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Reformas camerales aplazadas

José Francisco Fernández Belda / José Fco. Fernández Belda

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No conviene olvidar que los manejos, modos y maneras del hoy vicepresidente y presidente de la comisión de comercio exterior de La Cámara de Las Palmas, fueron bastante pintorescas, por no decir otras cosas tal vez más cercanas a la realidad, y aceleraron la ruptura de la institución al crearse por segregación las dos nuevas de Lanzarote y Fuerteventura. Aquella etapa, afortunadamente hoy casi superada, era fuente de continuas guerras internas, de dimes y diretes que originaban una pléyade de poco edificantes titulares de prensa, radio y televisión que hoy hacen sonrojar al que consulta las hemerotecas, fonotecas y videotecas.

Pero muchos de los males de antaño, siguen aún pendientes de resolver. Parece que el debate sobre los múltiples problemas camerales ha quedado relegado al baúl de los recuerdos hasta que vuelvan a plantearse nuevas elecciones, dentro de unos años, y las viejas disfunciones rechinen con virulencia. Pero para entonces ya será tarde y los mismos problemas pendientes quedarán otros cuatro años más sobre la mesa. En la búsqueda de soluciones tiene mucha responsabilidad la Consejería de Comercio, Industria y Nuevas Tecnologías, de nombre tan largo como corta es su actuación histórica para resolver en estas materias como órgano tutelante. Por cierto, no he leído en ningún sitio ni tenido noticia, (aunque eso pueda deberse a un desconocimiento sólo imputable a mi persona), de cómo se resolvieron aquellos asuntos que la Dirección General de Comercio tenía entre manos y que incluso había remitido a los Tribunales de Justicia competentes. Me refiero en concreto a las acusaciones de adulteración de los censos y otros asuntos electorales. Y si aquellas denuncias de fraude se desestimaron o se resolvieron en contra de los demandantes, sería muy bueno saberlo para dejar limpio el honor cameral, ya que, en caso contrario, podría producirse la curiosa y esperpéntica situación de que hubiera que repetir de nuevo aquellas polémicas elecciones años después.

Sea como fuere además de esa cuestión concreta, aunque importante, siguen pendientes otros dos grandes asuntos: la obligatoriedad de encuadramiento y cotización de las empresas por un lado, y la agrupación de epígrafes económicos para elegir representantes al pleno, por el otro. Aunque no soy un experto en asuntos jurídicos, tan solo me siento como tantos conciudadanos “víctima” del sistema judicial, el que en pleno siglo XXI la administración pública obligue a una empresa a estar afiliada y cotizar a una organización privada en la que tal vez no quiera o no le interese estar, es de muy difícil comprensión, por muchas leyes y decretos que lo ordenen y regulen. Sin la menor duda, esa arcaica y poco democrática situación conserva un tufillo totalitario que precisa desodorante y un entierro a toda velocidad. Y como las cosas de palacio van despacio, si se ponen ya en marcha sus señorías, tal vez podamos ver el resultado en este siglo.

La segunda cuestión, las agrupaciones de epígrafes a efectos electorales y de representación, es un asunto más fácil, creo, de solucionar que el otro. Bien es cierto de que tal vez el problema se resolvería por sí mismo si no existiera la obligación legal de afiliarse a las Cámaras. En vez de unos 50.000 epígrafes que hoy concurren a las elecciones, aclarando que no es ese número de empresas ya que cada una puede tener varios epígrafes y por lo tanto mas de un voto, tal vez queden reducidas a unas decenas, o menos aún si tuvieran que financiar a prorrateo el funcionamiento y los viajes, gratis total, de tanto representante adicto a la Visa Platino y a la clase business del avión y de los hoteles.

Es una interesante tarea que tal vez tenga a bien abordar el actual consejero del ramo, Jorge Rodríguez, de reconocida experiencia en lidiar los toros miuras y “reviraos” que se vió obligado a capear en su mandato con el equipo rectoral de la ULPGC. Espero que antes de las próximas elecciones camerales pueda el Consejero aprobar esta asignatura con buena nota y no sea necesario calificarle con el nuevo eufemismo que trataba de introducir la secta pedagógica para dulcificar el trauma del suspenso: “éxito aplazado”. Ingeniería lingüística para un compañero, también ingeniero de profesión, como reza la ficha del DNI. O del NIF, ya que al fin y a la postre, hacienda somos todos, los documentados y los indocumentados.

José Fco. Fernández Belda

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