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Marruecos manda, España obedece

Juan García Luján / Juan García Luján

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En el primer vuelo que vaya a Venezuela, Senegal o Marruecos entrará en el avión, aunque no tenga dinero para pagar el pasaje. Si en el minuto uno del encuentro con la policía el ciudadano extranjero no muestra su pasaporte, ni siquiera habrá interrogatorio, será expulsado inmediatamente y le pedirán explicaciones a la compañía aérea por dejar entrar a una persona sin documentación.

En el caso de Aminatou Haidar el gobierno español se ha saltado todas sus leyes. Una ciudadana de un vuelo procede de El Aaiún cuenta a la policía en el aeropuerto de Lanzarote que no tiene documentación, que la han traído a Lanzarote en contra de su voluntad y que quiere regresar a su tierra. Sin embargo, la invitan a bajarse del avión. La sacan de la zona de tránsito y le prometen que podrá regresar a el Aaiún. Pero la policía de Marruecos amenaza en territorio español a la compañía aérea que si Aminatou entra en el avión, la aeronave no podrá aterrizar en el aeropuerto de destino.

Marruecos ordena y España obedece. Eso es lo que acaba de ocurrir. Y curiosamente ocurrió el mismo día que se cumplían 34 años del Acuerdo Tripartito de Madrid en el que el reino de España entregaba el Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania. No estamos pidiendo al gobierno español que sea solidario con una mujer saharaui reconocida internacionalmente como activista proderechos humanos. No, eso no se lo podemos pedir al gobierno del PSOE que sólo en el año 2006 suscribió un acuerdo con el reino de Marruecos para venderle 1200 blindados, 800 camiones militares y 10 patrulleras militares al reino alauí. No, no se trata de estropearles los negocios al gobierno de España. Tampoco se trata de pedirle al gobierno de Zapatero que tenga en cuenta las resoluciones de la ONU que dicen que el Sáhara Occidental no pertenece a Marruecos. Lo único que tenía que hacer el gobierno español con Aminatou Haidar era respetar sus propias leyes para evitar el auténtico ridículo diplomático protagonizado este fin de semana por el gobierno de España.

El aeropuerto de Lanzarote se convirtió este sábado en el Perejil de Rodríguez Zapatero. Se funcionó como si mandara la bandera marroquí. La diferencia es que Zapatero lo tenía más fácil que Aznar, no hacía falta mandar una lancha con legionarios y una cabra a amenazar a famélicos soldados de Mohamed VI. Era tan sencillo como decirles: esta señora no está documentada, no quiere entrar y no puede entrar. Ustedes le quitaron los documentos, ustedes crearon el problema en el Aaiún y ustedes deben solucionarlo. Y en Lanzarote, la policía marroquí, no tiene competencias para decirle a una compañía aérea quién se monta y quién no se monta en los aviones.

Pero España optó por el camino de la obediencia debida a Marruecos. El precedente diplomático pone a España en un camino difícil: ¿quién selecciona a los ciudadanos que pueden entrar en territorio español?¿Quién decide qué ciudadanos pueden entrar en los aviones que despegan desde Lanzarote? ¿Tiene la policía marroquí derecho a poner en un avión que sale de el Aaiún a una ciudadana sin pasaporte ni documentación? La respuesta a todas las preguntas es que desde el pasado sábado Marruecos manda y España obedece. Por eso las palabras del ministro español Miguel Ángel Moratinos justificando al gobierno de Marruecos son una declaración de rendición: Marruecos manda en el aeropuerto de el Aaiún y en el Lanzarote.

Y ahora tenemos a Aminatou Haidar en huelga de hambre en Lanzarote para recordar ante todo el mundo que la democracia en Marruecos es un disfraz que se pone el reino alauí para negociar los acuerdos económicos con la Unión Europea y la compra de armas al reino amigo de España.

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