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Sanidad: crisis provocada

Román Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria —

La sanidad se encuentra en crisis. En Canarias y en España. Se multiplican las fundamentadas críticas de los usuarios y de los profesionales. Uno de los sistemas sanitarios más eficientes del mundo, de los que ofrecía más y mejores prestaciones a toda la población de forma gratuita, con un esfuerzo fiscal por debajo del resto de países más avanzados económica y socialmente, se está quebrando en los últimos años.

La sanidad retrocede en la calidad y en la cantidad de sus servicios. Tiene mucho que ver con las impuestas políticas de austeridad que, en pocos años, han detraído miles de millones de euros de la sanidad pública, lo que se ha traducido en una relevante reducción de personal médico y de enfermería, el envejecimiento de los equipamientos y el deterioro de las infraestructuras, así como el freno al desarrollo de las instalaciones pendientes.

No se pueden detraer 10.000 millones de euros del sistema público sanitario, como ha sucedido en el Estado español en los últimos cinco años (más de 400 millones de euros en el caso del Archipiélago), y concluir que no ha pasado nada. Ha pasado y lo paga la mayoría de la población, así como los profesionales que ejercen su tarea en condiciones cada día más difíciles.

En el caso de Canarias, el deterioro y la creciente desconfianza de la ciudadanía en el sistema es más que evidente. Lo señalan las propias encuestas del Gobierno, que aseguran que un 64% de los canarios sitúa a la sanidad entre los principales problemas de las Islas, el segundo tras el desempleo. Logramos, no hace tanto, situarnos por encima de la media estatal en calidad sanitaria, pero llevamos casi una década de retroceso, agudizado ahora con las políticas de recortes frente a la crisis.

El retraso en los tratamientos oncológicos en las islas orientales. Las reiteradas protestas de los pacientes en Lanzarote. Lo que sucede con el hospital de Fuerteventura o con los hospitales del Norte y Sur de Tenerife. Los problemas de saturación de las urgencias. La falta de una ágil respuesta a las reclamaciones de los enfermos de hepatitis C. Las injustificables demoras en la realización de las pruebas diagnósticas y en las intervenciones quirúrgicas. Todo esto tiene mucho que ver con las reducciones presupuestarias y, también, con la falta de previsión y la mala gestión.

A nadie se le oculta que los recortes económicos y los copagos han hecho un profundo daño al sistema sanitario. Que las políticas implementadas por el Gobierno español tienen una gran responsabilidad en la actual crisis sanitaria. Que Canarias se encuentra mal financiada y que ello incide en los grandes servicios públicos.

Sin planificación

Todo eso es cierto. Pero no toda la responsabilidad se encuentra en el tejado del Gobierno central. En la actual situación de la sanidad tiene mucho que ver la mala gestión, la falta de dirección y de planificación del Gobierno canario de CC y PSOE. Así como su aplicación mimética del mismo modelo de austeridad y recortes.

En los problemas que sufre la sanidad canaria son determinantes los recortes realizados por los ejecutivos central y canario. Y, además, la falta de planificación de la Consejería de Sanidad. Ocho años después seguimos sin contar con un plan de salud que oriente las políticas y determine las prioridades sanitarias.

Lo que exige, previamente, un buen diagnóstico, teniendo en cuenta los cambios demográficos y de morbimortalidad. El aumento de la población mayor de 65 años, fruto del incremento de la esperanza de vida, nos lleva necesariamente a la necesidad de una mayor atención a las enfermedades crónicas. Se trata de una franja de edad que triplica el consumo sanitario respecto a los más jóvenes.

No valen los paños calientes. No vale apuntar, como hacen desde los grupos que apoyan al Gobierno de Canarias, que el problema es sólo de financiación. Tampoco, como hace el PP, que se trata exclusivamente de mala gestión y organización. Son dos visiones, como mínimo, interesadas. Los dos factores son determinantes y las responsabilidades son compartidas entre los dos ejecutivos.

Reorientar los servicios

Es preciso recuperar capacidad fiscal para que los servicios públicos recuperen lo perdido en los últimos años. Y reorientar los servicios sanitarios ante las nuevas patologías asociadas a una mayor longevidad (en poco más de una década las personas mayores serán el 26% de la población). Haciendo más partícipes a pacientes y familias del sistema sanitario. Impulsando decididamente la atención domiciliaria aprovechando, además, el aporte de las nuevas tecnologías. Integrando la atención primaria y la especializada. Potenciando los servicios sociales y rompiendo con la desconexión entre estos y el sistema sanitario. Devolviendo el derecho a la atención sanitaria a los que injustamente se les quitó y que hoy no tienen otra opción que acudir a las urgencias hospitalarias.

La sanidad supone el 40% del presupuesto de la comunidad canaria. Se trata de un servicio insustituible, que cohesiona, que mejora la calidad de vida, que produce equidad.

La crisis que padece la sanidad canaria es superable. Revirtiendo la descapitalización padecida estos años y financiándola adecuadamente e implementando un plan de salud consensuado entre los profesionales, las organizaciones de usuarios y las formaciones políticas. Un plan que plantee estrategias y reoriente los recursos a las necesidades de salud de la población. Tareas que se inscriben dentro del profundo cambio que precisa Canarias y que corresponderá impulsar al Parlamento y al Gobierno que se constituya tras las elecciones del próximo mes de mayo.

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