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Quiero ser como Pepe

Cristóbal D. Peñate

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La madre de Soraya Sáenz de Santamaría quería que su hija se pareciese políticamente a Rita Barberá en sus inicios en la cosa pública. Supongo que ahora la madre no lo quiere ni por asomo y huye de la alcaldesa de Valencia como del Perro Maldito de Valsequillo. Lo mismo ocurre con Mariano Rajoy, el gran amigo de Rita, de la que decía sin rubor que era la mejor alcaldesa de España. Claro que los piropos de Rajoy siempre han caído en saco roto. También decía que quería un gobierno nacional como el que presidía su amigo Jaume Matas en Baleares o Francisco Camps en Valencia. Ahora, cuando le preguntan por esos amigos, se calla, huye por la puerta de atrás y se hace el sueco.

El extesorero Luis Bárcenas era otro gran amigo de Rajoy, pero en pocos días pasó del “Luis, sé fuerte” al “señor del que usted me habla...” No hay nada más feo en la vida que abjurar de los que en la víspera eran tus amigos del alma. El presidente del Gobierno tiene el defecto de dejar abandonados a los suyos cuando los suyos ya no le reportan ningún beneficio.

Algo parecido le ocurrió con su gran amigo Soria, que mientras pudo le echó una mano hasta que finalmente le puso la pata encima, cuando ya poco le servía. De Soria siempre se deshizo en halagos inmerecidos hasta que metió la pata y lo atraparon por torpe. Ya se sabe que se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Pues a Soria lo cogieron, sus múltiples damnificados lo esperaron en la bajadita y allí, a la altura de la curva, le dieron hasta en el carné de identidad.

A pesar de todo, Rajoy quiso regalarle una canonjía final en el Banco Mundial, pero la jugada le salió mal y el tiro por la culata. Ahora a Soria le ocurre lo mismo que a Rita: hasta los suyos lo quieren lo más lejos posible por si acaso se les pegue algo. Ni siquiera en las Nuevas Generaciones del partido los niños quieren ser como Soria cuando sean mayores.

Como él se ha dado cuenta de que aquí no es bienvenido se está buscando una alternativa docente en una universidad norteamericana, que a lo que parece le importa un bledo la mácula de sus candidatos a profesores. Hubiera sido más creíble que Soria optara a dar clases en una universidad de Panamá. En ese país deben considerarlo un héroe.

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