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Paralizar la vida y el Juramento Hipocrático

Teo Mesa

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La vida ha sido paralizada en casi todo el planeta. Esta vez no lo han hecho las tragedias producidas por las demencias congénitas de los hombres con sus patológicos belicismos. Esta vez ha sido por un microscópico organismo que ha bajado del pedestal y la soberbia al ser humano, a sus ciencias, a sus avances tecnológicos de las vanguardias robóticas, y en creerse un ser indestructible sobre la misma naturaleza a la que pertenece.

Este virus homicida e indolente, se ha jactado con su invisible presencia, haber cogido inerme a toda la ciencia epidemiológica en sus nulos conocimientos sobre sus orígenes y en concomitancias con otros patógenos precedentes; que, en sus incorpóreos ataques, lo ha hecho a todos los homos que a su paso atrapa. En su vileza vírica ha sembrado todo el universo de cuerpos sin vidas, o de sus víctimas recuperadas, por sus malignas e inmediatas agresiones, constituyéndose en tener el triste resultado de ser la mayor pandemia conocida sobre la Tierra desde tiempos ha.

Pensaba equivocadamente –por lo que me retracto y pido excusas–, que el Juramento Hipocrático por el que los galenos juran, con su honor y compromiso, en la asistencia y curación de sus semejantes cuando toman posesión como médicos en activo, para atender de forma inexcusable a todos los que sufren enfermedades de vital importancia. Este responsable juramento lo han llevado en España, y en otras partes del mundo, con el máximo celo de su ética vocacional y profesional, incluso pagando con sus vidas por la causa curativa medicinal. Muchas han sido las muertes de facultativos y de otros sanitarios, que solo en España ya se cuentan por más de tres decenas, los que han contraído esta enfermedad vírica y la muerte con ella.

Todos ellos se han entregado al servicio denodado de sus profesiones, muy a pesar de las agraviadas circunstancias en las debidas protecciones, que con los trajes antipatógenos debían ser recubiertos y preservados. Además de las muchas horas (más de las correspondientes a sus contratos laborales) de entrega total para salvar las vidas de sus conciudadanos. Y para más inri, poniendo en jaque de contagios también a sus familias cuando regresan al hogar. Deben ir para ellos nuestros más sinceros reconocimientos y honorables gratitudes por la leal entrega que han tenido en sus ilustres profesiones. Sin olvidar asimismo, al resto del conjunto de componentes humanos, quienes adjuntos en las clínicas participan en esta samaritana labor, desde los auxiliares, celadores, servicios de higiene, etc.

Para este virus quedará aún tiempo, según los epidemiólogos para encontrar su antiviral, su vacuna propicia. Y el muy canalla se aposentará entre nosotros de forma permanente, como ha ocurrido con otros virus que también han llegado para lisiar al ser humano en su vida. No les parece poco a estos obscenos infecciosos, hostigar a la inmensa mayoría de los seres humanos con su fatal agresión, quienes debemos afrontar una dura existencia para simplemente subsistir en la nada fácil vida. Este criminal se unirá a los que se han empoderados como letales contagios, sin ser bienvenidos a nuestras lozanas vidas, siendo algunos de estos: Sida, malaria, ébola (63%), gripes aviar (39%), Nipah (75%), fiebre de Crimea-Congo (40%), fiebre de Mardurgo (con un 88% de mortalidad), etc.

La inmediata respuesta y solución a esta desgracia humana y a los próximos contagios víricos que nos puedan llegar por el cambio climático (que parece ser según los expertos se generarán), y no sorprender a los Hospitales y a los investigadores virales en pañales, está y estará en la salvaguardar la Sanidad Pública y la Investigación científica como un compromiso gubernamental irrevocable en beneficio de todos. Hechos de maltrato y abandono que con la mayor negligencia se produjeron en los Gobiernos anteriores –a nivel Central y Autonómicos– habiendo cuasi desmantelados la sanidad pública en beneficios de los hospitales privados. Estos con habituales desidias y solo ganar réditos monetarios, en los obscuros intereses de los inversores nacionales y foráneos.

La sociedad española ha asumido esta epidemia siguiendo las directrices de unos virólogos, quienes han sido desbordados por las muchas atenciones hospitalarias y drásticas mortandades que produce este virus desconocido para la ciencia. Y los Gobierno central y los Autonómicos siguiendo los preceptos de sus científicos en esta materia, fueron doblegados ante sus impotencias medicinales en tal desastre humanitario. Para esta epidemia no había ningún país en el mundo que estuviera en ojo avizor ni preparado para una tragedia de esta magnitud.

Pero hete aquí, que a determinados partidos políticos, poco o nada, parece afectarles esta desdicha humana que estamos sufriendo en nuestro país. Y en premeditada alevosía en su perversa forma de ejecutar la política y sus erradas ideologías patrioteras, siguen con sus interesadas riñas partidarias para sacar provecho del mal de otros, como si nada pasara, y en farsante presunción aducen que, con ellos, esta tragedia no hubiera sucedido. !Porca miseria¡

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