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La III Revolución Industrial

Antonio Morales / Antonio Morales

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Para Rifkin, sociólogo y economista, profesor de la Escuela Wharton de Finanzas y Comercio y presidente de la Foundation on Economic Trends ?que estuvo en unas jornadas de la Mancomunidad del Sureste hace tres años y nos dijo aquello de que no entendía el sometimiento de Canarias a las energías fósiles si podíamos ser “la Arabia Saudí de las renovables”- las grandes revoluciones económicas “ocurren cuando los hombres cambian su forma de gestionar la energía”. El sustenta en tres pilares fundamentales la que llama Tercera Revolución: la energía renovable, la tecnología de almacenamiento y la red eléctrica inteligente.

La solar, la eólica, la hidrológica, la geotérmica, la mareomotriz y la biomasa componen el primer pilar y están llamadas a romper con el protagonismo de los fósiles convencionales, para lo que necesitan ir a la par con la segunda columna a la que denomina como tecnología del almacenamiento ?“con miras a facilitar la conversión de los suministros intermitentes de dichas energías en recursos fiables”- donde el hidrógeno es un elemento clave. El tercer pilar ?la red eléctrica inteligente- la subdivide a su vez en tres elementos fundamentales: a) las mini-redes , que permiten a las familias, las PYMES y empresas de mayor calado “generar localmente energía renovable usando paneles fotovoltaicos, generadores eólicos, pequeñas centrales hidroeléctricas, residuos animales y forestales, residuos urbanos, etc y utilizarla para cubrir sus necesidades energéticas cuando no estén conectadas a la red”, b)la tecnología de medición inteligente que permite a los productores locales “vender mejor su energía a la red eléctrica principal y retirar electricidad de la red, consiguiendo que el flujo de electricidad sea bidireccional” y c) la tecnología de redes inteligentes, un sofware que permite conocer la energía que está utilizando la red, los cambios meteorológicos, la independencia de las empresas eléctricas, etc, una “interconectividad que puede ser utilizada para reconducir los usos y flujos energéticos durante las puntas de consumo máximo y mínimo, incluso para ajustar en tiempo real el precio de la electricidad” y para poder producir y vender energía a la red “con la misma transparencia con la que actualmente se genera y comparte información en Internet”.

Se trata, sin duda, de una revolución imparable que tiene de los nervios a los que en estos momentos sustentan un poderoso lobby energético que se rebela, como gato panza arriba, para no perder su control sobre la economía, sobre los gobiernos y los partidos de turno, sobre la ciudadanía en definitiva. Que no acepta la democratización imparable de las energías y pone en el camino todos los obstáculos posibles, legales y menos legales, para evitarla.

A eso se refería no hace mucho Luis Crespo, patrono de la Fundación Renovables, en el diario El Economista, cuando apuntaba que “la historia de las revoluciones tecnológicas que han ido transformando el mundo nos muestra que siempre ha habido intentos de rechazo por parte de los núcleos económicos de poder, defendiendo sus intereses establecidos”. Y citaba la Revolución Industrial de finales del XVIII cuando los lobbys aristócratas presionaban contra las máquinas de vapor que atentaban contra un caduco sistema de producción, o el tren a mediados del XIX o la introducción de la electricidad a principios del XX?

Estamos hablando de que las energías limpias podrían cubrir en 2050 las necesidades de un planeta herido, según acaba de publicar WWF: “Es técnicamente posible que un 95% de la energía que necesita cada persona proceda de fuentes renovables, utilizando tecnologías existentes hoy. Si seguimos dependiendo de los fósiles estamos ante un futuro de ansiedad creciente por los costes y la seguridad energéticas, así como por su impacto en el cambio climático”.

Es tan grande el poder de Unesa, Sedigás y compañeros de viaje que no se contentan con contratar a Felipe González, Aznar, Manuel Marín, Rato, De Guindos y ahora por último, a nueve días apenas de haber transcurrido su periodo de incompatibilidad como exministro, a Pedro Solbes, e imponer a un Secretario de Estado de Energía (ligado al mundo de las nucleares y del gas) sino que arramblan con absoluto descaro contra la Comisión Nacional de Competencia por denunciar sus prácticas abusivas y marrulleras. Y no tienen con esas, sino que también atacan directamente, con la complicidad del Gobierno, a las renovables y de manera especial a la fotovoltaica a la que se ha agredido y vilipendiado sin ningún pudor, obligando a los inversores españoles a emigrar a otros lugares donde se les acoge con los brazos abiertos. Da vergüenza constatar como las energías sucias reciben cinco veces más dinero en ayudas que las renovables (gestión de residuos radiactivos, mantenimiento de las centrales nucleares, déficit ficticio de tarifa, subvenciones a los ciclos combinados, al gas y a las petroleras -la actual escalada del petróleo cuesta más que las primas a las renovables-, etc) o como en los presupuestos españoles de 2011 se asigna 20 veces más dinero al carbón que a las renovables.

Pero no les quedará más remedio que claudicar. No queda otra vía que la potenciación con incentivos, inversión y apoyo público a la eficiencia y el ahorro como medida vehicular, y al tiempo, paralelamente, a la apuesta sin límites por las renovables. Se agotan el carbón y el gas. A las nucleares se les ha terminado de ver el plumero con lo de Japón (Ascó nos acaba de dar también el cuarto o quinto aviso) lo que espantó a Zapatero que reculó en su intención de alargar la vida de las centrales españolas. Mal que les pese, las renovables se reivindican solas y van ganando posiciones. Pasito a pasito, pero firmemente.

Por eso vemos como Navarra, Cataluña, Andalucía, las dos Castillas o Galicia que se sitúa a la vanguardia y bate los records históricos de producción, se lanzan decididas a por las renovables. Vemos cómo aumenta la inversión y la investigación en eólica marina en distintos lugares del mundo; cómo la eólica produce más barato y mejor; cómo aumenta la eólica marina; cómo la fotovoltaica, a pesar de la inseguridad jurídica, del ataque brutal que ha sufrido con campañas difamatorias, con reducción de primas hasta con retroactividad, etc, se mantiene firme y aporta esperanzas de futuro; cómo la geotermia que funciona las 24 horas de manera inagotable y limpia, empieza a ganar posiciones, y podría seguir y no parar? Y es que la sociedad civil empieza en esto a ganar la batalla. Nos queda otro paso, el conseguir ya la democratización más absoluta: el net metering, la generación cercana?la tercera pata de la revolución industrial de Rifkin que el Gobierno no se atreve a poner en marcha, por ahora.

Y de Canarias ni les cuento. Aquí el sometimiento a la plutocracia local y la incapacidad para propiciar alternativas están a la orden de día. Y es que nos gusta estar a la cola de todo. En educación, en sanidad, en promoción de empleo, en la cesta de la compra, en la aplicación de la Ley de Dependencia, hasta en el fútbol?y por supuesto, en renovables.

Antonio Morales

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