vienes de Nigeria, el país más poblado de África. Un país rico, con el petróleo y el gas que hay en la tierra de tu familia podrían vivir cómodos y felices la mayoría de sus habitantes. Pero la realidad no es tan feliz como tu nombre. Compañías europeas y norteamericanas explotan ese petróleo, la colonización dejó al país mutilado y el descubrimiento del oro negro se produjo cuando el gobierno del país estaba ya en manos de los representantes de la antigua metrópolis. El contrato es bien sencillo y está muy extendido en África: los militares reprimen a los que pretendan que las riquezas se repartan entre la mayoría de la población. A cambio de ese trabajo las multinacionales que sacan el petróleo y el gas nigeriano dan una comisión a los gobernantes y el resto se lo quedan los dueños de las compañías extranjeras.

Por eso la mayor parte de los nigerianos tiene que sobrevivir con menos de un dólar al día. Por eso mamá se embarcó en la patera junto a otras mujeres embarazadas que cruzó el mar en busca del paraíso europeo. Pero ¡qué equivocadas están! El paraíso en realidad es una cárcel para los africanos. Excepto para los representantes del gobiernos de los negros obedientes, excepto para los ejecutivos de las multinacionales que extraen los recursos africanos. Europa tiene colgado el cartel de derecho de admisión contra los que huyen de esa dura realidad de no contar con un dólar al día.

Precisamente este martes el Parlamento Europeo vota la directiva del permiso único, un nuevo marco legislativo que convertirá a Europa en un régimen laboral copiado del apartheid que oprimió a los sudafricanos durante varias décadas. Si se aprueba esa directiva los trabajadores de la Unión Europea tendrán derechos o no los tendrán según su origen. Los chinos trabajaran como chinos, los nigerianos como los nigerianos, los marroquíes como los marroquíes, aunque todos amanezcan en Bruselas.

Te pongo un ejemplo: si una petrolera nigeriana (del país de mamá) abre una oficina en Frankfurt, los trabajadores que traiga de Nigeria no tendrán los mismos derechos que los alemanes, la empresa podrá imponer las condiciones del país africano. Si una empresa china monta un taller en París y trae a sus empleados de Pekín, será legal que cobren los sueldos chinos aunque estén en territorio francés. Además los africanos, latinoamericanos o asiáticos que pasen 20 ó 30 años trabajando en Europa, pagando sus impuestos, desarrollando toda la vida laboral en la Unión Europea, perderán su pensión si quieren morir en su país. En otras palabras, en el club de los ricos sólo se admiten esclavos con un régimen especial, y cuándo ya no los necesitemos los mandamos a sus países sin pensión, sin los derechos que tienen los trabajadores europeos.

Por eso debes saber desde ya, querida Happiness, que Europa no es ese paraíso de felicidad que anuncia tu nombre. Algún día mamá te contará la historia de Ken Saro-Wiwa, el poeta condenado (junto a otros ocho ecologistas) a la horca por la dictadura militar nigeriana. El escritor del país de tu mamá fue un activista contra los desastres ecológicos provocados por la petrolera Shell. Los ejecutivos de la petrolera en Nigeria pueden entrar en cualquier país europeo o en estados unidos por la puerta grande, sin embargo tu madre embarazada de ti tuvo que colarse en una patera.

Así es la Europa en la que naces, Happiness. La declaración internacional de la infancia da a tu madre derecho a elegir tu nacionalidad. Naciste en territorio español, pero las declaraciones de derechos se convierten en papeles mojados para los que huyen de guerras y miserias. Siento darte estas malas noticias, Happiness. Me dirán que te estoy amargando los primeros días de tu vida. Pero piensa que al menos para nosotros tienes un nombre, al menos sabemos que existes. Te convertiste en noticia porque naciste en una patera, las enfermeras y guardia civiles que te atendieron son esos pequeños héroes que aparecen en los periódicos, como el taxista que ayuda a una parturienta en mitad de la carretera. Sólo hay una pequeña diferencia, al padre de la criatura no la meterían en una cárcel especial y a la parturienta blanca no la meterían en un avión con su hijo unos días después del nacimiento. Por eso, Happiness, en este triste día en el que el Parlamento europeo quiere enterrar los derechos de los excluidos del paraíso, sólo puedo desear que tu vida haga justicia a tu nombre.

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