Santa María San Gil

Pero enseguida supe lo que pasaba: María San Gil había descubierto que Soria no es quien finge ser sino un peligroso centrista con tendencia al rojerío rompepatrias; lo mismo que Alicia Sánchez-Camacho, que encima resulta ser catalana. San Gil se vio perdida entre ellos asunto de la ponencia política que se le encargó a los tres y recurrió entonces, en defensa de su virtud, al mismísimo Mariano Rajoy, que envió a José María Lasalle a mediar entre ella y sus dos compañeros y llegar a buen fin ponente.

Pero ocurrió que Lasalle estaba conchabado con Soria y Sánchez-Camacho en la conjura de abre España al punto de discutirle hasta el concepto de nación una, grande y libre con las lógicas limitaciones; por lo que se barruntó que también participaba de ella el propio Rajoy, quien había tratado de engañarla. Es verdad, reconoció San Gil, que se incorporaron sus puntos de vista al texto final; pero, qué quieren, tan a regañadientes que sintió la quiebra de su confianza en la dirección nacional pepera al punto de que si no se recupera del doloroso esguince se irá del partido.

Total, que María San Gil, a juzgar por los elogios de los próceres populares, es la reencarnación a la vasca de Santa Juana de Arco al reivindicar a España como “gran nación”, que en esto sí importa el tamaño.

Como no acabo de entender del todo la escandalera y dado que con San Gil el PP ha retrocedido electoralmente, de forma significativa, en Euskadi, concluí que la elevaron a los altares porque se ha alineado con Mayor Oreja, Aguirre, Acebes y resto de la tropa embarcada en la operación fuera Rajoy de la presidencia del PP; por blandengue y maricomplejines, como lo llama el locutor Jiménez Losantos en la emisora eclesial que controla el tío de la sobrina del cardenal Rouco Varela.

La Prensa de Madrid está dedicando grandes espacios a los dimes y diretes sin reparar, inconvenientes de ser ultramarino, en Soria y mucho menos en la capacidad de seducción de Paulino que lo invitó a manzanas libre asociadas. La leche.