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Huelga japonesa

Francisco Pomares

Santa Cruz de Tenerife —

Después de convocar prácticamente en solitario huelga y movilizaciones en los servicios de urgencia del Universitario y el Insular, la UGT ha decidido convertir la huelga en una huelga a la japonesa, es decir que en vez de dejar de cruzarse de brazos, los huelguistas trabajaran más. Por definición, una huelga a la japonesa persigue saturar las cadenas de producción y distribución de bienes y provocar conflictos a las empresas, que se ven desbordadas por la ampliación de su propia oferta. En Japón, dónde las relaciones entre las empresas y sus trabajadores respondes a códigos muy distintos de los que funcionan en Europa y Estados Unidos, ese sistema de protesta, que puede ser muy dañino para las grandes compañías, se ha generalizado también en los servicios y en la administración pública, aunque su efecto en estos ámbitos laborales es mucho más simbólico. Si los empleados de las administraciones trabajan más o mejor, lo que ocurre es que los trámites se resuelven antes. Y en los servicios, no se produce daño para la empresa porque se atiendan mejor o durante más horas. En la sociedad japonesa, muy disciplinada y jerarquizada, y en la que los mecanismos de lealtad entre las empresas y sus empleados forman parte de la cultura del negocio, el aspecto simbólico de ese tipo de huelga funciona como continuidad de los viejos mecanismos de petición de justicia a los señores, que vincula tanto a quien pide como a quien otorga. De hecho, los cambios sociales operados en Japón en las dos últimas décadas como consecuencia de la internacionalización creciente de sus empresas, y de una crisis económica que se ha convertido en crónica, han hecho que la huelga tradicional –al estilo occidental- tenga cada vez más seguidores entre los trabajadores.

Por eso, plantear hoy en Canarias una huelga a la japonesa, no deja de ser más que una boutade de un sindicato que se ha visto sólo en su convocatoria, y que sabe que los servicios mínimos impiden que esa huelga pueda paralizar Urgencias. No sé qué espera demostrar ahora UGT haciendo que en los servicios de triaje trabajen los días de huelga cuatro efectivos en vez de dos. Es obvio que todo irá más rápido. Pero también lo es que para que trabaje el doble de gente en la sanidad, habría que duplicar el personal, y no parece que el presupuesto vaya a dar para eso. UGT –y el resto de los sindicatos- tienen razón cuando dicen que la situación de las urgencias es ya insostenible. Pero eso no se arregla con huelgas laborales, sean estas japonesas o cosacas. La propuesta de UGT es sólo una argucia para no reconocer que fue un error convocar la huelga de Urgencias, en vez de acudir a otros formatos de movilización y denuncia.

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