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Replantéate la plantación

Brotes de junco. (CARLA GARCÍA JAÉN)

Luis Navarro

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Siendo conscientes de la repercusión negativa que tiene para el medio ambiente y para nuestra rica flora las acciones de plantación, repoblación o reforestación que se están llevando a cabo en la isla después del incendio de este verano, vemos la necesidad de reflexionar esperando que organizaciones y personas implicadas razonen al respecto y consideren si son positivas o no.

Si bien es cierto que buena parte de la masa forestal y boscosa de la isla es fruto de las plantaciones que fueron acontecidas hace aproximadamente medio siglo, el escenario que tenemos actualmente dista mucho de aquella realidad. Principalmente porque entonces una buena parte de la isla estaba prácticamente “pelada” por lo que necesitaba aporte de semillas y plantas. Además, y muy importante, las formas y técnicas de plantación afectaban mucho menos al medio ambiente de lo que lo hacen las actuales.

Avanzando un poco más en el tiempo, pongámonos en los últimos 20 años, encontramos otro tipo de plantaciones. “Reforestar” la isla se pone de moda y queda bien de cara a la galería, importando más el número de árboles que el éxito de la plantación. Por ello, la inmensa mayoría resultan un fracaso, pues son fruto de acciones mal organizadas, sin visión a largo plazo, tales como las que hoy día vivimos.

Son numerosos, muy numerosos, los lugares - Inagua, Tirma, Vigaroe, Bco. de La Virgen, Chirimique… - en los que nos encontramos aún hoy sus restos - plantas muertas, protectores y balsas plásticas para riego abandonadas... - Y como saben, muchos de estos lugares tienen un alto valor natural, que han dado lugar a sus respectivas figuras de  protección, las que dicen protegerlos. Sin embargo, ahí están, abandonadas y contaminando estos valiosos espacios.

¿Queremos seguir haciéndolo así de mal?

Es importante entender que las acciones de voluntariado ambiental son como todo, están bien si se organizan de la forma correcta, pero me temo que nos estamos dejando llevar más por los sentimientos que por la razón. Que una cosa es hacer acciones de voluntariado y otra, muy distinta, es que sean la principal y prácticamente única forma de actuar.

Ahora mismo parece habérsele otorgado (o se lo han auto-otorgado) la función de “reverdecer” la isla a organizaciones formadas por voluntarios. Aun siendo muy respetable y admirable la muestra de generosidad, esto no es una forma seria de tratar uno de los lugares con mayor riqueza botánica del mundo y, en muchos casos, signo de identidad de los grancanarios. Realmente sería mucho más productivo y serio si canalizáramos esa preocupación hacía los verdaderos gestores del territorio y le exigiéramos planes y personal cualificado para realizar las labores pertinentes. No sólo para actuar tras un incendio sino para una gestión integral de los montes, que tanta falta les hace.

Es un daño tremendo para la evolución natural de un espacio afectado por un incendio que un grupo de personas, sin conocimientos ni experiencia, se meta a plantar. Ahí, con sus pisadas están cortando (matando) el ciclo natural de una semilla que acaba de germinar - quizás un endemismo en peligro que llevaba esperando su momento mucho tiempo – o compactamos la tierra y no permitimos la salida de las primeras hierbas, vitales para proteger y formar suelo (mucho más que los árboles).

La flora, en general, y la canaria, en particular, tiene técnicas de supervivencia para sobrevivir ante un incendio y, no siendo casos excepcionales, las plantas llegarán y el bosque se formará sin apenas interferir en ellos, sólo hay que ser pacientes. No hay más que asomarse por la zona afectada para ver cómo la vida se abre paso.

Hay zonas afectadas por el incendio que si que necesitan ayuda, apoyo de toda la población. Se trata de las zonas habitadas. En ellas se encuentran las personas que día a día desarrollan su vida en una zona de la isla de Gran Canaria con alto valor natural, y cuya presencia es clave en su mantenimiento y recuperación. 

Estas zonas hay que visitarlas, aprender sobre ellas, consumir sus productos y servicios, conocer a sus gentes, seguro que nos ayudará a comprender mejor este territorio, que también es de todos. Descubrir que la cumbre de Gran Canaria es diferente cada día del año y vivirla en primera persona es como mejor la podremos entender, cuidar, proteger y sobre todo ayudar en su recuperación.

Aún así, si deciden participar en una acción de voluntariado ambiental, les invitamos a ser exigentes y corresponsables de los efectos de dicha acción, por ejemplo, solicitando la siguiente información a la entidad organizadora:

Estudio previo que determine que se debe actuar de dicha forma en ese lugar.

Plan de acción de plantación (número y tipo de especies a plantar, personas voluntarias y personal que intervienen, huella de carbono…) debidamente justificado.

Plan a largo plazo (mantenimiento, estudio de la evolución, retirada de protectores…)

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