Mejorar el perfil digital como asunto prioritario

Internet nos ha pillado a todos con el paso cambiado, sobre todo a los que no somos nativos digitales, esa Generación.net que ya viene con el cable USB conectado al ombligo. Ha supuesto un cambio de paradigma tan grande que ha modificado muchos detalles de nuestra vida cotidiana. Una revolución silente que está cambiando hasta los perfiles profesionales. No pasa un día sin escuchar términos imposibles, normalmente en inglés, que definen nuevas profesiones basadas en el mundo digital.

Community manager, data farmer, experto en SEM, consultor de inbound marketing, social media strategist, trafficker, analista de business intelligence, storyteller… un rosario de palabras ininteligibles para cualquier mortal que no esté relacionado con Internet de alguna manera.

Para colmo de males, la crisis de 2008 hizo que tuviésemos que agudizar el ingenio para encontrar alternativas al trabajo fijo, ese al que estábamos acostumbrados en este país y que era el futuro casi obligatorio de cualquier ciudadano de pro. De repente la seguridad laboral se convirtió en una quimera, en un sueño lejano. Muchas personas se lanzaron entonces al frenético mundo del emprendimiento que pasaba, en bastantes casos, por montar una startup o una empresa basada en Internet, que era la novedad. Así las cosas, no ser “alguien” en la red de redes puede llegar a convertirte en un paria social.

Pero, ¿es necesario tener un perfil digital para sobrevivir hoy en día en el mercado laboral? ¿Podemos vivir sin tener noticias de Internet ni de su funcionamiento? ¿Todo este boom de la marca personal en la red tiene algo de cierto o es una estrategia de marketing para tenernos controlados? Evidentemente, la respuesta a estas preguntas no debe ser absolutista. Cada persona es un mundo y aquí es donde entramos en las muchas variables que implica vivir en una sociedad tan cambiante como la nuestra.

No todas las profesiones requieren de Internet para desarrollar su labor, pero reconozcamos que cada vez es más difícil encontrar un trabajo que no necesite de la utilización de un ordenador o de un móvil en algún punto de la cadena de producción. También es posible encontrar empresas que no utilizan la tecnología porque están ancladas en el inmovilismo y han hecho un lema de “si funciona, ¿para qué lo vamos a cambiar?”, sin darse cuenta de los ahorros económicos y los beneficios que puede suponer una implantación tecnológica. Pero si pensamos en términos de evolución, modernidad y permanencia en el tiempo, cuesta trabajo no incorporar la tecnología a la ecuación.

Por tanto, incorporar ciertas habilidades digitales a nuestro perfil profesional se presenta como una buena práctica para mejorar nuestro currículum. Tampoco es preciso convertirse en un experto de la noche a la mañana, pero manejar ciertas herramientas puede hacernos la vida más fácil y hacernos más atractivos frente a los headhunters (cazadores de talento).

Entonces ya tenemos dos razones principales para mejorar nuestro perfil digital: por un lado mejoraremos nuestras habilidades para resolver problemas y por otro lado incrementaremos nuestro currículum. Y ahora, ¿cómo empezamos?

No hay una receta infalible para mejorar nuestro perfil digital y depende mucho de la especialización de cada uno, pero un buen punto de partida es buscarnos en Google y descubrir qué dice Internet sobre nosotros. Es interesante contemplar todas las variantes posibles de nuestro nombre y analizar los resultados, tanto de enlaces web como de fotos y vídeos. Si el resultado nos parece correcto, puede que lo estemos haciendo bien o que tengamos el listón muy bajo. Debemos mirar los resultados como si fuésemos un reclutador pensando en contratarnos.

Una vez que sabemos lo que Internet dice de nosotros, solo queda mejorar los resultados, cuidando nuestras redes sociales, las fotos que publicamos, intentando mantener un perfil profesional interesante en Linkedin y compartiendo contenido de valor acerca de nuestra especialidad en las redes. Tampoco es necesario convertirse en un robot, cuidado, compartir nuestra faceta más humana no es malo, aporta valor a nuestro perfil, pero siempre teniendo en cuenta quién puede estar viéndolo desde que lo publiquemos.

Hay que tener en cuenta que este trabajo no es cuestión de un día. Mejorar un perfil digital lleva su tiempo y además debe ser una tarea que se cultive casi a diario. En general recomiendo ciertas actitudes que pueden ayudar, como estar abiertos a nuevas ideas y formatos, profundizar en lo que hay detrás de cada publicación, analizar cómo funcionan las redes sociales, leer mucho, investigar, sacar conclusiones y perder el miedo a las nuevas tecnologías.

Ahora que ya hemos profundizado en nuestro perfil digital desde el punto de vista del currículum profesional, puede ser un buen momento para incrementar nuestros conocimientos sobre herramientas digitales y añadir nuevas habilidades digitales a nuestro perfil.

Por ejemplo, trabajar en la nube. Puede que ya lo estemos haciendo sin saberlo, pero ¿por qué no perder el miedo a tener las cosas en un disco duro virtual que nos permite tener nuestros contenidos accesibles desde cualquier dispositivo con conexión a Internet? Un buen sitio para empezar es Google Drive y toda su suite de trabajo colaborativo en Internet. Con una simple cuenta de correo electrónico de Gmail podemos empezar a crear documentos de texto y hojas de cálculo en la red, que podemos compartir con quien queramos.

Pero la cosa no acaba aquí. Ya que hemos dado el salto de trabajar en la nube, podemos descubrir gran cantidad de herramientas que utilizan esta tecnología para tratar imágenes, editar vídeos, traducir textos y muchas cosas más. Se trata de perder el miedo a probar cosas nuevas y desarrollar la curiosidad necesaria para que podamos incorporar todas estas habilidades a nuestro perfil. Veremos así que, poco a poco, mejora nuestra presencia en Internet y conseguimos ver la red como un complemento más a nuestra actividad profesional.