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Kalí tíhi, ministro Varoufakis

Luis Martín

Resulta sorprendente la cantidad de barbaridades que se están publicando sobre Yanis Varoufakis, el nuevo ministro de Finanzas de Grecia. Tras sólo unas cuantas horas de hacerse público su nombramiento, el profesor de Economía, antes respetado por su talla intelectual, está siendo crucificado en el altar de destacados opinadores y tachado de marxista macarra. La bienvenida del comentariat oficial a Varoufakis es sólo superada por la ansiedad de algunos políticos deseosos de que el gobierno de SYRIZA caiga lo antes posible.

Ni siquiera Simon Nixon del Wall Street Journal le ha dado unas horas de tregua al nuevo responsable de la economía griega, pues a pocas horas del nombramiento de Varoufakis publicaba un tuit en el que ponía en duda la capacidad del nuevo ministro por tratarse de un “economista teórico”. Como si los experimentados miembros del Eurogrupo a lo largo de estos años de infarto y empobrecimiento en la zona euro hubiesen sido eficaces.

Son causa de especial vergüenza los juicios morales que desde España se están vertiendo sobre Grecia y el asunto de su deuda, que no es la única clave económica que presenta Varoufakis bajo el brazo. Pero es igual. El mensaje estos días es tan simplón como falso: los griegos quieren hacer un “simpa” y han puesto a un hooligan para que lo perpetre.

No se habla del destino final del dinero de los rescates. No se dice que no hay ningún contribuyente alemán (ni español) que haya perdido un solo euro en este dislate absurdo de préstamos circulares. Tampoco se dice que Alemania está ganando dinero con las garantías prestadas al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) establecido en 2010. Ni siquiera se aclara que el Banco Central Europeo, que no se fundó para ganar dinero, no compró bonos por valor nominal en su programa de compras en el mercado secundario y que puede permitirse inventarse otro acrónimo para suavizar la deuda griega. Lo más curioso es que no se habla de por qué llegó SYRIZA al poder.

La opinión publicada está siendo, además de desastrosa, de poca ayuda a los tiempos que corren. Y detrás del comentariat del establishment dedicando horas a repetir consignas oficialistas, llegan nuestros políticos.

El tono condescendiente de De Guindos al referirse a las veces que se han modificado los rescates a Grecia, la necesidad de ese país de seguir con las reformas y que él velará por el dinero que España prestó al país heleno es hilarante. De Guindos está en precampaña e intenta aparentar importancia en Europa, demostrando una vez más la falta de coherencia y visión que caracteriza al gobierno español. Ojalá tenga éxito defendiendo los intereses de los contribuyentes españoles en Europa y que lo haga mejor que reestructurando el chapucero sistema financiero español (¡cómo olvidar los CoCos de Bankia!) y pidiendo préstamos sin condiciones en Bruselas.

Por su parte, el socialista Pedro Sánchez es otro que ahora se apunta a aquello de que “España no es Grecia”, al tiempo que pide que las deudas soberanas en Europa se mutualicen y que se emitan eurobonos. De llegar al gobierno, no veo que Merkel se presente en la Moncloa para ultimar el plan...

¿Que Grecia es un país viciado por corrupción, nepotismo e instituciones desvencijadas? Sí, y creo que Varoufakis quiere y puede ayudar a cambiar todo eso. Ahora, si fracasa, como todos estos popes de la virtud anhelan, ¿qué esperan que ocurra? ¿Que vuelva Nueva Democracia? ¿Pasok? Me temo que si los comunistas radicales de SYRIZA con el marxista macarra de Varoufakis fracasan, lo que venga sí que nos hará replantearnos qué es populismo de verdad.

Con respecto a esas ideas de que Grecia es pequeñita, que ya no es “sistémica”, y que no tiene músculo para negociar con la Troika, ¿seguro? La mayor parte de la deuda está en manos de órganos oficiales, que han realizado préstamos en base a garantías. Si Grecia impaga o quiebra, algún funcionario del FMI tendrá que comparecer ante el Congreso estadounidense para dar explicaciones (y pedir dinero), por no hablar de los préstamos de Europa, donde Alemania en lugar de ganar dinero, es quien más podría perder. Así que claro que Grecia tiene músculo para negociar.

A lo largo de estos años de crisis he tenido la oportunidad de hablar con algunas de los expertos más brillantes en materia económica sobre la unión monetaria. “Hubiera sido mejor para Grecia afrontar una suspensión de pagos parcial y ordenada, y una salida del euro”, me decía el Nobel de Economía Michael Spence en 2012. “Los países débiles [de la zona euro] están en quiebra de facto y deberían afrontar esta realidad y, de ser necesario, suspender pagos sobre su deuda”, fue la respuesta que me dio el Nobel de Economía Vernon Smith en 2011, añadiendo, “la quiebra no es el fin del mundo, sino una fórmula que permite a los gobiernos devolver el equilibrio a sus cuentas”. Europa, me decía Hernando de Soto, tiene que “admitir que hay, en ciertos países, instituciones financieras que han fracasado y que, por supuesto, van a quebrar”. A Varoufakis, otro de esos brillantes expertos, lo he entrevistado en dos ocasiones, en 2011 y hace un par de semanas. En cambio, su empeño es curiosamente rescatar a Grecia de la quiebra y mantenerla dentro del euro.

Si se cumplen los deseos de los repentinos guardianes del rigor financiero, podría ocurrir que el cuento de que el euro es irreversible sea eso, un cuento. Por lo tanto parece que convendría desearle suerte a Varoufakis para que Europa, al menos, haga un nuevo ejercicio de “extend and pretend” y que ponga otro parche al euro. De manera que nuestros políticos mediocres y opinadores canallas tengan asegurado el sustento durante un par de inviernos más.

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